Las conferencias de Nouriel Roubini nunca han pasado desapercibidas. Desde el estallido de la crisis del euro, las predicciones más alejadas del consenso sobre el futuro que le aguardaba a la eurozona han sido tradicionalmente suyas. De la boca de este famoso economista turco de 56 años salieron los vaticinios más agoreros y estrambóticos que los inversores han podido escuchar desde que la crisis de las hipotecas subprime hiciera su aparición en Estados Unidos allá por el año 2007. La repercusión que tuvo la caída de Lehman Brothers para el sistema financiero mundial y la crisis de deuda europea (con Grecia y los países periféricos en el punto de mira) abonó el terreno para alimentar todo tipo de especulaciones y cábalas sobre el futuro de la región, juego de predicciones del que Roubini participó muy activamente, obteniendo además una notable repercusión mediática. Sin embargo, el discurso del presidente de Roubini Global Economics ha cambiado radicalmente.
Así quedó demostrado en su reciente participación en las conferencias de renta fija celebrada por BNY Mellon IM en París con periodistas y clientes. El tono del experto se ha vuelto mucho más comedido. Sus predicciones son menos rompedoras y ahora están mucho más en línea con el consenso, sobre todo las que hacen referencia a Europa. Roubini ha moderado significativamente su pesimismo sobre Europa al mismo tiempo que la mayoría de los participantes del mercado han rebajado su optimismo, lo que al final ha conducido a un acercamiento de posiciones entre el gurú y el resto del mundo. Sorprende, por ejemplo, que en un momento en el que se habla abiertamente de una posible salida de Grecia del euro –incluso en las propias instituciones europeas-, el economista no se sume a esa corriente, más aún teniendo en cuenta que fue él quien hace apenas tres años consideraba inevitable la ruptura de la eurozona. Ahora, su visión es muy distinta.
“La salida de Grecia del euro no se producirá. La llegada de Syriza al gobierno demuestra que los partidos anti-europeos han ganado peso en Europa y que el riesgo político es real. Sin embargo, a Alemania no le interesa la exclusión de Grecia del euro. Merkel y Tsipras están defendiendo a ultranza sus posiciones ante la expectativa de que el otro será quien cederá primero. Eso no quiere decir que, si finalmente no se llega a un acuerdo, se pueda producir un accidente en forma de Grexit. En caso de ocurrir, asistiríamos a un escenario de risk off en el que los spreads en la periferia aumentarían, la renta variable europea experimentaría una significativa corrección, las posibilidades de que el Reino Unido abandonase la UE se incrementarían, la promesa de Mario Draghi de hacer todo lo que fuera necesario para evitar la ruptura del euro dejaría de ser creíble y el mercado se preguntaría quién sería el siguiente”, afirma el experto.
Aunque para Europa la salida helena supondría desprenderse de una economía que representa el 2% del PIB, las consecuencias para Grecia podrían ser incluso peores, ya que “el país entraría en un escenario de restricción de movimiento del capitales, reconversión de todos los activos del país al nuevo dracma (proceso similar al vivido en Argentina) y contaría con un sistema financiero aún más quebrado que el que tiene actualmente”, asegura. Todo esto, en el hipotético caso de que Grecia saliese del euro, lo cual no ve como el escenario más probable teniendo en cuenta, además, que esta posibilidad abre la puerta a que Atenas se arroje en los brazos del ‘oso ruso’, algo que intranquiliza especialmente a Europa, sobre todo en un entorno de gélidas relaciones entre Occidente y Vladimir Putin a raíz de la posición mantenida por el presidente ruso en el conflicto ucraniano.
Pese a este importante giro en sus previsiones, Roubini sigue mostrándose cauto con respecto a Europa. “No veo ningún país europeo en riesgo de default, aunque las rentabilidades que ofrecen los bonos no reflejan el riesgo a medio plazo. A corto, el QE del BCE puede solventar el riesgo de un evento de crédito en Europa, pero a medio plazo la sostenibilidad de la región dependerá del crecimiento económico y la inflación. La diferencia que existe en términos de crecimiento y empleo entre EE.UU y Europa se debe a la mayor velocidad de reacción de la Fed con la puesta en marcha de su programa de compra de activos y la rapidez con la que limpió sus bancos. El QE europeo también tendrá efectos sobre el crecimiento y el empleo, si bien no podrá hacer milagros. Es necesario que los países pongan en marcha reformas estructurales que vayan en la línea de mejorar la productividad”.
Esa ausencia de reformas es, precisamente, uno de los mayores riesgos que aprecia para Europa a medio plazo. Esto es válido tanto a nivel europeo (unión bancaria, reforma fiscal…) como local. Algunas economías han hecho parte de sus deberes y ahora registran tasas de crecimiento muy positivas. Otras no. “En Italia, por ejemplo, hay un proceso de reformas estructurales, si bien estas están siendo más lentas de lo que sería deseable. Algunas cosas se han hecho ya, otras están en proceso y otras quedan por hacer. La deuda con respecto al PIB del país es del 135% y subiendo, lo que a medio plazo supone un importante riesgo”. En consecuencia, el experto opina que la división entre países core y periféricos ha dejado de tener sentido. Lo evidencia, en su opinión, el hecho de que la situación que vive Alemania y Francia sea muy distinta. También lo es la realidad de España e Italia.
Con respecto a la política monetaria, Roubini cree que el verdadero reto para los bancos centrales será lograr una recuperación económica y una estabilidad financiera sin crear burbujas en los mercados. En el caso de Europa y Japón, cree que los programas de expansión cuantitativa puestos en marcha por las autoridades monetarias seguirán pesando sobre el euro y el yen, cuyas divisas continuarán depreciándose. Considera probable que tanto el BCE como el Banco de Japón tengan que anunciar en el futuro programas más agresivos ante la ausencia de presiones inflacionistas. En el caso de EE.UU y Reino Unido, donde el crecimiento económico es más fuerte, estima que probablemente se retrasen las subidas de tipos. “La Fed puede cometer un error de política fiscal, pero es un escenario improbable. Empezará a subir tipos este año, pero más tarde de lo que pronostica el mercado”, augura.
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