Distintos estudios estadísticos han demostrado que las empresas con políticas activas de distribución de capital suelen generar beneficios mál altos que la media del mercado a largo plazo. Es decir, seleccionar compañías con pagos sólidos en efectivo puede ser un método simple y efectivo para maximizar las ganancias y controlar los riesgos de la cartera. A continuación, analizamos algunos conceptos clave que hay que tener en cuenta a la hora de elegir compañías en base a sus distribuciones de capital.
Existen 2 mecanismos principales a través de los que las compañías pueden distribuir efectivo a los inversores: los dividendos y las recompras de acciones.
Los dividendos son pagos en efectivo que se realizan a menudo de forma trimestral, aunque en muchos casos también de forma semestral o anual.
Uno de los mayores atractivos de los dividendos es que representan un pago en efectivo directo en la cuenta del inversor, con las ventajas que ello supone en términos de transparencia y previsibilidad sobre los beneficios. Muchos inversores construyen una fuente adicional de ingresos personales en base a una cartera de acciones con sólidos dividendos, y se trata de un factor clave, especialmente en el caso de los inversores que se acercan a su etapa de retiro, quienes en muchos casos hacen de los ingresos por dividendos una parte fundamental de su planificación financiera.
A la hora de analizar una compañía y el pago de sus dividendos, la primera medida que suele analizarse es la rentabilidad por dividendos. Esto hace referencia a la cantidad de dividendos en relación al precio actual de las acciones. A modo de ejemplo, si una compañía paga 3 dólares por acción al año y el precio es de 100 dólares por unidad, la rentabilidad por dividendo será del 3%.
Además de indicarnos la rentabilidad en efectivo que obtenemos por cada dólar invertido en la acción, esta medida se utiliza habitualmente como herramienta de valuación. Si los dividendos son relativamente elevados en comparación con el precio del activo, esto refleja una valuación atractiva para las acciones de la compañía. Así como habitualmente se compara el precio de una acción con variables como las ganancias, ventas o flujos de caja, los dividendos también son una medida interesante en ese sentido.
Otro aspecto clave es la trayectoria de aumento de los dividendos. Muchas compañías suelen aumentar sus dividendos de forma anual, dando así una señal potente al mercado sobre la calidad y solvencia financiera de la firma. De hecho, empresas como Coca-Cola (KO) y Procter & Gamble (PG) acumulan más de 50 años consecutivos aumentando dividendos, incluyendo todo tipo de contextos económicos, políticos e incluso militares.
En otros casos, puede suceder que la firma no cuente con una trayectoria demasiado extensa en lo que respecta al crecimiento de los dividendos. Sin embargo, la tasa de crecimiento en estos dividendos dice mucho al respecto de las expectativas del management sobre el futuro del negocio.
En general, un recorte de dividendos es visto como un evento muy negativo para los accionistas, por lo tanto, las empresas buscan siempre mantener los incrementos de dividendos en niveles sostenibles, de forma tal de no tener que recortarlos en el futuro, en caso de enfrentar dificultades.
Si tenemos esto en cuenta, cuando los directivos de una compañía anuncian una subida generosa de dividendos, no solo están aumentando sus distribuciones de efectivo, sino que también están dando una señal de confianza sobre la salud del negocio a mediano y largo plazo.
Por otro lado, las recompras de acciones han crecido mucho en los últimos años: cada vez son más las empresas que aplican esta clase de estrategias de distribución de capital. Incuso, las recompras han crecido con mayor fuerza que los dividendos en años recientes.
Si bien no son tan directas ni intuitivas como los dividendos, las recompras de papeles presentan algunas ventajas importantes. Al reducir la cantidad de acciones en circulación, se incrementa el valor de cada una de éstas. Podríamos decir que la torta – es decir, la empresa – tiene un valor constante, sin embargo este valor está repartido en menor cantidad de porciones – acciones –, por lo tanto, cada porción es más valiosa.
Análogamente, si tomamos ganancias de la empresa como una medida del valor de la misma, menor cantidad de acciones en circulación implica mayores ganancias por cada papel. Si el ratio precio/ganancias se mantiene estable, el precio de mercado de las acciones debería subir a medida que se reduce la cantidad de papeles en circulación.
Por supuesto, el precio de mercado está influenciado por una amplia cantidad de variables difíciles de predecir. Por ende, no puede medirse con precisión el impacto concreto de una recompra de acciones en un período breve de tiempo. Sin embargo, está demostrado que a largo plazo, las recompras tienden a tener un impacto positivo considerable sobre la rentabilidad de una inversión.
En general, las recompras tienen un menor impacto impositivo que los dividendos, y por lo tanto, las ganancias del accionista luego de impuestos son mayores cuando se aplican los fondos de la empresa a recompras de acciones que en los casos de dividendos.
