Bill Stewart : En absoluto estamos en una situación semejante a la de la crisis de 1932 y principios de 1933, cuando 10.000 bancos colapsaron, el desempleo alcanzó el 25%, los embargos aumentaron dramáticamente y los comedores para indigentes estaban a la orden del día. Los maestros de Chicago no cobraban sus sueldos desde hacía meses. Miles de hambrientos y desempleados veteranos de la 1ª G.M. se juntaron en Washington provenientes desde todas las partes del país para exigir sus pensiones, acampando frente a la Casa Blanca. Solo aceptaron dispersarse cuando el presidente Hoover envió al General Douglas MacArthur y al ejército para disuadirlos.
Muchos americanos pensaban que la revolución flotaba en el ambiente mientras que muchos más creían que la respuesta a la crisis estaba en el comunismo, el fascismo o el socialismo. La democracia y el libre mercada parecían haber fallado. En las elecciones de 1932, el Partido Socialista Norteamericano, dirigido por Norman Thomas, sumó más de un millón de votos.
"Brother, Can You Spare A Dime" era la canción más popular en el país cuando Franklin Delano Roosevelt se inauguró como presidente en marzo de 1933. En unos pocos meses el New Deal se ponía en marcha al tiempo que se apagaban las sirenas de la revolución socialista. Una nueva era había comenzado."
"Helicopter Ben" Bernanke, nov. 2001: "Confío que la Reserva Federal tiene suficientes instrumentos a su alcance para asegurar que cualquier amenaza de deflación que pueda producirse sería suave y breve"... y comparó este instrumental a "un helicóptero lanzando sacos de ayuda financiera" de ahí el cariñoso mote de "Helicopter Ben".
Islandia nacionalizó sus bancos y a la semana siguiente ya era un "estado fallido", sin derecho ni siquiera a "corralito". Su moneda, la corona islandesa, es historia y sólo queda el FMI para un posible rescate. La deuda exterior del país supera 6 veces el PIB y cada islandés debe 200.000$. Los islandeses literalmente están vaciando los supermercados ante la certeza de un inmediato desabastecimiento. Mientras, el sheriff Gordon Brown a activado la ley antiterrorista (confiscación de bienes islandeses) contra una Islandia arrasada por las armas financieras de destrucción masiva, fabricadas en la City de Londres (Los activos bancarios británicos representan 4,5 veces el PIB del Reino Unido, en Islandia eran 10 veces el PIB). Ya no caen sólo Fondos Hedge y bancos sino estados enteros (El Reino Unido es una especie de Islandia gigantesca). Estamos entrando de lleno en la Gran Depresión 3.0. La anterior, al final, tuvo forma de U. La actual aparece como una enorme L.
Nouriel Roubini ya plantea que habría que cerrar todas las bolsas. El consumo total estadounidense cayó en un 3,1% interanual, en el tercer cuarto - julio, agosto y septiembre, es decir, antes de la caída de Lehman Brothers y el derrumbamiento de la Bolsa - y el consumo en bienes duraderos en un 14%. Nunca, desde la Gran Depresión 1.0., había ocurrido algo parecido.
Especulación en los años 20 versus especulación en los 90-2000
El crac del 29 fue el típico derrumbe de una estructura piramidal basada en el instrumental propio de la bolsa. La euforia había conducido a una hipervaloración de las acciones de las compañías. La población que participó de forma más o menos intensa en la fiebre especulativa fueron unos centenares de miles.
Los años 20 fueron una época de crecimiento económico. La producción y el empleo eran buenos y habían ido aumentado a lo largo de la década. Los negocios eran prósperos y generaban ganancias que animaban a abrir nuevas empresas. Entre 1925 y 1929 el número de empresas manufactureras aumentó desde 183.000 a 206.700 y en 1929 las empresas de automóviles fabricaron 5 millones y medio de vehículos, cifra que no se volvería a alcanzar hasta 1953. Era un crecimiento inducido por la inversión productiva más que por el consumo.
Pero el sistema mostraba una tendencia creciente a la polarización de la renta, una disminución del consumo y una disminución de los beneficios empresariales (en 1929 el Instituto Brooking apuntaba: "la tendencia a la desigualdad en la distribución de la renta se ha acentuado en la última década"). Calvin Coolidge, el líder republicano, consiguió que se aprobaran cuatro rebajas de impuestos a favor de las corporaciones y los ricos. Los tentadores beneficios que producía la especulación, junto a las facilidades del crédito animaban la colocación de los crecientes excedentes en el mercado de valores y la especulación inmobiliaria.
A mediados de los años veinte Florida fue sacudida por una sonada especulación en bienes raíces. Las clases pudientes, cada vez más ricas, estaban parcelando sus futuras villas de vacaciones al sol. En realidad ni siquiera se especuló en terrenos sino en pagas y señales por el 10% del supuesto valor, que se revendían luego en sucesivas oleadas. Se trató simplemente de una especulación del tipo la Cerdaña en los años 90, pero en una Florida que, además del incentivo del sol y las playas, presentaba de vez en cuando el desagradable inconveniente de los huracanes y tifones. Dos huracanes en otoño de 1926 bastaron para hundir, además de unos cuantos yates, las débiles bases de aquella pirámide especulativa.
Los años 90 y 2000 fueron, en cambio, una época de destrucción acelerada del tejido industrial. Las empresas deslocalizaron todo lo susceptible de ser deslocalizado. El modelo WW (Wal Mart – Wall Street) se impuso definitivamente. La construcción era el único sector industrial que creció – un crecimiento anormal que era en realidad la base de apoyo del apalancamiento especulativo en el sector financiero - pero en este caso se trataba además, en buena parte, de una especie de deslocalización interna a base de mano de obra inmigrante a precios de saldo.
En realidad el crecimiento de los años 90 y 2000 era más virtual que real. Entre 1983 y el 2006 la parte de los salarios en el PIB de la Unión Europea habían caído un 8,3% y los de EEUU más todavía. Así pues la economía real no seguía a la euforia financiera... si no era a base de préstamos. Los hogares norteamericanos tomaron préstamos entre 1998 y 2006 por un importe superior - ajustado a la inflación - a todos los prestamos contratados en los 30 años anteriores.
Buena parte del consumo no obedecía a la calidad de los salarios sino a la mala calidad de los préstamos. El crecimiento a partir del crac de las punto.com fue básicamente fruto de una fuerte y generalizada especulación inmobiliaria inducida premeditadamente por un sistema financiero hipertrofiado que a su vez se había lanzado a la especulación más desenfrenada, utilizando las hipotecas como combustible para una parafernalia de productos derivados.
