"No es buena la política de acoso y derribo, que desde las más diversas esferas (
Ahora es Rubalcaba el que propone que cajas y bancos creen un fondo para generar empleo) se proyecta con el sector bancario y sus empleados de mayor cualificación. No es bueno que a un sector tan sensible a la coyuntura económica y tan necesario en el Sistema actual se le señalé con el dedo, como si lo que ahora hacen no lo hubieran hecho nunca, como si los bancos, en fin, fueran la personificación del peor de los Demonios. Involución, vuelta a lo viejo y denostado. No es buena, en fin, la demagogia frívola, por el afán de conseguir un puñado de votos, porque ello incentiva el desarrollo de prácticas delictivas dentro de las propias organizaciones bancarias: se filtran y roban documentos, se piratean sistemas dentro de la más absoluta impunidad...No es bueno para el sistema, para el normal funcionamiento de los mercados, que los bancos sean pisoteados, ninguneados", me escribe Fernando S. antiguo empleado de banca.
De esto ya hemos escrito en lacartadelabolsa: “No es buena la propaganda global contra los bancos. Se está traspasando la línea clara que separa lo público de lo privado en todos los sentidos y, con ello, induciendo a que los empleados de los bancos cometan tropelías al albur de esta ofensiva total. Por ejemplo, filtrar listados de los clientes; publicar sus cuentas e inversiones. O sea, dejarlos/dejarnos con el culo al aire. No me refiero, estimado director, a los listados robados en bancos suizos. Estamos aquí, en el mundo global ¿Le gustaría que su nombre apareciese en un listado tirado a la basura, en mitad de la calle, con su identidad bancaria, el monto de la hipoteca, los gastos de la tarjeta, los descubiertos. O sus inversiones en fondos, o en Bolsa? Creo que a nadie nos gusta que nos desnuden en mitad de la calle, salvo aquellos que son unos enfermos exhibicionistas. Los bancos saben que tienen una imagen secular negativa. Ya Moliere escribió El Avaro. Pues eso. La imagen contumaz, la de siempre, es la del banquero contando monedas ajenas. Desde hace años se ha tratado de cambiar de aguja, de dulcificar la imagen con campañas de ayudas humanitarias, acercamiento a la Universidad, donaciones. Esto lo inventaron los anglosajones y el resto del mundo lo ha copiado sin darse cuenta de que la cultura anglosajona nada tiene que ver con la del resto del mundo: los anglosajones son ellos y el resto, el mundo…”
En este esquema y en lo que respecta a España leo en elEconomista.es que Zapatero buscó arroparse por los altos ejecutivos de las principales entidades financieras españolas hasta en cuatro ocasiones, más otros encuentros con las mayores empresas españolas, en las que los banqueros tampoco faltaron a la cita con el presidente del Gobierno.
No eran tiempos de reproches ni amenazas, como los que ahora lanzan día sí y día no diferentes responsables del Ejecutivo, sino tiempos en los que el responsable máximo del Gobierno socialista buscaba sentirse respaldado por el mundo financiero.
Desde que Zapatero reconoció que España, pese a sus afirmaciones anteriores en sentido contrario, también estaba afectada por la crisis mundial y antes incluso de su obligado giro en materia económica, inició una serie de encuentros en la Moncloa con la cara visible de las entidades más representativas.
Fondo de garantía
Entonces, en el año 2008, el tema sobre el que giraba la conversación no era el de establecer impuestos adicionales al sector o limitar sus sueldos, sino conocer de primera mano cual era el diagnóstico de la crisis de los protagonistas del sector, que en esos momentos, por la falta de liquidez en los mercados, amenazaba con colapsar el sistema financiero internacional y ya había provocado en el exterior inyecciones públicas multimillonarias.
El 6 de octubre de 2008, en una reunión a la que asistieron el presidente de BBVA, Francisco González; el Banco Popular, Ángel Ron; de la Caixa, Isidre Fainé; de Caja Madrid, Miguel Blesa y el consejero delegado del Santander, Alfredo Sáenz, el presidente estaba muy interesado en debatir el aumento de la cifra que garantiza a los clientes los fondos de garantía de depósitos, fijado por aquel entonces en 20.000 euros, y que era uno de los puntos que se discutiría en un próximo Ecofin, ya que quería consensuar que si no se lograba un acuerdo europeo, España elevara de todos modos la cifra.
El pacto, según afirmaron entonces algunos de los asistentes al encuentro, se alcanzó en torno a los 40.000 euros.
En aquella reunión, con el sector vapuleado por la sequía de liquidez, también se habló de la recompra de deuda a la banca y avales a las emisiones, medidas que, también en línea con lo acordado a nivel europeo el Gobierno de Zapatero puso en marcha en los días posteriores.
Preparando el G-20
Sólo un mes después, Zapatero vuelve a recurrir a los banqueros en una reunión que, sin grandes acuerdos ni análisis, sólo sirvió para reforzar la imagen de un presidente amigo de los banqueros. Les enseña un documento preliminar de la reunión del G-20 a la que se dispone a asistir en los próximos días y les pide consejo. Quiere que le den ideas que llevar a Washington.
Emilio Botín, presente en ese segundo encuentro, se queja a Zapatero de la desventaja que pueden sufrir las entidades españolas respecto a los grupos extranjeros, rescatados con dinero público y otros asistentes también le advierten sobre la tentación de exponer al sector a una regulación excesiva.
Las exigencias
El presidente invita a los financieros a Moncloa una tercera vez. Es febrero de 2009 y Zapatero, en esta ocasión, cambia los sillones y sofás de anteriores encuentros por mesas de trabajo y un escenario más sobrio. Esta vez, el político les pide “un esfuerzo adicional” para que concedan más créditos.
En esta reunión, tiene propuestas concretas que hacer y vender a la opinión pública, ya que poco después anunciará varias líneas de crédito nuevas, instrumentalizadas a través del ICO, para que las entidades concedan moratorias en las hipotecas a los clientes que se encuentren en paro. Uno de los bien- intencionados proyectos del presidente que meses después se revelaron como un rotundo fracaso, ya esta medida apenas ha sido utilizada.
Los banqueros, los habituales en esos encuentros, más el presidente de Bancaja, José Luis Olivas, intentan explicar a Zapatero que el crédito no puede aumentar si la demanda y la economía no lo hace también. Un argumento que parece no haber calado en el Ejecutivo.
Lo que sí acabó reconociendo pocos meses después es que las cajas, una parte de ellas, tenían problemas, y el propio Zapatero aseguró que recibirían apoyos públicos.
Bandazos
Antes de la última reforma de la Lorca convocó los responsables de cajas para, una vez más, transmitir una imagen de cordialidad y abierto diálogo con el sector.
Una deferencia, que sin embargo, no tuvo en la hasta ahora, última modificación normativa, la de las mayores exigencias de recapitalización.
Si de algo se queja la banca es precisamente de eso, de los continuos bandazos en el marco legal, que fuerzan a cambios estratégicos sobre la marcha.
Sobre la última ofensiva del Gobierno, el sector hace una lectura política, ya que, afirman, carece de sentido desde el plano financiero.
Ya ha desaparecido el presidente amigo de los bancos, ahora aparece Rubalcaba, con sus guiños al 15-M y su búsqueda de votos.
fuente: lacartadelabolsa