Otra de las ventajas importantes de las recompras es que tienden a ser más flexibles que los dividendos: las empresas pueden recomprar sus papeles con mayor o menor intensidad según les convenga en un momento determinado, ya que no implican un compromiso de largo plazo como sucede con los dividendos. Esto ha llevado a que muchas compañías encuentren en las recompras una alternativa más flexible y dinámica que los dividendos.
Uno de los mayores atractivos de los dividendos es que representan un pago en efectivo directo en la cuenta del inversor, con las ventajas que ello supone en términos de transparencia y previsibilidad sobre los beneficios. Muchos inversores construyen una fuente adicional de ingresos personales en base a una cartera de acciones con sólidos dividendos, y se trata de un factor clave, especialmente en el caso de los inversores que se acercan a su etapa de retiro, quienes en muchos casos hacen de los ingresos por dividendos una parte fundamental de su planificación financiera.
A la hora de analizar una compañía y el pago de sus dividendos, la primera medida que suele analizarse es la rentabilidad por dividendos. Esto hace referencia a la cantidad de dividendos en relación al precio actual de las acciones. A modo de ejemplo, si una compañía paga 3 dólares por acción al año y el precio es de 100 dólares por unidad, la rentabilidad por dividendo será del 3%.
Además de indicarnos la rentabilidad en efectivo que obtenemos por cada dólar invertido en la acción, esta medida se utiliza habitualmente como herramienta de valuación. Si los dividendos son relativamente elevados en comparación con el precio del activo, esto refleja una valuación atractiva para las acciones de la compañía. Así como habitualmente se compara el precio de una acción con variables como las ganancias, ventas o flujos de caja, los dividendos también son una medida interesante en ese sentido.
Otro aspecto clave es la trayectoria de aumento de los dividendos. Muchas compañías suelen aumentar sus dividendos de forma anual, dando así una señal potente al mercado sobre la calidad y solvencia financiera de la firma. De hecho, empresas como Coca-Cola (KO) y Procter & Gamble (PG) acumulan más de 50 años consecutivos aumentando dividendos, incluyendo todo tipo de contextos económicos, políticos e incluso militares.
En otros casos, puede suceder que la firma no cuente con una trayectoria demasiado extensa en lo que respecta al crecimiento de los dividendos. Sin embargo, la tasa de crecimiento en estos dividendos dice mucho al respecto de las expectativas del management sobre el futuro del negocio.
En general, un recorte de dividendos es visto como un evento muy negativo para los accionistas, por lo tanto, las empresas buscan siempre mantener los incrementos de dividendos en niveles sostenibles, de forma tal de no tener que recortarlos en el futuro, en caso de enfrentar dificultades.
Si tenemos esto en cuenta, cuando los directivos de una compañía anuncian una subida generosa de dividendos, no solo están aumentando sus distribuciones de efectivo, sino que también están dando una señal de confianza sobre la salud del negocio a mediano y largo plazo.
Por otro lado, las recompras de acciones han crecido mucho en los últimos años: cada vez son más las empresas que aplican esta clase de estrategias de distribución de capital. Incuso, las recompras han crecido con mayor fuerza que los dividendos en años recientes.
Si bien no son tan directas ni intuitivas como los dividendos, las recompras de papeles presentan algunas ventajas importantes. Al reducir la cantidad de acciones en circulación, se incrementa el valor de cada una de éstas. Podríamos decir que la torta – es decir, la empresa – tiene un valor constante, sin embargo este valor está repartido en menor cantidad de porciones – acciones –, por lo tanto, cada porción es más valiosa.
Análogamente, si tomamos ganancias de la empresa como una medida del valor de la misma, menor cantidad de acciones en circulación implica mayores ganancias por cada papel. Si el ratio precio/ganancias se mantiene estable, el precio de mercado de las acciones debería subir a medida que se reduce la cantidad de papeles en circulación.
Por supuesto, el precio de mercado está influenciado por una amplia cantidad de variables difíciles de predecir. Por ende, no puede medirse con precisión el impacto concreto de una recompra de acciones en un período breve de tiempo. Sin embargo, está demostrado que a largo plazo, las recompras tienden a tener un impacto positivo considerable sobre la rentabilidad de una inversión.
En general, las recompras tienen un menor impacto impositivo que los dividendos, y por lo tanto, las ganancias del accionista luego de impuestos son mayores cuando se aplican los fondos de la empresa a recompras de acciones que en los casos de dividendos.
Otra de las ventajas importantes de las recompras es que tienden a ser más flexibles que los dividendos: las empresas pueden recomprar sus papeles con mayor o menor intensidad según les convenga en un momento determinado, ya que no implican un compromiso de largo plazo como sucede con los dividendos. Esto ha llevado a que muchas compañías encuentren en las recompras una alternativa más flexible y dinámica que los dividendos.
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