El Partido Comunista chino elaboró la 
pasada semana un nuevo plan quinquenal para su economía. Los titulares 
que más llamaron la atención fue el abandono de su programa de natalidad
 del “hijo único”, y la aspiración a duplicar el PIB per cápita del país
 en el 2020.
Para esto último se marcará un objetivo 
de crecimiento medio/alto para los próximos cinco años, promoviendo una 
mayor sofisticación del sector industrial, y aumentando 
significativamente la contribución del consumo al crecimiento del país.
El gobierno chino está tratando de 
reformar y reestructurar su actual economía de bajo valor añadido y mano
 de obra barata, a una basada en el consumo interno, en la que la 
especialización gane cada vez más peso. Un movimiento similar al que 
EE.UU. implantó hace décadas con tanto éxito.
Ahora bien, ¿desde dónde 
partimos? La mayoría de especialistas en la región no creen las 
estadísticas oficiales, y hay motivos fundados para no hacerlo.
La tasa de crecimiento oficial del PIB 
es del 6,9%, algo que muchos consideran excesivamente elevado teniendo 
en cuenta las medidas de reactivación que está implando el Banco Popular
 de China, como bajar los tipos por sexta vez consecutiva en el último 
año, situándolos en el nivel más bajo de las últimas dos décadas.
El prestigioso analista Wolf Richter 
señala que existe cierta incoherencia entre los datos económicos 
publicados por el gobierno chino, y los que presentan los líderes de los
 sectores más representativas.
Zhu Jimin, jefe adjunto de la Asociación
 de Hierro y Acero de China, declaró recientemente que: “La demanda de 
acero en China está cayendo a una velocidad sin precedentes por la 
desaceleración económica del país”. La demanda de acero se redujo en un 
8,7% en septiembre en tasa interanual. Las acerías del país tienen 
enormes problemas de deuda en un escenario de sobrecapacidad global.
Más datos. La fabricación y ventas de 
automóviles, que ha impulsado a China como el mayor mercado del mundo 
con crecimientos anuales de doble dígito, comenzó a caer a partir de 
este verano.
El sector automovilístico es un gran empleador, y empieza a sufrir de la misma sobrecapacidad que el sector siderúrgico.
Wolf Richter da más ejemplos: Las dos 
mayores compañías petroleras del país han ofrecido un sombrío panorama 
de la demanda del consumidor en los últimos resultados trimestrales. Las
 ventas totales de la mayor refinería del país cayó un 3,4% en el último
 trimestre con respecto al mismo periodo del año anterior. La caída de 
las ventas nacionales fueron aún peores, un total del 4,2%. Las ventas 
de la segunda compañía del sector cayeron un 2% en el último trimestre.
Otro ejemplo: El consumo de diésel en 
China, utilizado como indicador de la actividad del transporte de 
mercancías, ha sido débil en los dos últimos años. A pesar de que el 
gobierno del país ha dado múltiples razones para justificar esta 
debilidad, el hecho es que la ralentización económica y la reducción del
 consumo ha provocado una disminución del transporte de mercancías. 
Caída que podría incrementarse aún más en el futuro cercano.
Podríamos seguir poniendo ejemplos de la
 divergencia que hay entre las cifras de crecimiento publicadas por los 
organismos oficiales chinos, y los datos de las principales industrias 
del país. Esta divergencia es la que justifica la afirmación que tanto 
se escucha ahora en el mercado para referirse a la situación en China: 
“No hay quien se crea los datos oficiales”.
fuente: http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/china_no_hay_quien_se_crea_los_datos_oficiales 
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