Los años 20 fueron una época de beneficios altos y crecientes, las perspectivas parecían razonables y los precios de las acciones se habían mantenido relativamente bajos durante el primer decenio. El último batacazo especulativo se remontaba a los principios del siglo, tiempo suficiente para que el especulador de encefalograma plano vuelva a constituir el combustible necesario para la escalada irracional de los precios de los títulos. Condiciones ideales pues - el caso prematuro de Florida era una muestra - para que se desencadenara una especulación bursátil en toda regla a partir de 1927. En todo caso las autoridades colaboraron hasta cierto punto expandiendo la oferta monetaria como resultado de la presión exterior para que EEUU equilibrara su balanza de pagos.
Pero en ningún caso se trató de una especulación inducida. En cambio los sucesivos procesos especulativos de las últimas décadas han sido claramente inducidos e incluso conscientemente promovidos por la autoridades monetarias. Alan Greenspan bajó los tipos de interés al cuasi cero % real para que la "sana" especulación, que se retiraba maltrecha de las punto.com, se lanzara en picado sobre el sector inmobiliario.
La participación en la las sucesivas corridas de la burbujeante economía de los 90 y los 2000 fue inmensamente superior a los implicados en la especulación del 29. Son centenares de millones las economías domésticas directamente afectadas por el holocausto bursátil-inmobiliario, que se van a desenganchar de sus antiguos hábitos de consumo abocando al sistema a la depresión.
Se trata de un sistema incapaz crecer por si solo, si no es a golpe de especulación. El componente básico y quizás fundamental de la famosa globalización no es otro que la desaforada especulación. La dependencia respecto a la especulación es total. El sistema ha perdido cualquier capacidad funcional en condiciones de “mono”. Sin algo en que especular el sistema se colapsa.
El "mercado" no es una entelequia atemporal sino una institución normativa histórica y ha venido siendo modificado durante las últimas décadas mediante sucesivas reformas (la famosa desregulación) en beneficio primordialmente de la actividad especulativa.
El mercado real en la actualidad rezuma especulación por todos sus poros y los inversores-especuladores han interiorizado profundamente el "instinto de enjambre" durante las últimas décadas locas. Los fondos de inversión y los fondos Hedge se imitan las estrategias de inversión unos a otros (si se equivocan, el error lo habrán cometido todos y así el manager, gestor del fondo, evita responsabilidades) exacerbando así la magnitud de los ciclos especulativos de forma que vivimos inmersos en una economía de burbuja crónica global.
Del crac a la Gran Depresión, el tempo del contagio.
En el 29 el crac de la bolsa no afectó a la economía productiva de forma inmediata. Hubo de pasar un año entero antes que la economía entrara en recesión y se iniciara la Gran Depresión. La generalización de la crisis tardó 3 años en los años 30. La actual tardó 3 semanas.
En el caso actual, la magnitud y el ritmo infernal del descalabro financiero se está trasladando a la economía real de forma casi instantánea a la par que "trampa de la liquidez" está dejando sin lubricante a los engranajes del sistema económico.
Causas de la Gran Depresión 2.0 versus causas de la Gran Depresión 3.0.
Galbraith, en su famoso libro “El crac del 29” enumera, a modo de síntesis, las causas de la Gran Depresión subsiguiente:
1. La pésima distribución de la renta
Entre 1919 y 1929 la productividad en el sector industrial aumentó en un 43% aproximadamente mientras que los precios y los salarios se mantuvieron estables con lo que toda la ganancia se trasladó a los beneficios que en gran parte se dedicaron a consumo de lujo y más inversión productiva (un aumento del 6,4% anual). El factor fundamental del crecimiento eran pues las inversiones en capital estimulada por los crecientes beneficios. Los ricos cada vez eran más ricos pero invertían en la economía del país. El rígido patrón oro implicaba un pastel de dimensiones estables, el crecimiento del cual solo estaba beneficiando a un sector cada vez más restringido de la sociedad.
El 5% de ricos recibía el 1/3 de toda la renta nacional. Cuando experimentaron la licuefacción del valor de sus títulos, la contracción en la demanda resultante no podía ser compensada por la débil capacidad de consumo del resto de la población.
En los 1990s y 2000s también se produjeron fuertes avances en la productividad mientras que los asalariados perdían poder adquisitivo en términos reales al carecer de fuerza de negociación para seguir la escalada de los precios. Pero todo ello ocurría bajo unos parámetros distorsionados que distaban mucho de los que se manejaban en los años 20.
El desequilibrio en la distribución de la renta llegó a niveles inverosímiles (el 5% se queda con el 80% de la renta mundial). En EEUU el 1% rico más que triplicó su renta y el 0.1% super-rico la quintuplicó (unos 6,3 millones de $ de renta en 2006).
El consumo de lujo también aumento a cotas estratosféricas pero en cambio la inversión productiva se contrajo notablemente. Los beneficios en el sector industrial o manufacturero no respondían a las expectativas cuando se podían doblar o triplicar en un sector financiero, que libre del corsé de un patrón monetario fijo, y apoyado por la revolución informática y una legislación local y “global” favorable, se había lanzado a una alocada carrera hacia el vacío.
2. La deficiente estructura de las sociedades de la época.
En los años 20 los “holdings” y los “trust de inversión” constituyeron el frágil andamiaje para el apalancamiento especulativo. Cuando cambió el signo del mercado la palanca actuó en sentido contrario barriendo en pocos meses casi todos aquellos castillos de naipes empresariales.
En los 1990s y 2000s, los “holdings” y los “trust de inversión” seguían funcionando con ligeros retoques y cambios de denominación. Pero el apalancamiento se había dotado de un andamiaje mucho más sofisticado y potente capaz de verdaderos milagros en el ámbito de la especulación.
El nivel de concentración corporativo es muchísimo superior en la actualidad, mucho más diversificado y mucho mas apalancado. De la "calidad" de la estructura corporativa de los últimos años el ejemplo paradigmático - y el modelo - es Enron, cuya estructura se describe en otra parte de este blog.
3. La pésima estructura bancaria
Se ha atribuido a la fragilidad del sistema bancario de la época gran parte de la culpa y de la falta de reacción ante la crisis del 29. No existían las regulaciones bancarias que se impondrían durante el New Deal y que reforzarían el sistema de válvulas de contención del sistema de la Reserva Federal (No existía algo tan fundamental como es la obligatoriedad del encaje de los depósitos bancarios en el Sistema de la Reserva Federal). Cuando un banco local quebraba no podía recurrir al prestamista de última instancia y en su caída arrastraba entidades perfectamente solventes.
Sin embargo, los bancos no tuvieron un papel destacado en la burbuja que no fuera el de suministrar préstamos a los especuladores del mercado a plazo.
