Es
 raro encontrar un medio de comunicación que no se haya hecho eco de 
esta situación un tanto anómala para los consumidores. No es fácil 
llegar a comprender la divergencia existente entre la gran bajada de 
precio que ha experimentado el barril de petróleo Brent (de referencia 
para Europa) y el West Texas (de referencia para EE.UU) en los Mercados 
Internacionales y la sensible repercusión que ha tenido en gasolinas y 
gasóleos. No olvidemos que el precio de los carburantes tiene una gran 
importancia para el desarrollo y consumo de un país como España, donde 
el transporte de mercancías se hace principalmente usando como 
combustible el diésel. Es más, si esta caída del crudo se mantuviese 
durante varios meses (que según algunos analistas, así será), nos 
ahorraríamos del orden de casi un punto del PIB (esto no lo digo yo, lo 
dice el Ministerio de Economía y no le falta razón).
Todos 
los consumidores nos hacemos las mismas preguntas: ¿Por qué cuando el 
precio del petróleo se desploma, los carburantes apenas lo notan? ¿Y por
 qué cuando sube el crudo se traslada prácticamente de inmediato a los 
surtidores? Intentaré dar respuestas a estas preguntas aunque no es 
fácil debido a que desde que se extrae el crudo hasta que llega a 
nuestros depósitos, hay un sinfín de procesos intermedios que impiden 
que exista una correlación directa entre el precio de la materia prima y
 el producto refinado, eficiente y apto para ser consumido sin ser 
dañino para motores y medio ambiente.
El 
precio del gasoil y de la gasolina no tienen una relación tan directa 
con el precio del crudo como el consumidor final piensa. En gran medida 
no es así porque ambos productos no cotizan en los mismos Mercados. El 
petróleo es la materia prima más comercializada del mundo y está sujeta,
 como en cualquier otro mercado, a la oferta y la demanda de la 
coyuntura económica; a conflictos y tensiones internacionales; a las 
decisiones que puedan adoptar los países productores en la OPEP 
(Organización de Países Exportadores de Petróleo); a la influencia de 
los cambios de divisas; a los mercados de futuros de Londres y Nueva 
York e; incluso, como en estos momentos, a una menor demanda debido a la
 ralentización de las principales economías manteniéndose constante la 
producción y así, Arabia Saudí (principal país productor) evita que, 
mediante nuevas técnicas de explotación, EE.UU. no se convierta en 
exportador, haciendo, a los precios actuales, inviables dichas 
extracciones.
Por otro
 lado, los precios de los combustibles para España son marcados por la 
oferta y demanda en los mercados del Mediterráneo y Norte de Europa, 
totalmente diferentes al mercado del crudo,  incluyendo ya los costes de
 refino. Aquí surge ya la primera divergencia: el precio del carburante 
antes de impuestos incluye los costes adicionales de comercialización, 
distribución, gastos financieros llevando implícito que el movimiento 
depresivo de precios de un derivado es inferior al de la materia prima.
En los 
mercados descritos, los precios no se establecen de la misma forma. 
Mientras que para el crudo la cotización la podemos saber en tiempo real
 y corresponde al momento actual, el precio de gasolinas y gasóleos se 
remiten los lunes a la Comisión Europea que los publicará los jueves. El
 precio será la cotización más alta que haya existido durante la 
negociación del día anterior. Por lo tanto, las bajadas de dichos 
productos no se reflejarán hasta la semana siguiente.
Hasta 
ahora hemos visto uno de los factores que afecta a la formación del 
precio de la gasolina y el gasoil. Otro factor a tener en cuenta es el 
cambio dólar/euro. Las cotizaciones del crudo, gasolinas y gasóleos se 
hacen en dólares mientras que los carburantes se venden a los usuarios 
en euros. Al ser así y por haberse depreciado la moneda europea un 
porcentaje significativo con respecto al dólar, ha hecho que el descenso
 haya sido menor que el percibido en los mercados de contratación.
Los 
impuestos es el caballo de batalla de los carburantes. A saber: del 
precio que se marca en el surtidor cuando repostamos, prácticamente el 
50% de éste corresponde a impuestos. Parece mucho aunque lo sea, pero 
nos consolamos con que la carga fiscal en España es inferior a la media 
de la Unión Europea.
Por 
último, otro factor, no menos importante que los anteriores, es que las 
compañías tienen sus reservas de gasolina y tienen que venderla sin 
pérdidas por lo que la caída en el crudo no se reflejará hasta que no 
finalicen esas existencias.
Entonces
 y a modo de balance, nos encontramos con que el 50% son impuestos, el 
40% es la materia prima y el 10% restante… ya se lo imaginan, de todo un
 poco.
Al 
margen de todo lo descrito, la Comisión Nacional de los Mercados y la 
Competencia (CNMC) se ha encontrado con que las operadoras, ante los 
descensos experimentados de las materias primas, habían aumentado los 
márgenes de beneficio según muestra “el informe mensual de supervisión 
de la distribución de carburantes en estaciones de servicio” lo que ha 
provocado, según  el informe, un frenazo considerable en el descenso 
lógico de los combustibles al uso.
Algo que
 también llama poderosamente la atención es que la Ley de Defensa de la 
competencia prohíbe cualquier acuerdo respecto a los precios de 
repostaje de los carburantes. Sin embargo, se puede observar que la 
diferencia es mínima entre un surtidor y otro aun siendo de diferentes 
compañías. Bien entendido que son los propietarios de las compañías los 
que establecen los precios en función de las políticas comerciales o 
puntos de venta.
En el 
lado contrario, nos encontramos con los surtidores llamados de “marcas 
blancas”, aquellos que no están abanderados por ninguna gran compañía, y
 que tienen precios más que competitivos.
Decía, 
al poco de comenzar, que no se reflejan de la misma forma las bajadas 
del crudo que las subidas. Pues bien, el Ministerio de Industria ha 
salido al paso ante estas afirmaciones mostrando las estadísticas de la 
evolución de precios. En ellas se puede comprobar que el comportamiento 
en las subidas y bajadas es “similar”. Nótese que entrecomillo similar.
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