Marcelo Justo
FUENTE BBC MundoLa periodista Gillian Tett advirtió que el estallido puede ser peor que en 2008.
La formación de una nueva burbuja económica global es el fantasma que recorre hoy los despachos gubernamentales y marca los análisis económicos.
Los premio Nobel de Economía Paul Krugman y Joseph Stigliz la temen, el analista estrella de la firma RGE Nouriel Roubin opina que es un riesgo palpable y los gobiernos se persignan en silencio para que no vuelva a ocurrir.
Y es que los mercados financieros están otra vez de fiesta.
Desde marzo, los mercados de valores y acciones no han dejado de subir, el precio del oro está en su zenit, el del petróleo se ha reubicado en torno a los US$80 mientras que se multiplica el intercambio de derivados y otros instrumentos financieros de alto riesgo. Hasta el mercado de la vivienda, cuna de la crisis de 2008, está experimentando una clara mejoría.
En un artículo en el diario especializado Financial Times, una de las pocas periodistas que alertó sobre la burbuja financiera que estalló el año pasado, Gillian Tett, advirtió que el estallido puede ser peor que en 2008.
"Según un veterano del mundo financiero, la actividad especulativa se extiende a todo el frente financiero: bonos, mercados emergentes, commodities, propiedades. Este veterano se preguntaba si no era posible que la crisis de 2008 fuera un simple globo de ensayo de la que se viene ahora", dice Tett.
Optimistas y pesimistas
¿Pájaros de mal agüero o experimentados observadores que han visto demasiadas veces el mismo espectáculo?
Paul Krugman: el peligro de una nueva burbuja
A fin de cuentas, en vez de adoptar este enfoque pesimista, se puede pensar que la euforia de los mercados es una clara señal de que el mundo ha salido de la parálisis económica que siguió al derrumbe de Lehman Brothers en septiembre del año pasado.
El vaso medio lleno de la ecuación indica que el precio del petróleo no estaría subiendo si no fuera por la expectativa de mayor actividad económica existente gracias a la recuperación de actores clave de la economía mundial.
En abril, China anunció que estaba creciendo nuevamente a un 8%. El cálculo es que Asia, la primera región del planeta en salir del estupor económico, crecerá un 5% en 2009.
En noviembre la eurozona (16 países que manejan el Euro como moneda) salió oficialmente de la recesión, mientras que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico predijo una fuerte recuperación de Estados Unidos para el año próximo, y la CEPAL aseguró que América Latina vuelve al crecimiento en 2010.
¿No deberíamos estar celebrando que en vez de un derrumbe sistémico que todos temían a principios de año haya estas luces?
Los escépticos o cautos o pesimistas o realistas -el adjetivo varía de acuerdo a la posición de cada uno- advierten que el escenario actual tiene los ingredientes ideales de toda burbuja.
"La tasa de interés es muy baja, las entidades financieras siguen siendo demasiado grandes para dejarlas caer y los mercados están dispuestos a asumir riesgos", señala Wolfgang Munchau de la consultora económica Eurointelligence.
En Estados Unidos la tasa de interés es de entre 0 y 0,25%, en la eurozona del 1%, en el Reino Unido del 0,5 %.
Según este punto de vista, con el precio del dinero tan barato y los valores de activos también deprimidos por efecto de la misma crisis, es difícil ver cómo no va a haber un vértigo especulativo en los mercados, atizado por el hecho de que los grandes bancos pueden apostar sabiendo que tienen las espaldas cubiertas por el fisco.
Advertencias de la historia
El antecedente histórico más obvio, el Crack del 29, es un buen ejemplo de los peligros enceguecedores del optimismo.
Un año después de la brutal caída de las acciones en octubre de 1929, la euforia volvió a los mercados que recuperaron el 80% de los valores bursátiles.
Poco después el valor de las acciones volvió a caer y en 1932 sobrevino el derrumbe.
