Ahí está de nuevo. Fresco. Robusto. Como si la crisis de la deuda soberana de la eurozona no hubiera existido nunca. Es el euro, que en un puñado de semanas ha recuperado la fortaleza de antaño.
Si hace cuatro meses se cambiaba a 1,188 dólares, su nivel más bajo contra el billete verde desde 2006, ahora se encuentra un 16,8 por ciento por encima. Ayer, de hecho, superó por momentos la cota de los 1,40 dólares -llegó hasta los 1,4029-, algo que no hacía desde febrero, aunque luego se frenó hasta los 1,388.
Una escalada así, de connotaciones históricas en la aún corta vida del euro, que nació en 1999, no responde a un único motivo. Son, fundamentalmente, cinco los trampolines que vienen impulsando su valor... y que podría seguir haciéndolo en las próximas semanas.
1. El euro no se rompe
La tragedia griega y su propagación a otros países periféricos, como Portugal o España, se acentuaron hasta tal punto en abril y mayo que se generó el temor a una ruptura del euro.
Este miedo fue incorporado al valor de la moneda única, que en la primera mitad de 2010 llegó a depreciarse un 17 por ciento contra el billete verde.
Sin embargo, la actuación de las autoridades europeas, en colaboración con el Fondo Monetario Internacional (FMI), fue clave para atajar esa incertidumbre y frenar la depreciación de la divisa europea. Sobre todo, resultó fundamental la creación de la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (FEEF), un vehículo financiero surgido para asistir a cualquier país de la zona euro en problemas.
Estos esfuerzos apaciguaron la crisis de la deuda y despejaron el futuro del euro. Aunque es cierto que las tensiones siguen presentes, los inversores discriminan por países, con Irlanda y Portugal como principales fuentes de preocupación en la actualidad, e infraponderan el riesgo de ruptura del euro, puesto que la FEEF ha demostrado que las autoridades no están dispuestas a dejar que ocurra.
Eso sí, a medio plazo, los expertos conservan sus recelos. "En la zona euro, Alemania y otros países septentrionales marchan bien, mientras que la zona meridional queda rezagada, con España, Portugal y Grecia en la cola. Esta importante divergencia será un reto para el euro", apuntan desde UBS.
2. Más crecimiento del previsto
Entre abril y junio, la economía de la zona euro creció un 1 por ciento con respecto al primer trimestre de 2010, el ritmo más acelerado en cuatro años. En tasa interanual, el crecimiento fue del 1,9 por ciento, el mayor en dos años. Estas cifras, muy superiores a las previsiones, se conocieron a partir de julio, es decir, cuando la crisis soberana estaba remitiendo y justo cuando la recuperación de Estados Unidos comenzó a transmitir síntomas más evidentes de ralentización.
Dos ingredientes que, de forma combinada, sirvieron para voltear las dinámicas que venían registrando ambas divisas. El euro, que descendía, empezó a subir; y al revés con el dólar.
La cuestión reside ahora en cómo encajará la eurozona el empuje de la moneda única. Para empezar, porque la apreciación de la divisa equivale a un incremento de los tipos de interés de 25 ó 30 puntos básicos -0,25 ó 0,30 puntos porcentuales-. Y para continuar, porque merma la competitividad de los productos europeos con respecto a aquellos países cuyas divisas se deprecian contra el euro. Y aquí, las opiniones de los analistas difieren.
"El impacto de la fortaleza del euro no tiene por qué ser tan severa para Alemania, cuya competitividad se apoya más en una estructura de costes que en movimientos puntuales del tipo de cambio", sostiene Pablo Guijarro, director de análisis macroeconómico de AFI. "Aunque la reciente apreciación del euro es manejable, si se prolonga y se acelera, podríamos comenzar a ver algunos impactos negativos significativos en el crecimiento de la zona euro", matiza Marie Diron, experto de Ernst & Young Eurozone Forecast.
3. Un 'billete verde' cada vez más rojo
Representa, sin duda, la razón más poderosa de la fragilidad del dólar y la remontada del euro. ¿El motivo? Muy simple: los inversores están convencidos de que la Reserva Federal (Fed), el banco central de Estados Unidos, disparará más munición monetaria con la que contener el enfriamiento norteamericano y, sobre todo, evitar el riesgo de que la semilla de la deflación -caída general de los precios- arraigue en la primera economía del mundo.
"El mercado siente que la Fed puede estar preparada para volver a activar las máquinas de producir moneda, ya que el helicóptero Ben Bernanke no va a permitir que la economía caiga en nada que parezca una deflación", constatan los expertos de Saxo Bank.
Es más, el mercado no cree que haya que esperar mucho. Considera que la entidad presidida por Ben Bernanke acometerá nuevas medidas en la reunión de los días 2 y 3 de noviembre, una cita en la que podría anunciar una nueva oleada de compras de activos hipotecarios. Complementaría así el programa de adquisiciones de deuda pública que reactivó a partir de agosto, momento en que comenzó a reinvertir el dinero procedente de los vencimientos de los títulos hipotecarios que tenía en su balance. En dos meses, ha destinado 45.000 millones de dólares -unos 32.150 millones de euros al cambio actual-.
