jueves, 27 de junio de 2013

Merkel quiere aplicar medidas en su país, que impide en los demás

En los próximos meses un tema saltará a los titulares de la prensa económica y general de toda Europa: Las elecciones en Alemania.
La actual canciller Angela Merkel, a tres meses de que los alemanes acudan a las urnas, se ha pronunciado ya en su programa electoral por mantener firme su política de austeridad para los países endeudados de la zona euro, y por aplicar algunas medidas de estímulo económico y gasto social en su propio país, que contrastan con las exigencias que la propia Merkel realiza a otros países de la unión.
Carsten Brzeski, economista de ING, afirmó recientemente en la CNBC, que “en el contexto de los diferentes programas electorales, los resultados de las elecciones tendrán un impacto significativo en la gestión de la crisis del euro por parte de Alemania”.
Recordamos que Alemania ha bloqueado repetidamente la creación de los eurobonos, una medida que según muchos analistas entre los que me incluyo, sería la mejor opción de viabilidad y desarrollo sostenible de la UE. De hecho, el propio Steinbrueck, antiguo Ministro de Finanzas de Alemania, ha expresado su apoyo a esta idea, a la que Merkel se sigue oponiendo firmemente.
“Esto allanaría el camino para una unión bancaria de la deuda europea, en la que los contribuyentes alemanes se enfrentarían a una responsabilidad ilimitada sobre la deuda de otros países. Nos negamos a esto”, afirma Merkel en su programa. También ha impedido, y previsiblemente seguirá haciéndolo si gana las elecciones, una mayor distribución de la carga fiscal y un incremento de la integración financiera de la UE.
Brzeski cree que si las elecciones conducen a un resultado mixto con una gran coalición de la CDU y la oposición del centro-izquierda SPD, podría haber un cierto empuje hacia una mayor integración, en particular de la unión bancaria, aunque no de una mayor distribución de la carga financiera.
Pero si la oposición ganara, y una coalición del SPD y los Verdes llegara al poder, Alemania podría estar lista para dar un salto cualitativo en una sindicación bancaria en toda regla, tal vez incluso con un régimen común de seguro de depósitos, un fondo de amortización de deuda y una cierta forma de eurobonos, añade.

El documento que presentó Merkel el pasado lunes, según afirma Antonia Matthews en la CNBC, esboza una serie de políticas favorables a la familia. Un bandazo a la izquierda para atraer al mayor número posible de votantes. En él se incluyen medidas que entran en contraste con las reformas fiscales que Angela Merkel ha exigido a otros países de la zona euro, como señalábamos al principio del artículo. Entre las propuestas se encuentran el aumento de las prestaciones por hijo, disposiciones sobre flexibilidad laboral, planes de vivienda más asequibles, control de alquileres, nuevo gasto en infraestructuras y pensiones. Medidas que según el diario alemán Handelsblatt podrían costar hasta 28.500 millones de euros.
Merkel ha sido muy criticada por el alto precio que esas medidas tendrían para el contribuyente alemán. La canciller ha defendido que no generarán nuevas cargas impositivas, y que una mayor libertad económica, junto con medidas de fomento del crecimiento, aumentarán las posibilidades de mayores ingresos fiscales. Este discurso de fomento del crecimiento para mejorar la recaudación fiscal y mejorar de esta manera el déficit presupuestario, se ha defendido en los países periféricos europeos, y ha sido rechazado frontalmente por la propia Angela Merkel, que prefiere la contención del gasto público mediante severas medidas de austeridad.
Alemania necesita para su crecimiento de la recuperación del resto de Europa, pues es dónde dirige la mayor parte de sus exportaciones. Los ciudadanos alemanes, que se han beneficiado del euro para incrementar sus exportaciones a la unión europea, dañando las de otros estados miembros, cada vez se muestran más reacios a apoyar a los diferentes estados en crisis. Pero no es un apoyo desinteresado, como señalábamos anteriormente. Las autoridades alemanas se hacen eco de la sensibilidad de sus ciudadanos, y exigen fuertes medidas de austeridad a estos países, “haciéndoles pagar” en cierta medida, su “irresponsabilidad financiera”. Todo esto bajo su prisma. Sin embargo, de puertas para adentro, los máximos responsables del gobierno alemán, encabezado por la propia canciller, creen que el estímulo económico es el mejor remedio para incrementar los ingresos fiscales, y poder así mejorar los servicios a sus ciudadanos.
En pocas palabras, Merkel quiere para sus ciudadanos, lo que no permite a los de la periferia europea. Es lógico entender con este tipo de actitudes, que se incremente el antieuropeísmo  de los países en crisis.
Según las últimas encuestas de opinión, el partido de centro derecha de Angela Merkel (CDU/CSU), obtendría el 40% de los votos, mientras que los demócratas liberales, principal apoyo del gobierno, obtendrían un 6%. El apoyo para el SPD se situaba en el 22%, mientras que los Verdes alcanzaban el 18% de los apoyos.

lacartadelabolsa

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