En el artículo de ayer señalábamos que el mercado estaba sobrevalorando la importancia de la caída del petróleo en la economía. De hecho, los efectos positivos son mayores que los negativos causados por el deterioro en las cuentas de las empresas y los países productores.
Una de las causas que señalábamos ayer sobre los descensos a plomo de los precios energéticos es la posibilidad creciente de un escenario recesivo en EE.UU., como principal economía del mundo, y de otras grandes economías mundiales.
¿Pero qué probabilidad existe actualmente de una recesión en EE.UU.? Según un estudio del Deutsche Bank, basado en sus análisis de los diferenciales de la rentabilidad de los activos del Tesoro, la probabilidad de que EE.UU. entre en recesión en los próximos 12 meses es del 46%. Esto está muy por encima de la probabilidad otorgada por la Fed de tan solo el 4%.
David Bianco, estratega del Deutsche Bank, añade que los beneficios corporativos en EE.UU. ya están en recesión desde la segunda mitad de 2015. Las compañías que forman el S&P 500 han registrado un crecimiento negativo en los dos últimos trimestres, y es probable que el que se está publicando en la actualidad (4tr15) también muestre crecimiento negativo.
Este tipo de comportamiento en los beneficios ha anticipado recesiones económicas en el pasado, como vemos en el siguiente gráfico adjunto.
La pregunta consiguiente sería, ¿qué habría esperar de las bolsas en un nuevo escenario recesivo? Los analistas de RBC, en base a un estudio de la evolución de diversos ratios de valoración en procesos recesionistas, estiman que las acciones de las compañías podrían caer un 50% desde los precios actuales si EE.UU. y Europa entran de nuevo en recesión.
Veremos.
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