Tanto se está hablando en estos últimos años de la economía sumergida … Casi parece uno de esos temas que se ha incorporado al imaginario popular y ahí siguen aceptados y sin solución, como los resfriados y el Invierno.
Con respecto a la economía sumergida existe una especie de tópico que la vincula con el subdesarrollo y con la incultura, de tal modo que países cultos en los que sus poblaciones gozan de alta formación tendrán bajas o muy bajas tasas de economía sumergida, y al revés: la economía sumergida será tanto más elevada cuanto menor sea el nivel de formación de sus poblaciones. ¿Es ello cierto?
En el gráfico adjunto queda reflejado, referido al año 2011, el nivel de educación de los países de la OCDE así como su nivel de economía en negro. ¿Qué observamos en este gráfico? Pues cosas bastante sorprendentes. (Lo siento: he perdido la fuente).
España, ya ven. Es un caso bastante atípico: supera la media en cuanto a economía sumergida y sin embargo muestra el segundo nivel educativo de los países referidos sólo superado por Australia. Precisamente Australia se acercaría bastante al tópico de que un alto nivel educativo supone un bajo nivel de economía sumergida, aunque no sea Australia el país de la OCDE que muestre una de las tasas más bajas de economía sumergida.
Lo que son curiosas son las semejanzas que se establecen entre países, en principio con características diferentes pero con coincidencias en alguna de las dos variables. Así, Dinamarca, Irlanda, Holanda y Nueva Zelanda, con unos niveles educativos muy semejantes, muestran diferencia muy apreciables en sus tasas de economía sumergida. En el mismo caso se hallan Grecia, Portugal, Bélgica y Noruega. Y México, Chile, República Checa y República Eslovaca. Aunque el caso de Polonia, Corea, Eslovenia, Suecia, Canadá y Austria sea el más sorprendente: entre Austria y Polonia hay más de 17 puntos de diferencia en sus niveles de economía sumergida.
Bien, por lo visto, la conclusión que puede extraerse es la de que, en la OCDE, en principio, no existe relación alguna entre una y otra variable. De hecho el coeficiente de correlación es del -27%.
Pero la lectura puede hacerse desde el otro lado: países con un nivel semejante de economía sumergida, ¿muestran niveles educativos parecidos?. Aquí también las diferencias son apreciables.
Por ejemplo. Australia, Holanda y el Reino Unido muestran niveles de economía sumergida muy parecidos, pero sensibles diferencias en sus niveles educativos. Algo semejante les sucede a Dinamarca y a Finlandia, y a Grecia y a Polonia, y a Estonia y a México. Aunque el caso más extremo se da entre España, Portugal y Chile. Aquí, pienso, los sociólogos mucho tendrían que decir, así como los demógrafos en relación a los movimientos migratorios entre países.
De todos modos, pienso que lo que más puede sorprender de este gráfico es pensar que países con un halo secular de decencia y honestidad puedan tener una parte de su economía en negro. Países como Austria, Suiza o Estados Unidos, o Noruega o Suecia. Al final será verdad aquello de que ‘En todas partes cuecen habas’, aunque también lo será la segunda parte del refrán: ‘Pero en casa a calderadas’.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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