La crisis bancaria norteamericana empezó en 1932. En los primeros meses de 1933 se produjo un pánico bancario generalizado con colas en todas las oficinas del país para retirar el dinero depositado. Se produjo una especie de eclipse bancario total con más de 11.000 bancos - un 40% del total - quebrados en EEUU entre 1929 y 1933.
Las transacciones económicas se redujeron a mínimos vitales. Los precios y los salarios cayeron en más de un 33% y las acciones perdieron un 90% de su valor. En 1933 el PIB norteamericano cayó en un 26% y el desempleo subió al 24%.
Las autoridades declararon el cierre (corralito) en New York y Chicago y D.Franklin Roosevelt organizó unas vacaciones bancarias de 4 días el 5 de marzo de 1933. Después de las "vacaciones", Roosevelt escogió los bancos que iban a sobrevivir (el 45%) a base de recapitalizaciones y supervisión gubernamental y dejó caer al resto. Después se crearía el Fondo de Garantía de Depósitos y se reorganizaría el sistema de la Reserva Federal y se reforzaría se papel de prestamista de última instancia.
En los 1990s y 2000s los bancos se convirtieron ellos mismos en los principales agentes que facilitaron el combustible especulativo. Reconvirtieron sus estructuras en verdaderas casas de juego descapitalizadas. Se apropiaron de los recursos de los pensionistas (que se encontraron, sin saberlo, asumiendo cotas altísimas de riesgo con los ahorros de toda una vida). De entidades de depósito y crédito se metamorfosearon en cadenas de producción y amasamiento de sofisticados y camaleónicos “productos financieros” capaces de convertirse ellos mismos en objeto de la especulación más desaforada.
La montaña de derivados financieros, buena parte de ellos pura basura financiera, alcanzó la espeluznante cifra de 500 billones de $, unas 10 veces el total del PIB mundial.
Muchas de las más respetadas firmas financieras funcionaban en la práctica como macrofondos hedge, involucrados en lo más inconfesable de los trapicheos financieros. (ver los artículos: Ingeniería financiera y Paraísos fiscales)
Los beneficios del sector financiero representaban en 2004 el 40% del total de beneficios corporativos norteamericanos. En 1964 representaban escasamente el 2%. El enorme peso relativo del sector financiero iba a la par con su influencia política y su capacidad dictar normas, políticas y prioridades.
Los niveles de apalancamiento eran del orden del 400 por uno en muchos casos. El resultado fue que el apagón bancario actual no tardó los 3 años de la versión de los años 30 sino tan solo unos pocos meses.
4. Comercio exterior, la liquidez internacional y el proteccionismo
En los años 20 EEUU tenía superávit comercial y prestaba al exterior. El crac implicó la liquidación de los créditos al exterior, con los cuales se había venido equilibrando la Balanza Internacional de Pagos (EEUU exportaba más que importaba). Desde entonces el balance sólo pudo equilibrarse, principalmente, mediante una reducción de las exportaciones. Esto derrumbó los mercados algodoneros, del trigo y del tabaco.
Además, la retirada de los capitales invertidos en Europa generó a principios de los 30 una crisis financiera en el viejo continente que al final se internacionalizaría. La caída de un banco austriaco, ya afectado por la retirada de fondos franceses que cuestionaban la unión económica entre Austria y Alemania (Anschluss), afectó a bancos alemanes y a su vez originó un pánico sobre la liquidez del Banco de Inglaterra con retiradas masivas de depósitos, que obligarían al Reino Unido a declarar la inconvertibilidad-oro de la libra esterlina, la cual entraría flotación libre. Para acabar de complicar las cosas, en la conferencia de Lausana, los deudores a EEUU decidieron suspender los pagos de la deuda. EEUU reaccionó con la Debt Default Act, que prohibía cualquier préstamo a un país que no hubiera cumplido con sus obligaciones crediticias.
En junio de 1930 EEUU volvía al proteccionismo con la aprobación de la Hawley Smoot Tariff Act, que para el resto de países significaba una declaración de guerra comercial. El Reino Unido abandonó el patrón oro en septiembre de 1931 y dejó caer la Libra, disparo de salida para una carrera de devaluaciónes competitivas. Además instauró un arancel proteccionista advalorem de una media del 50%. El ejemplo conduciría a una guerra comercial todos contra todos y el comercio internacional acabaría cayendo en un 25% (en términos físicos) en los siguientes tres años.
Seguramente, la guerra comercial y la caída del comercio internacional contribuyeron a agudizar los problemas de las economías más desarrolladas, pero en cierta forma permitieron a otros países "desacoplarse" de la crisis en un proceso sustitución de importaciones y autarquía económica, como fue el caso de España. La "globalización" en los años 30 no tenía nada que ver con la del siglo XXI.
Los los economistas neoliberales cargaron la culpa de la depresión al proteccionismo. En realidad la contracción del comercio tuvo lugar entre enero de 1930 y julio de 1932, es decir, antes de la implementación efectiva de las medias proteccionistas. La causa de la contracción comercial se debió a la contracción de la liquidez y el crédito internacional a causa de la crisis financiera, contracción que se tradujo en un alza brutal del precio del transporte internacional. En 1930 la liquidez internacional se contrajo en un 35,7% y en 1931 en un 26,7% más. (Sociedad de Naciones: Boletín económico. 1933. Ginebra).
Al contrario de las tesis neoliberales, el proteccionismo contribuyó a suavizar, más que a agravar, la profundidad de la gran depresión de los treinta. En ciertos casos, el proteccionismo, tan bilipendiado en la actualidad, evitó crisis brutales de Balanza de Pagos que hubieran forzado a los países implicados a la autarquía.
En España las importaciones no llegaban al 8% del PIB y las exportaciones superaban en pocas décimas el 6%. La tendencia a la autarquía se mantenía desde principios de siglo y la presión popular y el advenimiento de la 2ª República, implicaron una subida notable de los salarios reales entre (el 20 y el 30%) con lo que el consumo se mantuvo en los parámetros anteriores a los años 30. Aquí el hundimiento económico sería consecuencia de la guerra civil.
La situación exterior ha cambiado radicalmente en la actualidad. EEUU arrastra desde hace años un déficit comercial creciente y un enorme endeudamiento exterior que financia a su vez con una deuda pública de proporciones gigantescas (más de tres veces el PIB) soportada en buena parte por capitales extranjeros, todo ello sólo posible por el papel del dólar-papel como patrón monetario internacional.
Este creciente desequilibrio ha sido aprovechado para apoyar las andanadas especulativas de los últimos años. El prestamista de última instancia ya no es la Reserva Federal, ni siquiera el gobierno de los EEUU, sino el conjunto del planeta que se ve chantajeado a financiar el doble déficit norteamericano ante la amenaza inminenete del derrumbe del sistema internacional de pagos.
