viernes, 7 de noviembre de 2014

Premio Nobel. Sector Industria.

Premio Nobel. Sector Industria.
Muy interesante la entrevista del Premio Nobel de Economía, el Dr. Jean Tirole que publica hoy El País . Su lectura me ha sugerido algunos comentarios:
1) Sobre las reformas: “En Alemania no esperaron al último momento. Las hicieron en 2002 y 2003”. Pero la realidad pura y dura es que, con todas las reformas que se hicieron, cuatro Estados federales están sosteniendo la economía de Alemania. La realidad es que en el área de Berlín la mitad de la población no sabe, cuando se despierta por la mañana, si aquel día podrá hacer dos comidas.

2) Sobre Francia: “El mercado de trabajo, por ejemplo. No se puede sostener con estas tasas de paro. No se puede sacrificar así a los jóvenes. No se puede mantener un gasto público tan elevado. Supone demasiadas cargas para el Estado, para los empresarios... Sale muy caro. Y resulta muy difícil ganar competitividad en estas circunstancias”. O sea que, o se reduce la población, o se asume la precariedad y la pobreza en línea con ‘Cualquier empleo es mejor que ningún empleo’. Reparen en que no hay ni una sola mención a la mejora de las expectativas.
3) Sobre Europa: “(…) la Europa del norte es cada vez más reticente hacia la del sur”. Pienso que la razón es obvia: la Europa del Norte cada vez necesita menos a la del Sur.
4) Sobre los lobbies: “Los lobbies tienen una gran influencia en Francia”. ¿Sólo en Francia?. Es fácil extrapolar: son las corporaciones quienes tienen el poder real, el fáctico, siendo meramente formal el nacido del ejercicio de la democracia participativa.
5) Sobre la austeridad: “Lo cierto es que los economistas no saben gran cosa. Lo que hay que hacer son las reformas”. Reformas para reducir exceso de capacidad productiva, recortar gasto público, adaptar las subestructuras a las nuevas necesidades.
6) Sobre el contrato laboral único. Es partidario y critica no tenerlo, y no es el único que así piensa. Es curioso que desde el 2009 hayan salido varias voces reclamando ese tipo de contrato de trabajo, pero voces que se mantenían en silencio durante la época en que ‘el mundo iba bien’ a pesar de, a su entender, mayor eficiencia del contrato único. Pienso que la forma del contrato es hoy lo de menos: ¿cuánto cuesta hoy, en papeleo y en dinero, echar a un trabajador contratado hace uno o dos años?, lo que se impone es una nueva realidad: en muy escasas actividades se precisan trabajadores 40 horas a la semana un mes tras otro y un año tras otro, y cada vez se necesitarán menos. Es decir, el contrato laboral tipo del futuro será temporal y a tiempo parcial pudiendo esa parcialidad oscilar entre 0 y 0,99. Si a eso se quiere denominar ‘contrato único’, pues vale.
7) Sobre los minijobs. “Alemania hace mucho por la formación, pero hay un problema: las empresas son reticentes a contratar a alguien con baja formación y pagarles un salario mínimo porque pasan la mayor parte del tiempo formándose y luego el joven puede acabar encontrando un trabajo mejor o más estable en otra empresa. No se les puede exigir este esfuerzo a las empresas”. Volvemos a lo dicho sobre la precariedad. Alemania era puesta como ejemplo de excelencia en la formación profesional, el gran problema –que hoy se silencia– es que ese magnífico sistema estaba diseñado para una situación … ¡de pleno empleo del factor trabajo en un entorno de demanda de trabajo creciente!, y ahora eso ya no es así, ni en Alemania no en ninguna parte. (¿Serán los minijobs la versión operativa y generalizada de los contratos únicos?).
8) Sobre la regulación. Pienso que la respuesta a la pregunta: “Usted defiende que los reguladores sean fuertes y que el Estado sea un árbitro” esconde un lema demoledor: ‘Técnicos, si; políticos, no’. ¿Por qué?, pues porque un Estado sustentado sobre personas que contemplen sus actuaciones con un horizonte de cuatro años es imposible que sean ‘fuertes’.
9) Sobre los mercados financieros. “No es el poderío de los mercados los que deben dar miedo, sino esas situaciones en las que el Estado debe afrontar una quiebra y acaba trasladando el problema a los contribuyentes”. Y yo preguntaría: y la falta de control por las consecuencias derivadas de la irresponsabilidad que lleva a esas situaciones, ¿no debe dar miedo?.
Insisto: muy interesante.  (Publicado 19.10.2014)

Europa, USA: Occidente busca recuperar su sector industrial. De entrada, ¿por qué se fue?. Y luego, ¿por qué recuperarlo?.
Occidente empezó a desprenderse de su sector industrial a mediados de los 70, y en los 80 su salida ya fue en tromba. Destino: países del Este y Sureste de Asia y China, y Latinoamérica en algunos casos. Ahora se dirá lo que se quiera, pero la razón fue de manual: una mano de obra ultrabarata y sumisa, unos regímenes políticos dictatoriales aunque la forma pudiera ser democrática, unos derechos sindicales nulos, y unas normas medioambientales inexistentes. Todo eran beneficios en este neo-neocolonialismo bautizado como ‘globalización’; y hasta salieron teóricos que dijeron que eso era bueno porque era la forma de que esos países se desarrollasen.
Aquello pudo suceder cuando la tecnología posibilitó la deslocalización y porque el componente trabajo seguía siendo imprescindible y en otros lugares más barato que la tecnología. Occidente se dedicó al alto valor añadido: al I+D+i+d y a los servicios, y al valor añadido elevado; y allí se invertía y se fabricaban los bienes con los que aquí podían obtenerse márgenes netos del 700%. Negocio redondo que luego fue siendo complementado con inversiones financieras.
El problema que tiene esa forma de hacer es otra manifestación de un problema que ya nos ha aparecido en otras ocasiones: la dependencia. Que fabrique otro puede suponer que se pase a depender de ese otro, con todo lo que ello comporta.
Hoy la tecnología permite revertir el proceso. Algunos le llaman ‘relocalización’, pero pienso que no se trata de eso. Los cachivaches X son fabricados en un país remoto por un factor trabajo muy barato, cachivaches que pueden ser copiados, y cachivaches que hay que transportar. Bien pues tráigase la fabricación a casa, más cerca del consumo, pero supertecnificada para conseguir altísimas productividades y reducciones de costes en vertical, entre ellos de factor trabajo: si se automatiza una tarea el coste del factor trabajo de esa tarea no es que sea muy bajo, es que pasa a ser cero.
Occidente recuperará su industria, claro. A costa de un brutal desempleo estructural. ¿Quién consumirá, se preguntarán, si el desempleo y el subempleo son tan elevados?, pues las poblaciones de las economías occidentales: bienes baratos a precio reducido conseguido con muy elevadas productividades.
Es decir, Occidente volverá a tener más industria, pero, pienso, muy escasas personas trabajaran en ella.  (Publicado 19.10.2014)
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

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