Graham Turner: una crisis de larga data.
Los inversores perdieron hasta la ropa y la economía se hundió en un pantano.
Los historiadores recuerdan un hecho más ominoso aún: de este segundo capítulo de la crisis sólo se salió con la Segunda Guerra Mundial.
Sobre deudas y tumbas
Los datos no son alentadores.
Según Graham Turner, director de la consultora GFC y autor de No Way to Run an Economy, la actual crisis tiene un sustrato histórico de largo alcance.
"Las burbujas reflejan el comportamiento actual del capitalismo globalizado con una caída del salario real en las últimas tres décadas que ha debilitado la demanda en los países centrales. La única manera de compensar esta demanda ha sido con la creación de deuda. Este modelo explotó y no tenemos nada en su lugar", señaló Turner a BBC Mundo.
Desde esta perspectiva, la recuperación del sistema financiero este año se debió más a un acto de prestidigitación que al poder de recuperación de la economía mundial.
La Reserva Federal estadounidense absorbió unos US$800.000 millones en activos tóxicos financieros (deudas prácticamente incobrables).
Todos están ganando tiempo. Las entidades se montan a este tipo de actividad con la esperanza de sacar un rédito a corto plazo que les permita salir de la situación en que se encuentran. El gobierno reza para que no hay a una nueva crisis financiera.
Anthony Hilton, analista del "Evening Standard"
En la Unión Europea en su conjunto la ayuda a los bancos superó los US$6 millones de millones.
"Hubo una gigantesca inyección de capital y salvamos a los bancos, pero no se hizo nada en cuanto a regular los mercados de capital, de modo que el mismo aparato que produjo la crisis está funcionando. Hay mucha liquidez que se está usando para actividades especulativas y no para financiar a la economía real", señala Turner
Mientras tanto estos activos tóxicos, verdaderos agujeros negros del sistema, siguen existiendo.
La cuerda floja
Nadie sabe su monto actual porque es muy difícil evaluar el valor de préstamos en virtual default y porque probablemente mejor sea no enterarse de su valor real.
"Los bancos se niegan a declarar el default de estos préstamos porque no quieren convertir a esos préstamos en pérdidas que pasen a formar una parte neta de sus pasivos", señala el analista financiero del diario London Evening Standard Anthony Hilton.
A esta magia contable, se suma el nuevo festival especulativo.
"Todos están ganando tiempo. Las entidades se montan a este tipo de actividad con la esperanza de sacar un rédito a corto plazo que les permita salir de la situación en que se encuentran. El gobierno reza para que no hay a una nueva crisis financiera", señala Hilton en el Evening Standard.
En otras palabras, muchas entidades financieras siguen en el callejón sin salida de los activos tóxicos y como un jugador empedernido, vuelven al casino a recuperar lo perdido, mientras que los gobiernos patean la crisis hacia adelante con la esperanza de que en el futuro aparezca la solución.
Con este telón de fondo, el sistema financiero internacional y la economía mundial seguirán haciendo equilibrio montados a una tenue cuerda floja y rodeados de un vacío abismal.
@Ivan Dolz de Espejo - 25/11/2009 06:00h Fuente
cotizalia.comEl año 2010 se presenta de manera muy distinta a como empezábamos este ejercicio. Una vez desestimadas buena parte de las teorías destructivas que predecían el fin de la economía, se prevé un panorama de relativo crecimiento (eso sí, algo mediocre) para la mayoría de los países desarrollados.
El motivo principal es que éstos están lastrados por la deuda y el paro. A pesar de ello, todo apunta a que seguiremos viendo una estabilización de la situación y una lenta recuperación. Menos dudas presentan los mercados emergentes, de los que se esperan crecimientos formidables. Parece que, por primera vez, estas economías saldrán fortalecidas de una crisis, con datos macroeconómicos sorprendentes.
