Los costos de la extracción de petróleo en los nuevos yacimientos aumentan de forma exponencial desde hace 14 años
Cuenta la leyenda que en 1453, mientras los turcos, después de un larguísimo asedio, por fin consiguieron tomar la capital del Imperio Bizantino, encontraron al emperador Constantino XI
discutiendo con sus teólogos sobre la ardua cuestión de cuál era el
sexo de los ángeles. Observando el gráfico que presentamos esta semana,
uno tiene la misma escalofriante sensación. Mientras la mayor parte de
los economistas discuten sobre el exceso de deuda, si hay que regular
mejor el sector financiero, si hay un problema de reparto, si hay que
avanzar en los ajustes estructurales, si los bancos centrales están
actuando equivocadamente o cuestiones similares según sean más de
derechas o más de izquierdas, sin prisa pero sin pausa los costes de explotación de los nuevos yacimientos de petróleo han subido a un alarmante ritmo del 10,9% anual desde hace 14 años.
Pero
¿qué implica esto?, ¿un 10,9% es mucho o es poco? Esto es lo que vemos
en el siguiente gráfico. Con la implacable lógica del interés compuesto,
eso significaría que en menos de cuatro décadas el precio de
explotación de los nuevos yacimientos alcanzaría la increíble cifra de ¡9.000 dólares el barril!
Es lo que tienen las funciones exponenciales, que parece que la
situación sigue siendo buena hasta pocos momentos antes de que se salga
de control. Es la famosa leyenda de Sisa, de la que todos hemos oído
hablar, en la que se coloca un grano de trigo en la primera casilla de
un tablero de ajedrez, dos en la segunda, cuatro en la tercera, ocho en
la cuarta y así hasta llegar a la casilla 64. A todos nos sorprende
comprobar, la primera vez que oímos hablar de ello, la enormidad de la
última cifra, que es más trigo del que ha producido la agricultura desde
que existe.
¿Piensa
Vd. que esto no puede ocurrir? Tal vez no, pero posible desde luego sí
que es. De hecho los seres humanos han vivido desde que existe el mundo,
y hasta la Revolución Industrial, en una situación permanente de penuria energética.
Un obrero típico de principios del siglo XIX en los EEUU podía comprar
con el salario de un mes el equivalente en carbón a un barril de
petróleo, es decir, la situación en que nos encontraríamos en el año
2045 según el gráfico anterior. Actualmente esa cifra supera los 40
barriles, y eso a pesar de la tremenda subida de precios de los últimos
quince años. En 1998 la cifra era de 200 barriles. En España a duras
penas llegamos a los 25 barriles, cuando en 1998 superábamos los 100,
con un precio del petróleo rondando los 15 dólares.
Los
precios de un recurso no renovable aumentan a un ritmo exponencial
(regla de Hotelling), pero llegado un cierto nivel simplemente se
empezará a usar otro recurso que lo sustituya, que se denomina
'backstop'La situación de abundancia energética en la que
vivimos aún es inimaginable para cualquier habitante del mundo antiguo, y
sólo estaba al alcance de la clase más alta. Toda la opulencia material
en la que vivimos es consecuencia de esta disponibilidad de energía barata,
empezando por la misma alimentación. El hambre era una amenaza
permanente para cualquier persona normal a lo largo de la Historia, y
las películas de época rara vez reflejan esta realidad. Estudios
arqueológicos demuestran que el porcentaje de población subalimentada
era casi siempre alto, siendo cifras del 25 al 50% perfectamente
normales.
En economía está bastante bien estudiado que los precios
de un recurso no renovable aumentan a un ritmo exponencial (regla de
Hotelling), pero que llegado un cierto nivel simplemente se empezará a
usar otro recurso que lo sustituya, que se denomina backstop.
Esto es lo que ocurrió con el aceite de ballena que se usaba en el siglo
XIX para iluminación, y que cuando alcanzó cierto precio simplemente
dio paso a aceites minerales derivados del petróleo. Casi ningún
economista actual pone en duda que ahora ocurrirá lo mismo.
El problema es que pasa el tiempo y este nuevo recurso no surge más que de forma muy parcial y defectuosa. La energía de fisión nuclear, que M. K. Hubbert –el científico que formuló la teoría del peak oil–
pensaba que sería el sustituto perfecto del petróleo, está demostrando
gravísimos problemas colaterales (recordemos Chernóbil y Fukushima) y
además las reservas de combustible de fisión no son ni por asomo tan
abundantes como se pensaba entonces. Las renovables son
una buena ayuda, pero su potencial en unos casos es limitado, en otros
el rendimiento es escaso, y además no resuelven la enorme necesidad de
combustibles líquidos ni la cuestión de la intermitencia.
Toda
la economía desarrollada desde hace 200 años se basa en el hecho de que
existe un suministro creciente y continuo de materiales y energía, y
que la misión de la economía es simplemente estudiar cómo se pueden
organizar de la mejor manera posible los procesos de gestión de la
producción, reparto y consumoOtros combustibles fósiles están demostrando un potencial limitado, como ocurre con los petróleos no convencionales y el gas de esquisto. Ya se están planteando propuestas de implementar de forma masiva la conversión de carbón a líquidos
(algo que viene de la primera mitad del siglo XX), pero las reservas de
carbón no son ni mucho menos infinitas y además el mejor carbón de que
disponíamos se quemó hace ya tiempo. Posiblemente sea esta explotación
de carbón la que actúe de backstop durante unos años, pero eso
no servirá más que para ganar algo de tiempo (no entraremos ahora a
discutir problemas medioambientales, de los que trataré en una próxima
columna).
El hecho es que vivimos en un planeta finito,
y ningún progreso tecnológico puede cambiar ese hecho. Toda la economía
desarrollada desde hace 200 años se basa en el hecho de que existe un
suministro creciente y continuo de materiales y energía, y que la misión
de la economía es simplemente estudiar cómo se pueden organizar de la
mejor manera posible los procesos de gestión de la producción, reparto y
consumo. El tiempo se nos echa encima, y es hora de que cambie el
paradigma y se asuma que la misión de la economía debe pasar a ser
también la gestión del patrimonio común en la más amplia extensión del
término, pues estos comunes deben abarcar toda la biosfera y no sólo
para nosotros, sino para las generaciones venideras. Antes de que sea
demasiado tarde.
fuente:
http://blogs.elconfidencial.com/economia/grafico-de-la-semana/2014-02-28/el-mayor-problema-que-afronta-actualmente-el-mundo_94906/
http://blogs.elconfidencial.com/economia/grafico-de-la-semana/2014-02-28/el-mayor-problema-que-afronta-actualmente-el-mundo_94906/