Por otra parte no es previsible una guerra comercial del calibre de la de los años 30 dado que la capacidad industrial no se halla tan uniformemente distribuída por todo el planeta como ocurriera en la primera Gran Depresión y por otro lado, aunque uno empieza a dudarlo, de algo debería servir la experiencia histórica.
5. Los conocimientos de economía.
En los años 20 y 30 hubo malos economistas y perversos consejeros que durante la crisis y la depresión cargaron su orientación hacia el tipo de medidas más apropiadas para empeorar las cosas. Se apostó por el equilibrio presupuestario y hasta 1932, EEUU se dedicó a aumentar sus reservas de oro, a pesar de la deflación general, y a impedir cualquier iniciativa para la devaluación del dólar. El temor a la inflación mantuvo los tipos de interés altos enrareciendo el crédito.
En los 1990s y 2000s, la inopia de las cátedras de economía se se manifestaba en la contemplación extasiada del fenómeno de la Globalización, una especie de estadio superior del sistema económico que lo convertía en algo admirable, irremisible, inatacable, y por supuesto insumergible.
Ben Bernanke que, a parte de su cargo en el departamento del tesoro de los EEUU, es un reconocido economista, seguidor de Milton Friedman y experto, como su mentor, en la economía de la Gran Depresión, siempre ha mantenido que la Reserva Federal, al restringir el crédito, fue responsable de la intensificación y profundización de la crisis de los 30.
Como él, la mayoría de los economistas y banqueros centrales de las últimas décadas creían que conocían perfectamente como prevenir una depresión y consideraban que disponían además de las "herramientas" adecuadas para ello.
Consecuentemente, "helicopter Ben" a asumido la dirección de quizás el más caro experimento en la historia: Intentar evitar otra Depresión usando políticas económicas anti-incendios inspiradas en Friedman. Más de un billón y medio de dólares de entrada.
El problema es que los parámetros de la G.D.3.0. distan años luz de los que determinaron el hundimiento de los años 30 que, por otra parte, dificilmente se hubieran evitado estando al mando los paladines de la Escuela de Chicago.
Los jóvenes neocon, inspirados por M. Friedman, que desplazaron a lo socialistas de Islandia en 1991, implementaron un programa de privatizaciones (los mayores bancos fueron privatizados), rebajas de impuestos (el impuesto de sociedades pasó del 50% al 18%), reducción del gasto público, desregulación finananciera, flotación de la corona, ect. con el aplauso inmoderado del FMI y la OCDE, que ponían al país como estandarte y se extasiaban ante la evidente, aunque ya ampliamente cuestionada, bondad de sus políticas.
Los bancos y negocios islandeses, con el apoyo de su gobierno, se expandieron agresivamente al exterior (principalmente hacia el Reino Unido y Holanda), gracias al mínimo de reservas exigido tras la desregulación. Un enorme apalancamiento que permitiría a los tres principales bancos islandeses generar unos activos más de diez veces superiores al PIB del país. Islandia se había convertido en un gigantesco fondo hedge, mientras que los islandeses doblaban a los americanos en nivel de endeudamiento. Nadie había previsto los riesgos inherentes de la alta exposición a los traicioneros vapores de la globalización cuando tu moneda no es el dólar. Cuando la liquidez interbancaria se secó, los bancos islandeses sumaron tres "Northern rocks" más a añadir a la fusión generalizada del sistema financiero.
Como ha venido ocurriendo muy a menudo, las indicaciones de los economistas parecen funcionar cuando todo va bien y dejan de funcionar en absoluto cuando las cosas se complican.
Recesión subyacente y especulaciones inducidas.
Este ha sido el contexto económico en el que se ha fraguado la situación actual. Los discípulos de Friedman interpretaban las fiebres especulativas como saludables y, por supuesto, perfectamente controlables, a pesar de algunas consecuencias indeseables para los incautos que resultaban pillados en ellas. En realidad las especulaciones de los últimos años han sido conscientemente promovidas, inducidas e instrumentadas desde los años 80, como la panacea frente a la recesión subyacente y en realidad, como las dosis que mantenían despierta una economía globalizada que hacía aguas por todas partes.
Los gurús de “la nueva economía” se postulaban ellos mismos como el nuevo valor del crecimiento exponencial, gracias a la “economía del conocimiento”, donde las “ideas” se constituyen en las nuevas fuerzas productivas que dejarían en un papel menor a todas las demás, justificando de paso la deriva especulativa, el salvaje proceso de deslocalización industrial y la terciarización de las economías occidentales, en beneficio exclusivo de unos cuantos altos ejecutivos de las omnipotentes macro-corporaciones multinacionales.
Los conocimientos de economía fallaron estrepitosamente en prever la magnitud de los acontecimientos. Los complicados modelos econométricos demostraron que sólo servían para regodearse - y obtener buenos márgenes de los clientes- cuando las cosas iban viento en popa. Nadie había pensado en modelos en los que las cosas empeoran seriamente.
No intervención en el 29 versus intervención loca en el 2008
"a bailout package that entirely ignores the elephant in the room" (un rescate que ignora que hay un elefante en la sala)
A parte de las fechas del calendario, se repiten también algunos "tics" como es el caso de la “reunionitis aguda” de los fines de semana o las declaraciones conjuntas de los banqueros llamando a la calma. Los lunes negros o los rebotes ("rebote del gato muerto" según la jerga del parquet) sucediéndose unos a otros vertiginosamente.
Se ha acusado a los gobiernos de los años 20-30 que no reaccionaron y que más bien se inhibieron de la situación de sus mercados de valores. Entonces, como ahora, se hicieron multitud de reuniones de nivel, pero aquella reunionitis formaba parte de la tradición anglosajona del "meeting" o la lluvia de ideas, que en general acaba sin ninguna resolución. El "laissez faire" se impuso ante la inoperatividad pública. La mayoría de las acciones se desvalorizaron completamente y se produjo una espiral deflacionista que se llevó por delante industria, comercio y sector agrícola alzándose altos índices de paro y miseria.
A diferencia de entonces los actuales gobiernos sí están saliendo a la palestra, pertrechados con los fondos de los contribuyentes de hoy, y por lo visto, de muchas décadas venideras.
