A comienzos del 2.013 comenzó su singladura el llamado Tratado
Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP por sus siglas en inglés)
con el objetivo de “relanzar el intercambio de bienes, servicios e
inversiones entre EEUU y la Unión Europea” y que podría atracar en
puerto en el 2.017 tras culminar recientemente la UE y EEUU la últimas
ronda de conversaciones.Sin embargo, aunque todos los países apoyan
políticamente unas negociaciones que deberían finalizar para principios
del 2017 y que en teoría tan sólo implican la eliminación de aranceles,
la normativa innecesaria y las barreras burocráticas, en la práctica
estarían plagada de escollos, como la normativa alimentaria y
fitosanitaria.
Así, entre los principales escollos para conseguir un
acuerdo satisfactorio para las dos partes, estaría la normativa de la UE
que prohíbe la utilización de hormonas y limita las autorizaciones de
organismos genéticamente modificados (OMG) amén de las reglas de
trazabilidad y etiquetado, las tarifas agrícolas y las denominaciones de
origen en el sector agroalimentario.A ello se sumaría el sector
financiero ( la FED ha pedido expresamente que no se incluya dicho
sector en la ronda de negociaciones), el gas natural ( la UE quiere
eliminar todo tipo de restricciones a su libre exportación) y finalmente
el escollo del ‘Buy American Act’ , barrera proteccionista impuesta en
1933 en EEUU que blinda “de facto” los mercados públicos estadounidenses
a los inversores extranjeros para las contrataciones públicas (se
estima que los mercados de EE.UU. únicamente están abiertos en un 32%,
mientras que en Europa lo están en un 85%).
La letra pequeña del TTIP: el TISA y el ISDS
En la letra pequeña de dicho Tratado aparece la introducción de la
claúsula ISDS de resolución de conflictos entre Inversor y Estado en los
acuerdos, cláusula que limita seriamente la capacidad de los Estados
para luchar contra la crisis financiera y económica (las multinacionales
estadounidenses podrían utilizar el ISDS para desafiar las regulaciones
de la UE destinadas a proteger al público y al medio ambiente y
demandar a los gobiernos europeos y así maximizar sus beneficios) así
como del llamado Consejo de Cooperación Regulatoria, lo que supondría
según Sol Sánchez, coordinadora general de ATTAC España que “estos
tratados estarían para siempre en crecimiento y no sólo se interpondrían
con las leyes futuras sino que además podrían reformar las ya
existentes en los Estados firmantes, en suma, un verdadero gobierno
directo de las Corporaciones” . La Eurocámara no puede negociar ni
incorporar enmiendas al tratado pero habría elaborado su propia opinión,
reflejada en el Informe Lange que habría sido aprobado por
liberales,socialistas y populares tras pactar una enmienda que dice que
el arbitraje incluido en el TTIP será un sistema “no discriminatorio”
con las empresas locales o extranjeras del que formen parte “jueces
independientes” y que “no anteponga los intereses privados a los
públicos”. Asimismo, habría introducido otra resolución para mantener
los niveles de protección existentes para los trabajadores europeos
basada en una resolución que obliga a Estados Unidos a respetar los
estándares laborales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT),
resolución que sólo sería papel mojado pues en breve la Eurocámara
podría aprobar el TISA (el llamado TTIP de servicios) que apuesta por
abrir los mercados nacionales europeos a países como Taiwan, Hong Kong ,
Corea del Sur y posiblemente China que no han suscrito los 8 Convenios
fundamentales con la OIT ( entre ellos los relativos a libertad
sindical, defensa del trabajo digno o convenios colectivos), lo que
podría tener como efecto colateral el finiquito de las normas laborales
reconocidas individualmente por los 28 países de la UE. Francia y
Alemania ya expresaron serias reservas a la Comisión ante algunos
precedentes en los que las multinacionales han impuesto sus criterios
frente a los legisladores gracias a estos sistemas de resolución de
conflicto inversor-Estado (en inglés, ISDS) y dado que el
euro-Parlamento tiene potestad para tumbar todo el TTIP una vez hayan
concluido las negociaciones, no sería descartable en el 2017 el rechazo
de la mayoría europarlamentaria a la aprobación de dicho Tratado debido a
una tardía reafirmación de la soberanía europeísta por parte
franco-alemana coadyuvada por los efectos colaterales de la imposición
de sanciones a Rusia, dibujándose un escenario a cinco años en el que se
pasaría de las guerras comerciales al proteccionismo económico bajo el
eufemismo de Fomento del Consumo de Productos nacionales con la
subsiguiente contracción del comercio mundial, posterior finiquito a la
globalización económica y ulterior regreso a los compartimentos estancos
en la economía mundial.
GERMÁN GORRAIZ LÓPEZ- Analista
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