A estas alturas, todo inversor debería saber ya que lo racional es vender cuando los activos están caros y comprar cuando están baratos. O que no conviene andar entrando y saliendo del mercado, sino adoptar una estrategia a largo plazo y mantenerla. Sin embargo, con cada nuevo movimiento del mercado, comprobamos que los inversores se dejan llevar por emociones tan básicas como la codicia o el pánico, normalmente con resultados desastrosos.
“Los seres humanos estamos diseñados para actuar”, explica Stephen Wendel, responsable de Ciencias del Comportamiento en Morningstar y uno de los ponentes que participaron en la edición de este año de la Morningstar Investment Conference. “Ante una situación de incertidumbre –una crisis, un cambio en nuestras vidas, el lanzamiento de un nuevo fondo…– tenemos miedo a no hacer nada, cuando en realidad esa suele ser la mejor opción”. De hecho, son numerosos los estudios que demuestran que los inversores que más rotan sus carteras son los que peor se comportan en términos relativos a largo plazo.