Tanto Milton Friedman como Ben Bernanke, y como ellos el resto de cabezas pensantes de la globalización neoliberal, pensaban que disponían de los conocimientos e instrumentos para impedir que un gran crac financiero desencadenara una nueva Gran Depresión. Ben Bernanke, en noviembre de 2002, con el crac de las punto.com aún coleando, alardeó de sus conocimientos sobre la Gran Depresión 2.0. y afirmó: "Confío que la Reserva Federal tiene suficientes instrumentos a su alcance para asegurar que cualquier amenaza de deflación que pueda producirse sería suave y breve"... y comparó este instrumental a "un helicóptero lanzando sacos de ayuda financiera" con lo que consiguió el cariñoso mote de "Helicopter Ben".
Ha sido en este estado de perfecta autocomplacencia y absurda prepotencia que los mercados especulativos se lanzaron a una alocada escalada especulativa mil veces superior a la de 1929, capaz de disparar el resorte de un incendio de características infinitamente más graves e incontenibles que el de los años 30, a pesar de sucesivas oleadas y flotas enteras de helicópteros de ayuda financiera.
En la práctica se está abriendo una ventanilla de última instancia para jugadores compulsivos y manirrotos, en fase depresiva, que la van a emplear en lo único que saben hacer, una orgía especulativa final, apostando sus propias vísceras.
New Deal social vs New Deal Bancario
Se trata de un trasvase de riqueza de colosales proporciones - ya vamos por los 3 billones de dólares - desde los contribuyentes actuales y sus hijos, es decir, los no ricos (o aún no pobres) , para cubrir la desvalorización de los sofisticados títulos de renta fija en manos de los ricos que no pagan impuestos. Ésta es la hiperhipoteca "prime" que nos están endosando a cambio de las "subprime" al calor del rebote agonizante de las bolsas.
Pero además se está jugando con fuego si la capacidad de endeudamiento del estado comprador no alcanza y algunos fondos hedge se lanzan contra su moneda. Es lo que le ha pasado a Islandia. En la sala de espera están ya Hungría, Nueva Zelanda, Rumania, Turquía y Sudáfrica, todos con enormes tasas de endeudamiento externo y sin la ventaja - patrón-monetaria - del Gran Deudor por excelencia, los EEUU, con un endeudamiento de más de tres veces el PIB.
Pero al mismo tiempo se está hipotecando el capital que en los años treinta acabó sacando a la economía de la recesión. El New Deal y las ayudas posteriores al sector productivo fueron posibles gracias a unas finanzas públicas saneadas que incluso permitirían Planes Marshall para sacar del atolladero a las demás economías.
La Administración Roosevelt, a partir de 1932, promovió varios programas para mejorar la situación de los desempleados, sacó adelante una legislación para la recuperación del sector agrícola, implementó la National Industrial Recovery Act que estableció incentivos y subsidios al sector industrial, la National Labor Relations Act que establecía unas relaciones laborales más justas, la Social Security Act que proveía seguro de desempleo y aseguraba las pensiones de los mayores, ... Todo eso gracias a que no se habían malbaratado los recursos públicos en salvatajes, "nacionalizaciones" de pérdidas ni compras de obligaciones basura.
Roosevelt no puso delante del carro al sistema bancario sino la sociedad y la economía real. Sólo tras la recuperación de lo fundamental seguiría la recuperación de las finanzas.
Roosevelt hizo construir o renovar 2.500 hospitales, 45.000 escuelas, 13.000 parques, 7.800 puentes, 1,5 millones de Km de autovías, miles de aeropuertos. Contrató 50.000 maestros y reconstruyó enteramente el sistema de escolarización rural. Contrató 3.000 escritores, músicos, escultores y pintores. Empleó cerca del 60% de los parados en trabajos públicos y proyectos de conservación que plantaron mil millones de árboles, construyeron la Catedral del Conocimiento en Pitsburgo, el Capitolio de Montana, la urbanización de la orilla del lago de Chicago, el complejo del Tunel de Lincoln en Nueva York, el complejo energético del valle del Tennessee (TVA)...
El New Deal disminuyó el desempleo desde el 25% en 1933 al 10% en 1936 y representó una recuperación física, moral y política de la sociedad norteamericana y de su confianza, sentando las bases para la recuperación tras el estallido de la 2a G.M.
El sector financiero no levantó cabeza hasta los años 50. La trampa de la liquidez siguió constriñendo el crédito en tanto que los salarios podían comprar a penas la producción un sector productivo trabajando medio gas. Sólo la enorme demanda generada por el conflicto bélico fue capaz de superar, por fin, la capacidad instalada y generar la recuperación.
El sector financiero tardó pues 20 años en recuperarse del crac del 29 y lo hizo detrás de la recuperación y no delante.
De nada de todo eso se habla en las reuniones de más alto nivel de los ajetreados fines de semana. Gordon Brown sale diciendo que nacionalizará todos los bancos ingleses, es decir, "asumirá todas sus pérdidas". Si no se trata de una bravuconada, varias generaciones de británicos van a acarrear el pago de intereses y capital de una deuda espeluznante. No contento con ello, da orden de aplicar la "ley antiterrorista" confiscando todas las propiedades de titularidad islandesa en su territorio porque algunos de sus conciudadanos habían depositados sus ahorros en las cuentas de altos rendimientos de los quebrados bancos de Reikiavik.
Así pues estamos enfrentando un fenómeno de unas proporciones inmensamente mayores que las de los años 20-30 y las reacciones que estamos viendo son propias de un atajo de dirigentes irresponsables, incoherentes e irracionales, y son medidas exclusivamente diseñadas para cubrir las pérdidas de los grandes jugadores de la economía casino y de un alcance y unos costes absolutamente suicidas.
En un crescendo de declaraciones "de alto nivel" - G8, FMI, Banco Mundial, Reunión de jefes de Estado (entre ellas, la patética declaración de los líderes de la "sólida" banca española) - anunciando machaconamente que la situación está controlada, o que se controlará pronto, se oculta la enorme deuda impagada de Lehman Brothers, el billón en tarjetas de crédito fallidas en los activos de JP Morgan y Bank of America, la caída en picado de de General Motors y en general toda la industria automovilística, la quasi bancarrota de las finanzas locales norteamericanas, la ruinosa situación del Silicon Valley o las dificultades financieras de la gigantesca General Electric.
Hemos traspasado ya el umbral - como ocurriera también en 1929 - a partir del cual el silencio es preferible a las declaraciones de calma, que acaban teniendo un efecto totalmente contrario al que pretendían. Es la misma gestión de la crisis la que ha entrado en crisis.
En las condiciones actuales el crac del 29 hubiera sido un minicrac, y a la depresión que lo sucedió habría también que cambiarle el adjetivo pues la verdadera GRAN Depresión, con mayúsculas, es la que nos va a tocar vivir -y quizás para algunos afortunados sobrevivir - a nuestra generación.