¿Por qué está pasando factura al dólar la posibilidad de que la Fed redoble sus esfuerzos anticrisis? Por dos razones. La primera, que el envío de estímulos adicionales pondrá más dólares en circulación, una realidad que presionará a la baja sobre el valor del billete verde. Y la segunda, que éste es, precisamente, uno de los efectos buscados, aunque no confesado, por la Fed, que ve en la debilidad de la divisa un aliado para fomentar las exportaciones y generar inflación. Y el mercado, que lo sabe, obra en consecuencia.
En este sentido, afronta hoy una cita clave a la hora de valorar los siguientes movimientos de Bernanke. A las dos y media de la tarde -hora española- se conocerán los datos de empleo correspondientes a septiembre. Las previsiones contemplan que la primera potencia mundial podría haber destruido 5.000 puestos de trabajo durante el último mes. Además, la tasa de paro podría haber repuntado en una décima, del 9,6 al 9,7 por ciento.
Si las cifras son peores de lo esperado, la caída del dólar se aceleraría porque asentaría la sensación de que la Fed actuará sin demora. Si, por el contrario, el mercado laboral transmite síntomas positivos, el mercado podría interpretar que el banco central estadounidense aún puede pensárselo dos veces antes de volver a actuar. Y en ese caso, el dólar podría remontar.
4. Palabra del BCE
Si las expectativas en torno a la Fed allanan el camino para que el dólar se deprecie, la posición del Banco Central Europeo (BCE) deja en bandeja que el euro sea el que cargue con el mayor peso de la debilidad del billete verde. En su agenda no figuran estímulos monetarios adicionales. Todo lo contrario, porque poco a poco está drenando liquidez del sistema bancario.
Como, además, la entidad comandada por Jean-Claude Trichet sostiene que las presiones sobre la inflación son más alcistas que bajistas, el diagnóstico del BCE ofrece una visión muy distinta a la de la Fed. "No hay signos de que el BCE siga a otros grandes bancos centrales en sus recientes medidas de estímulo.
Al contrario, si hay algún sesgo por parte de la entidad europea, apunta en la dirección contraria", precisan los analistas de ING CB. Y esta contraposición, en el caso del cuerpo a cuerpo entre la moneda única y el billete verde, avala la depreciación del dólar y la apreciación del euro.
5. El jugador más 'honesto'
Es el concepto del momento. La etiqueta de moda. Se trata de la guerra de las divisas, denunciada por países concretos, como Brasil o Estados Unidos, y organismos multilaterales, como el FMI, y que en el fondo encierra el problema del rebrote proteccionista de las devaluaciones competitivas.
Este conflicto cuenta con distintos bandos. De un lado, los que intervienen de forma directa en el mercado de divisas para contener la apreciación de su moneda. China y Japón son sus principales representantes, aunque otros países, como Brasil y Suiza, también tienen sus rifles preparados para actuar. Especialmente relevante es el caso de China, no sólo por su creciente protagonismo en el concierto económico internacional, sino porque la parsimonia con la que está revaluando su moneda, el yuan, es copiada por sus vecinos asiáticos, que vinculan sus monedas a la china para no perder competitividad.
De ahí las crecientes presiones que está recibiendo Pekín para que acelere la apreciación del yuan, que será uno de los asuntos estrella de las reuniones que el G-20 y el FMI celebrarán este fin de semana en Washington.
En cuanto al segundo bando, lo componen aquellas naciones que intervienen indirectamente. Es decir, que adoptan decisiones cuyas consecuencias tienden a reducir el valor de sus divisas. Es el caso de Estados Unidos o Reino Unido.
En medio de su fuego cruzado se sitúan los países o regiones que no intervienen ni directa ni indirectamente. ¿Un ejemplo? Por supuesto, la zona euro. A través del BCE, las autoridades europeas se mantienen fieles a las tesis impuestas en los foros multinacionales, como el G-20 o el FMI, de que los movimientos bruscos en los tipos de cambio no son bienvenidos porque generan distorsiones en la economía.
Y como no manifiesta mayor concreción ni alude explícitamente a que el euro se encuentra sobrevalorado, el mercado entiende que le deja vía libre para continuar subiendo. "Aunque es obvio que se observa con desconfianza la subida del euro en el mercado de divisas, por el momento no hemos escuchado comentarios claros en contra desde las autoridades europeas. A finales del año pasado hasta el presidente del BCE tuvo que aludir a ello, en niveles por encima de 1,50 dólares", expone José Luis Martínez Campuzano, estratega en España de Citi.
fuente: http://www.eleconomista.es/mercados-cotizaciones/noticias/2508191/10/10/los-5-trampolines-que-impulsan-al-euro.html
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