Esto hace pensar que, desde el punto de vista microeconómico, vamos a ver ganadores y perdedores, aunque las bolsas se comporten de manera lateral. En algunos sectores, muchos competidores han quedado destrozados, los costes se han ajustado y el margen de maniobra para mejorar el beneficio es mayor. Puede ser un año en que la diferencia de rentabilidad entre compañías sea muy grande.
Con este escenario, la selección de producto (obviando por supuesto la gran importancia de la distribución de los activos) va a ser más importante que nunca. Y, por ello, es absurdo pensar que “todos los instrumentos son iguales”. Esto se puede apreciar ya en un año como éste, en el que la mayoría de buenos gestores han sido capaces de doblar las subidas de los índices.
¿Y por qué digo esto? Porque no es lo mismo el fondo de un gestor que lleve probando 10 años su buena selección de acciones, que el producto estándar que nos “coloque” el banco donde estamos depositados (bien porque sea el suyo propio, o porque le ceda parte de su comisión de gestión). Porque tampoco es igual el fondo de un mercado emergente, indexado y gestionado desde Londres, que el que tenga presencia local y trate de sacar valor añadido del crecimiento de la economía interna. Porque nada tiene que ver un gestor con 30 años de experiencia en un fondo mixto, que haya demostrado su buen hacer al ajustar la exposición bursátil en momentos clave, que el fondo que bajó durante toda la caída, cambió de responsable y este año es incapaz de recuperar ni siquiera una parte de las pérdidas.
Por ello, es recomendable que seamos exigentes y pidamos a nuestras entidades financieras que nos expliquen más a fondo los productos que nos compran. Es increíble, por ejemplo, el tiempo que dedicamos a comprar una cámara de fotos, buscando la información en internet, y la tranquilidad con la que invertimos el dinero que con tanta dificultad hemos logrado ahorrar. Es hora de preguntar si los planes de pensiones en los que invertimos, cuya gestión en general ha sido nefasta, han merecido la pena por el ahorro fiscal que hemos obtenido. Y, también, si el sacrificio de liquidez en el que entramos al comprar productos estructurados compensa las ventajas que nos ofrecen, especialmente si los bancos nos piden luego venderlos antes de vencimiento y sustituirlos, para generar así más y más comisiones. Es necesario preguntar el coste de los fondos de liquidez para ver, con los tipos al 1%, qué parte del beneficio potencial se lo estamos pagando al banco (en muchos casos, hasta el 75%). Y, así, un largo etcétera. En años como éstos, una buena selección de producto puede traducirse en una mejor rentabilidad, lo que es especialmente importante cuando hablamos de ahorros que nos ha costado años conseguir.
Para acabar, pido algo de perspectiva a todos los pesimistas endémicos, y les invito a revisar todas sus predicciones de hace seis o doce meses. Si lo prefieren, podríamos hablar ya de mini-ciclo alcista, pero seguir diciendo que una subida continuada de ocho meses y superior al 60% es un rebote, empieza a parecer una broma. Nadie sabe lo que puede durar este ciclo, pero algunas de las razones que se escuchan ahora para argumentar una nueva caída bursátil son similares a las de 2003. Ese año, en el que “casualmente”, los mínimos se tocaron en marzo y fueron seguidos de una recuperación bursátil espectacular, fue el inicio de la recuperación. ¿Les suena de algo? Jamás se ha salido de una crisis sin nubarrones en el horizonte y con el consenso de los analistas. Es lo que deja lugar a sorpresas positivas.
En 2004 los tipos de interés empezaron a subir. La bolsa se comportó de una manera muy volátil, terminando ligeramente alcista, a pesar de que durante gran parte del año estuvo en terreno negativo. Aunque los patrones no se repitan, 2010 vendrá con curvas, y será muy importante estar en los mejores “vehículos”, por lo que deberemos dar a la selección de producto la importancia que se merece.
Ivan Dolz de Espejo, director de GBS Finanzas Family Office