Tras la Gran Depresión 2.0.: Reforma legal, institucional, y sobre todo social
Aunque tarde, a partir de mediados de los 30 se instrumentaron una serie de reformas legislativas y se procedió a la reforma y/o creación de un entramado de instituciones de control (obligatoriedad del encaje de los depósitos bancarios en el Sistema de la Reserva Federal, las leyes de quiebra, la SEC (Comisión del Mercado de Valores), prohibición de la especulación a futuros, separación entre banca comercial, susceptible de recurrir a la ventanilla del Banco Central, y banca de negocios, ...
En cuanto al factor primordial, la distribución de la renta, entre 1929 y 1948 la parte del total de la renta personal correspondiente al 5 por ciento de la población con ingresos más altos disminuyó de casi un tercio a menos de un quinto del total. Entre 1929 y 1950 la parte de la renta familiar total recibida en concepto de pagas, salarios, pensiones y subsidios de paro – básicamente la renta del ciudadano medio - aumentó del 61% al 71%. Aunque los dividendos, intereses y rentas aumentaron también globalmente, el porcentaje disminuyó del 22% al 12% del total de las rentas personales familiares.
A los ricos les tocó pagar impuestos. El mismo Hoover aumentó en 1932 el tramo más alto desde el 25% al 63%. Roosevelt lo subiría hasta el 79%. Durante la 2a G.M. la tasa varió entre el 81 y el 92% y entre 1940 y 1964, el tramo más alto implicaba una tasa impositiva del 90%.
Los altos impuestos a que estaban sometidos los beneficios empresariales obligaban a las corporaciones a reinvertir la mayor parte de la riqueza generada (equipamiento, formación, instalaciones, investigación y desarrollo, ... )
A las compañías de gas natural, electricidad, suministro de agua, telecomunicaciones, ... proclives a los abusos por monopolio, se les impuso un corsé regulatorio estricto para asegurar el suministro a unos precios decentes al consumo ( Public Utility Holding Company Act, Federal Power Act, Federal Communicatios Act). Debían solicitar permiso expreso para efectuar ampliaciones de capital o emisiones de empréstitos. Las transacciones entre filiales estaban controladas y las subsidiarias "offshore" y "off-books" prohibidas. Las "donaciones" a políticos fueron especialmente prohibidas.
La economía norteamericana experimentaría una de sus mejores etapas de expansión en todos los órdenes hasta la década de los 70. Desde el inicio del New Deal hasta la entrada de los EEUU en guerra, la economía norteamericana experimentó un crecimiento del 58%.
¿Es posible repetir el esquema del New Deal en las condiciones actuales?
La crisis de sobreproducción se destapa.
El problema es que la crisis financiera no es más que la superficie de la gran crisis de sobreproducción que ocultaba y que ahora empieza a manifestarse en toda su crudeza.
No estamos "sólo" ante una crisis de sobreproducción en el 1r mundo, sino ante una crisis estructural, poliédrica y por tanto sistémica, consecuencia de la brutal polarización de la riqueza en manos de una ínfima minoría que casi no paga impuesto alguno y no sabe que hacer con todo el dinero de que dispone. El 5% rico controla la misma cantidad de renta que el 80% de abajo.
El resultado es una situación aberrante en la que la capacidad productiva se emplea en la producción de ingentes masas de productos en buena parte superfluos o de lujo ("quemando" buena parte de los recursos del planeta) empleando una fuerza de trabajo que no puede adquirir lo que produce (el 80% de la población mundial vive con menos de 10$ al mes) mientras las ONGs y fundaciones tipo Melinda Gates se encargan de tranquilizar conciencias.
Se trata pues de una crisis múltiple que se retroalimenta. Sobreproducción creciente en el centro y miseria creciente en la periferia, en un entorno medioambiental exhausto y quizás ya irremisiblemente desequilibrado.
Se abandonó hace tiempo la idea de Henry Ford de pagar al trabajador lo suficiente para que pueda comprar los productos que crea. La idea era trivial pero evidentemente no cuadraba con la irracional codicia capitalista cuando no hay nadie que se le oponga.
La paradoja, un verdadero salto mortal sin red, fue la generación de una última burbuja derivado-crediticia, tan encomiada hasta hace muy poco por todas las cátedras, a raíz de la cual se generó la ilusión del crédito a largo plazo para todos sin contrapartida real alguna. La casa, la tarjeta oro, el coche, los estudios en la universidad de pago... para un consumidor sin renta ni recursos, a cambio de una simple firma apresurada en un pseudo-contrato. Un pastel capitalista al alcance de todos o al menos de muchos. El "win win", el todos ganan, de la escolástica económica universitaria de los últimos años.
En realidad se retrasaban los efectos de la sobreproducción a base de una espiral crediticia sin precendentes que, a parte de proporcionar inmensas ganancias a los especuladores, permitía mantener el consumo de forma artificial mientras la pirámide crediticia se hacía gigantesca.
Hacia la Gran Depresión 3.0. El modelo WW
Incluso para el centro la situación es mucho peor que en el 29. Entonces, en EEUU y en Europa, existía una capacidad industrial y manufacturera que, si bien se hundió a causa de la incapacidad supina de las clases gobernantes, estaba allí a disposición de la recuperación.
Pero las causas profundas de aquella gran depresión también hay que ir a buscarlas, como ahora, en la desproporción en la distribución de la riqueza y las rentas durante los años 20. Al volatilizarse el valor de las acciones, el consumo y la inversión de los ricos cayó en picado iniciando el círculo vicioso de la depresión.
Hoy día la economía norteamericana, el gran consumidor del mundo, es un caparazón hueco, donde la ocupación y los sueldos dependían, al margen del sector de la construcción, de un sector hipertrofiado de servicios, el modelo WW (Wal Mart-Wall Street) que se está deshinchando al ritmo de las bolsas. La situación de las economías europeas, aunque no en una situación tan lamentable, no es mucho mejor.
Los ciudadanos de EEUU empiezan a darse cuenta de la realidad. Es el país el que está en bancarrota, no solamente un puñado de instituciones financieras. Sus obligaciones financieras son impagables, el valor de sus activos es una ilusión (una pérdida del 30 por ciento en el valor de las acciones representa una desvalorización de unos 7 billones de dólares) y es este mundo ilusorio el que se está fundiendo al calor de la depresión. El 29 de septiembre la Bolsa de N.Y. perdió en una sola sesión más del doble del plan de rescate.
En EEUU donde 51 millones de familias tenían casa propia, 8 millones están perdiendo sus casas. Si el descalabro inmobiliario lleva al 30% la desvalorización residencial, el número de desalojos podría llegar a los 21 millones. 2 billones de dólares se han evaporado ya de los ahorros y el paro avanza imparable.
