Estados Unidos tiene un mensaje para Europa: si quieren fortalecer su
economía, tienen que considerar la posibilidad de comprometer dinero de
contribuyentes de toda la zona euro para ayudar a los bancos que se
encuentran en problemas. Washington envió esta semana a su secretario
del Tesoro, Jack Lew, a París, Berlín y Lisboa en parte para
transmitirles sus preocupaciones por la necesidad de la zona euro de
revitalizar los bancos afectados por una crisis de deuda.
El tema ganó espacio en la lista de preocupaciones de Estados Unidos,
opacando una disputa previa con el Gobierno alemán por críticas al
modelo económico dependiente de las exportaciones que tiene Alemania.
El martes en París Lew instó a los europeos a que vayan más allá del
acuerdo concretado el mes pasado para crear instituciones compartidas
para liquidar los bancos fallidos.
A Washington "le gustaría ver que se toman más acciones" para crear
barreras comunes para bancos y asegurar que tienen el capital necesario
para emitir créditos suficientes para generar empleos, indicó Lew.
"Mientras más capital haya en los bancos europeos, y mientras más
fuertes sean las barreras, mejor va a ser para la economía europea, la
economía estadounidense y la economía mundial", remarcó.
En privado, funcionarios estadounidenses fueron más directos respecto a
las deficiencias de la unión bancaria. El fondo destinado a
liquidaciones utilizaría gravámenes bancarios para reunir 55.000
millones de euros (75.000 millones de dólares) en la próxima década, una
suma pequeña en relación con el tamaño de los balances de los bancos.
Además, los países europeos cuyas finanzas públicas han sido devastadas
por una crisis de deuda podrían estar bajo demasiada presión para
rescatar por su cuenta a los bancos que se encuentran en problemas.
Washington cree que compartir los recursos de los gobiernos de la zona
euro -un anatema para Berlín, que no quiere hacerse cargo de la cuenta-
podría mejorar la credibilidad del fondo de resolución y aumentar la
confianza en el sistema bancario, que de ese modo tendría la posibilidad
de prestar más dinero.
"En definitiva, nuestra visión es que esa unión bancaria exige
compartir riesgos y costos en grado significativo entre los miembros",
dijo a periodistas un funcionario del Tesoro estadounidense durante el
viaje de Lew.
"Una unión bancaria efectiva y creíble, en nuestra opinión, debería
incluir (...) una autoridad de recapitalización y un seguro de depósitos
creíble", agregó.
Aunque la eurozona tiene una moneda común, el bloque no respalda a los
bancos de los países miembros del modo en que el Gobierno federal de
Estados Unidos garantiza los depósitos en todos los estados de la
nación.
Bajo el acuerdo alcanzado en diciembre, los gobiernos nacionales de la
Unión Europea tendrán que afrontar el costo de bancos en quiebra durante
al menos varios años más, mientras que los planes surgidos en el 2012
para una garantía común de depósitos han quedado truncos desde entonces.
Muchos bancos europeos están tratando de aliviar sus balances mediante
la reducción de pasivos, pero eso se traduce en una menor capacidad para
dar créditos, una preocupación para Washington debido a que implica un
lastre para la economía.
CONTRADICCIÓN CON ALEMANIA
Hasta ahora, el modelo de costos compartidos que promueve Washington ha
sido descartado por Alemania, que no quiere comprometer dinero de sus
contribuyentes en rescates de bancos de otros países.
El ministro de Finanzas de Alemania, Wolfgang Schaeuble, probablemente
reitere esa posición el miércoles cuando se reúna con Lew. El secretario
del Tesoro estadounidense luego viajará a Lisboa para reunirse con el
primer ministro de Portugal, Pedro Passos Coelho.
Lew está tratando de fortalecer vínculos con funcionarios que tienen
ideas similares en otros lugares del continente, en un intento por
llevar adelante una unión bancaria más profunda y reorientar el foco de
las autoridades monetarias hacia dar impulso al crecimiento.
El ministro de Finanzas de Francia, Pierre Moscovici, dijo el martes
tras un encuentro con Lew: "Tenemos visiones convergentes y esperamos
que nuestras voces sean escuchadas".
Mucho se habló de las recientes críticas de Estados Unidos al modelo
económico alemán y sobre si esa actitud crearía tensión entre Lew y
Schaeuble.
En octubre, el Tesoro estadounidense explicó en un informe al Congreso
que Alemania no estaba haciendo lo suficiente para impulsar su economía
doméstica, y que su dependencia de las exportaciones estaba presionando a
la baja los salarios y los precios en todo el mundo.
Pero por varias razones cualquier tensión será secundaria al tema de la unión bancaria.
En primer lugar, Estados Unidos tiene poca autoridad moral para hablar
de asuntos de política macroeconómica con Alemania. Washington ha
adoptado una fuerte austeridad en los últimos años y tiene poco éxito a
la hora de impulsar los salarios reales, factores ambos que mantienen
baja la demanda interna.
Además, impulsar la demanda interna en Alemania podría llevar tiempo,
mientras que los riesgos de una unión bancaria deficiente serían más
urgentes. El Banco Central Europeo debe finalizar una revisión de
balances de grandes bancos para fin de año, y podría pedir que varios de
ellos se recapitalicen.
La reticencia de Alemania y otros estados fiscalmente sólidos a
comprometer dinero de contribuyentes pone presión sobre el BCE para ser
moderado con los bancos, algunos de los cuales podrían necesitar grandes
cantidades de capital.
Por otra parte, el BCE pretende limpiar el sector bancario, ya que no hacerlo podría crear un estancamiento en la región.
Washington podría tener alguna influencia.
Por ejemplo, según Adam Posen, presidente del Instituto de Economía
Internacional Peterson en Washington, las inversiones de Estados Unidos
en Europa podrían reducirse si el sector bancario se torna más
inestable.
También podría suceder que Estados Unidos alargue las negociaciones
respecto a un potencial pacto comercial con Europa, otro de los temas de
la agenda de Lew para esta semana.
(1 dólar = 0,7349 euros) (Reporte adicional de Leigh Thomas en París; traducido por Damián Pérez, editado por Hernán García)
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