Todos alguna vez nos hemos preguntado que hace que los inversores se fijen de repente en los problemas de un país, mientras ignoran a otros con problemas similares o aún mayores. La primera vez que vimos este comportamiento fue en la década de los noventa en la crisis asiática y los mercados emergentes. Tracy Alloway, del Financial Times, se pregunta, ¿cuál era entonces la diferencia entre Rusia y Brasil? Y lo único que en broma se podía responder era "unos nueve meses". Ahora son los analistas de Barclays Capital, Michael Gavin y Piero Ghezzi, los que se preguntan el porqué cuando comparamos la situación de Italia - fuertemente castigada - y la comodidad y placidez que existe en Japón.
Ambos países han estado plagados de niveles relativamente altos de deuda durante años, sin embargo, sólo uno ha llamado la atención de los mercados recientemente. De hecho, la deuda y el PIB de Japón se encuentran en una escalofriante proporción del 230% - casi el doble del 120% de Italia.
Se argumenta que la falta de miedo del mercado sobre la sostenibilidad de la deuda pública japonesa tiene explicaciones plausibles: la sólida posición externa del país hace que los bonos japoneses sean casi en su totalidad propiedad de los inversores domésticos que tienden a ser (con razón o sin ella) menos propensos al pánico que los tenedores de bonos extranjeros. El control sobre la política monetaria es otra diferencia clave: el riesgo extremo de un impago causado por el gobierno que se está quedando sin la moneda que se debe a los tenedores de bonos, simplemente no existe en Japón, como sí pasa con el gobierno italiano.
También podemos compara a Italia con los Estados Unidos. Como han dicho los economistas de Bank of America Merrill Lynch, los riesgos de la deuda italiana parecen bastantes equilibrados para la próxima década. Algo que no se puede decir en los Estados Unidos, donde los escenarios fiscales son mucho más estresantes.
De todos modos, no parece haber una clara respuesta sobre qué es lo que causó el repentino contagio en Italia.
Según Barclays Capital, las dudas que entraron en las mentes de los inversores tenían menos que ver con los acontecimientos en Italia que con el desarrollo de los mecanismos de apoyo fiscal de la eurozona, donde las preguntas sobre el papel de la participación del sector privado en los programas de apoyo podrían haber abierto la puerta lo suficiente a la incertidumbre, como para elevar la posibilidad de una espiral negativa. Se suponía que los mecanismos de apoyo iban a alejar a los mercados del equilibrio negativo para llevarlos a un equilibro de escenario de no-default dando un respaldo internacional a las zonas con problemas fiscales. Pero desde hace algún tiempo por lo menos, parece haberse convertido en una “máquina de hacer defaults”.
Así es como Barclays cree que esto ha sucedido: Como se hizo evidente que el programa inicial de ajuste fiscal griego y el apoyo financiero oficial no produciría el acceso al mercado tan pronto como estaba previsto, se tuvo que diseñar un programa revisado con apoyo financiero adicional. Los países europeos reclamaban la participación privada, no porque el problema no pudiera resolverse sin ella, sino como una cuestión política. Después de vagar por algunos callejones sin salida, poco a poco se hizo evidente para los inversores y los políticos europeos, que una participación privada significativa implica que la mayoría de los inversores (y la mayoría de las agencias de calificación) lo calificaran como default o reestructuración.
Las agencias de calificación y el mercado llegaron a la conclusión de que Irlanda y Portugal seguirían a Grecia; es casi una certeza que estos programas, tarde o temprano tendrán que revisarse y ampliarse, ya que parece muy poco probable que cualquiera de estos países sean capaces de regresar a los mercados en la fecha prevista en el programa inicial. Hasta la semana pasada, nada se había dicho o hecho para disipar la impresión de que la participación privada tendría que formar parte también de estas extensiones. Por lo tanto, entre otras cosas, lo que sucedió en que Moody’s rebajó en tres notas a Irlanda y Portugal y sus CDSs subieron a una cifra de 4 dígitos.
fuente: lacartadelabolsa
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