La deuda pública y privada de los EEUU ya supera el 350% del PIB USA, una cifra descomunal cuyo principal nunca será capaz de pagar y quizás ni siquiera podrá hacer frente al servicio de los intereses. Los EEUU son básicamente insolventes.
El P. C. Chino tiende un cable a norteamérica. Bancos centrales y fondos soberanos (el Banco Central Chino, Banco Central Ruso, entre los más destacados) están financiando la escalada del déficit fiscal alimentado con los sucesivos paquetes de rescates y lo que impide que la economía americana se vaya a pique (como les ocurriera a Argentina y a las economías emergentes en los 90 y le ha ocurrido a Islandia esta semana). Si Mao el senador Mc. Karthy levantaran la cabeza.
EEUU está literalmente quemando el dólar como último recurso frente a la crisis, pero ello afecta negativamente a los exportadores hacia Estados Unidos, casi todos con enormes capacidades instaladas para producir unos bienes que ya no encuentran quien los compre.
EEUU no está en condiciones de liderar una recuperación - y quizás ni siquiera una "autorecuperación"- dado el enorme y creciente endeudamiento público financiado por gobiernos e inversores extranjeros.
Evolución del endeudamiento exterior USA:
El 30 de septiembre el marcador de la deuda (National Debt Clock) tuvo que ser sustituido porque no daba para más. La cifra no cabía en el "display". Había superado los 10 billones de dólares. (cada hogar norteamericano debe 86.000 dólares al extranjero)
2008 $9,634,090,464,815.55
2007 $9,007,653,372,262.48
2006 $8,506,973,899,215.23
2005 $7,932,709,661,723.50
2004 $7,379,052,696,330.32
2003 $6,783,231,062,743.62
2002 $6,228,235,965,597.16
2001 $5,807,463,412,200.06
2000 $5,674,178,209,886.86
El fin del actual patrón monetario está cantado. Lo que está por ver - y quizás por eso se retrasa - es como se va a producir la "desdolarización" y todo apunta a que ocurrirá en un marco de pánico y sálvese quien pueda ( la Libra inglesa, gracias la afición de Gordon Brown por la ruleta rusa, podría seguir el destino poco afortunado de la corona islandesa en un futuro no muy lejano).
Las fichas del dominó siguen cayendo a pesar de todos los planes de rescate: Rescate público del gigante hipotecario británico HBOS, derrumbe del la bolsa China con un sector bancario que hace aguas por la crisis inmobiliaria (olímpica). Caída en picado de la bolsa brasileña y huída de capitales asustados por la debilidad del mercado de créditos al consumo. Rusia, que aparecía hace tan solo unas semanas como "prestamista de última instancia" - crisis islandesa -, gracias a los beneficios colaterales de la loca especulación en hidrocarburos, tiene que cerrar día si, día también, sus mercados de valores destrozados por el actual picado del Dragon Khan especulativo. ING afronta su liquidación inminente por la retirada masiva de depósitos....
El anuncio de un apresurado Bretton Woods 2.0 para "refundar el capitalismo" confirma que la inminencia del colapso es ya de dominio público. Pero en 1944 EEUU disponía de unas reservas inmensas de oro, una capacidad industrial enorme, unas finanzas públicas saneadas y una Balanza de Pagos equilibrada. ¿Qué sistema monetario internacional se podrá "refundar" en las condiciones actuales de escalofriante endeudamiento y desequilibrio comercial?
En EEUU y en el resto del mundo, dada la enorme desigualdad en la distribución de la renta, los consumidores ricos copaban la mayor parte del consumo. El batacazo financiero y la licuefacción de sus activos está provocando el retraimiento del consumo de lujo y de la inversión productiva, arrastrando a enteros sectores productivos a escala internacional.
Ya ocurrió algo parecido en los años 30. El 5% de ricos recibía el 1/3 de toda la renta nacional y los ricos sólo consumen bienes suntuarios, ahorran o invierten el resto. Pero todo aquello ocurrió a menor escala en comparación con las cifras y los desequilibrios actuales.
La sobreproducción subyacente ya retraía la inversión que no encontraba otra colocación que la pura especulación. Los descomunales niveles de apalancamiento exigían absorber todos los fondos disponibles, estuvieran donde estuvieran. Los enormes depósitos de pensiones bajo supervisión pública eran una bocado difícil de dejar al margen y pronto se orquestó una agresiva campaña amañada para sacarlos de la seguridad - con ínfimos costes de mantenimiento - del depósito público, y reconvertirlos en una enorme masa de fondos de pensiones privados de diseño, a disposición de creativos "managers" bancarios que los convertirían en poderosos instrumentos de hiper apalancamiento financiero, para finalmente fundirlos en el holocausto financiero actual.
Los despedidos ya son centenares de miles, los ahorros de los retirados y de los que estaba a punto de retirarse se han desvanecido y la evidencia de la depresión se irá agudizando día tras día. La huida de cualquier activo de riesgo (sobre todo hacia el oro) está dejando al cayuco en que se ha convertido el 3r mundo a la deriva.
China y el resto de economías industriales, con problemas de sobrercapacidad productiva, sufrirán las consecuencias de la contracción en primer grado, ya que todo el tejido productivo, político e institucional no están orientados a cubrir las necesidades de su enorme población famélica sino al endeudado consumidor irracional norteamericano y europeo y a sus émulos autóctonos, lo cual excluye un giro hacia a dentro en un plazo adecuado.
La contracción de la producción en China arrastrará a sus principales proveedores, Japón y Corea del Sur en una cadena imparable. Incluso la India, capaz de un desacoplamiento hasta hace poco, sufrirá las consecuencias de su tardía aunque entusiasta incorporación a los mercados globales.
De la estanflación a la deflación pura y dura en un plis plas
La Gran Depresión 3.0. ya ha empezado. Es la sensación que nos embarga ante un enorme abismo a nuestros pies. La deflación ya supera la capacidad de monopolios y oligopolios de mantener sus precios. Cae el petróleo y detrás las materias primas y manufacturas y a una velocidad de vértigo según las pautas de la especulación desenfrenada. La estanflación era una aviso de recesión en ciernes. Ahora hemos entrado ya en una espiral deflacionista dantesca.
La producción cae, los despidos son masivos, las administraciones locales están al borde del colapso, (Schwarzenegger está implorando un préstamo federal de emergencia para poder pagar a sus funcionarios del macro estado de California) , el consumo de las economías domésticas está en lo justo para ir tirando.
El paro generalizado y la miseria galopante se extenderán como una mancha de aceite por todo el planeta, puesto que el tempo de caída, vistos los parámetros de la expansión de la crisis financiera, va a mostrarse infernal, tanto más cuanto que los trabajadores se hallan en estado de shock y falta de preparación ideológica para ofrecer resistencia.
Sin redistribución no hay solución
Max Wolff: "Cuando llueve en la cima de la montaña, los que viven abajo se ahogan"
El New Deal no apareció espontáneamente de la imaginación y buena voluntad de la Casa Blanca. Por el contrario fue la respuesta adaptativa a la mayor movilización obrera de la historia de Norteamérica y en la que jugó un papel primordial un amplio sector marxista de la intelectualidad de la época.
De hecho hubo dos New Deals. El primero cubrió el período desde la elección de F.D. Roosevelt hasta 1936. Durante este período la intervención pública se destinó básicamente al salvataje del sector bancario, del sector inmobiliario, las administraciones locales y los ferrocarriles.
El llamado 2º New Deal se desarrolló a partir de 1936 cuando el énfasis se desplazará desde los programas de salvataje a programas de protección social. Fue la época de la Works Progress Administration (dio empleo a 8.5 millones de personas y financió cerca de 225.000 proyectos de empleo) y de la ley de seguro de desempleo, la ley de seguridad social, la Wagner Act que garantizaba el derecho a la organización obrera...
Pero el estímulo definitivo que arrancó del paro a los norteamericanos fue la gran guerra.
EEUU entró en guerra cuando ésta ya estaba muy avanzada, en diciembre de 1941. Su única actuación antes de la intervención directa fue un negocio que resultó muy rentable: la venta de material bélico a los países «aliados» -que se hacía de forma abierta y en nombre de la lucha contra el fascismo- y también a los países del «eje», a través de estados neutrales o de los monopolios norteamericanos instalados en el extranjero. De hecho, gracias a los beneficios que obtuvieron en la contienda mundial, los EEUU superaron una grave crisis económica (más de nueve millones de parados y un potencial productivo subutilizado)
En ningún momento de su historia los Estados Unidos habían registrado un crecimiento tan gigantesco de su producción. Se crearon industrias de armamento y aumentó vertiginosamente la actividad de los astilleros y la industria de la aviación, los cuales representaban el 42% de la producción nacional durante los tres últimos años de la guerra. Para recaudar los fondos necesarios para este nuevo arranque económico se aumentaron drásticamente los impuestos y se emitieron bonos de Estado. La industria duplicó su producción entre 1939 y 1945, constituyendo los materiales de guerra el 66% del total industrial en 1943.
Hoy día todo esto ya no es posible. El impulso económico que significó el armamentismo de los años 40 se debió a que se partía casi de cero. Hoy día, el gasto militar de los EEUU representa ya, por si solo, la mitad o más de todo el gasto mundial.
Por otra parte, la naturaleza tecnológico-intensiva del material militar, y el hecho de que la mayoría de los componentes del sofisticado material de guerra, como todo lo demás, se producen fuera de sus fronteras, hace poco recomendable esta vía como instrumento anti-depresión.
La "industria de guerra" la constituyen opacas empresas de servicios y subcontratación como Kellogg Brown & Root (KBR), la espabilada filial de Halliburton.
Gran depresión y Globalización
Una diferencia cualitativa respecto a otras depresiones es la globalización, la habilidad del capital y la producción de desplazarse alrededor del globo sin restricciones.
La Globalización implica que las medidas anticíclicas tradicionales dejan de funcionar o tienen resultados inesperados. Los estímulos a la economía del R. U. en 1986 no consiguieron aumentar el PIB británico sino que aumentaron la inflación y las importaciones. La impresionante expansión del gasto público japonés en los 90 no sacó al gigante nipón del estancamiento sino que acabó hinchando los valores de Wall Street.
En condiciones de globalización puede perfectamente ocurrir que los estímulos fiscales para reactivar la producción y el empleo "funcionen", pero en países distintos del nuestro.
Estimular el consumo mediante rebajas de impuestos o "cheques de estímulo" puede que estimule la producción en ... "China".
Por otro lado la globalización y las políticas neoliberales han limitado, sino suprimido, la capacidad de maniobra monetaria de los países. Ya no podemos devaluar la peseta para estimular las exportaciones y frenar las importaciones, estimulando así la producción y el empleo autóctonos.
La receta maltusiana asoma de nuevo
Con la presión de la globalización, los sistemas de protección social están bajo mínimos, incluso en países como Alemania o Francia. La línea de la pobreza ha ido subiendo en los años de vacas gordas al tiempo que la polarización social se disparaba.
Caída del consumo, caída de la inversión productiva, caída de la demanda, más paro, menor consumo aún, nueva oleada de impagados y nueva debacle financiera, y así sucesivamente. El círculo vicioso de la depresión.
Las situaciones de desabastecimiento y caos se van a multiplicar y posiblemente a generalizar. Argentina, y ahora Islandia, constituyen malos presagios de lo que se nos viene encima. Varios países europeos están ya en la cuerda floja: Latvia, Lituania, Hungría, Irlanda, ... Y mientras el oro no para de subir y subir.
La crisis hará aumentar exponencialmente la polarización social y, sin resistencias previsibles, las leyes maltusianas empezaran a operar reduciendo la depauperada población sobrante. Ya pasó en Rusia como consecuencia de las terapias de choque y las privatizaciones de los 90. No fue el alcohol, sino el frío, la miseria y los suicidios económicos, lo que redujo en más de 3 millones la población rusa. Algo parecido empieza a ocurrir en Norteamérica - La entrada en Google "suicide evictions foreclosure usa" abre una larga sucesión de casos recientes -.
En realidad ya vivimos en El planeta de los slums, lo paradójico es que los habitantes del 3r mundo están mejor preparados para sobrevivir en condiciones de Gran Depresión. Pocos norteamericanos - y europeos - pueden plantearse siquiera lo que significa sobrevivir con menos de 10$ al día.
Durante la primera Gran Depresión los llamaron Hoovervilles (en honor al presidente Herbert Hoover),a los slums donde se acinaba la población marginal deshauciada. Las "Bushvilles" del siglo XXI ya se están generalizando en EEUU.
La mayoría de la población del planeta ya hace tiempo que vive en la Gran Depresión. La GD 3.0. simplemente reducirá a una porción considerable de la población del 1r mundo feliz a las condiciones que ya imperan para la gran mayoría de la especie humana, siempre y cuando no se opte masivamente por el suicidio económico.
Por cierto, una última diferencia entre 1929 y 2008. A pesar de la creencia popular, la tasa de suicidios en 1929 no fue superior a la de los años anteriores. La tasa de suicidios de 2008 en adelante podría dispararse, en cambio, trágicamente.
link del documento: http://crisiscapitalista.blogspot.com/2008/10/1929-vs-2008-semejanzas-y-diferencias_26.html
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