martes, 21 de mayo de 2013

Fiscalidad, reforma laboral, seguridad social; y más

Vayamos al final y luego retrocederemos. ¿Qué puede esperarse que suceda en España en los próximos meses en relación a los temas relacionados en el título?. Pienso que un aumento de la primera, un endurecimiento de la segunda y un hachazo a la tercera.
España es un país intervenido desde hace tiempo, 'sin capacidad de decisión'; que tiene que hacer lo que le dicen, lo que le marcan; que tiene que hacerlo porque debe la tira y sus acreedores le exigen que genere y reserve lo suficiente para pagar los intereses de tal deuda.
También tiene que hacer lo que le dicen porque no transmite confianza. Cuatro auditorías han pasado los bancos españoles, y si embargo un Premio Nobel dice abiertamente que los españoles harían bien en preocuparse de sus ahorros, un periódico que no tiene la etiqueta de tabloide publica un artículo en el que se dice que España es insolvente.
Y también tiene que hacer eso que le dicen por su desequilibrio: sus ayuntamientos y regiones no guardan una uniformidad, y el hecho de que haya regiones que para 'seguir como están' tengan que recibir el 17%, o el 14%, o el 8% de su PIB de su exterior genera incertidumbre, al igual que la genera una deuda privada que asciende al 306% del PIB de España o un desempleo del factor trabajo del 27%.
Encima España no crece, decrece, por ello lo que a España le dicen que haga va por el lado de aumentar tipos impositivos -indirectos: que aseguren que la mayoría de la ciudadanía los va a tener que pagar- y, a la vez, reducir gasto público, porque los  ingresos públicos no pueden aumentar por otra vía al no haber suficiente crecimiento, y porque es operativamente sencillo ahorrar a través del gasto público.
También le dicen a España que ha de llevar más allá la reforma laboral: si se facilita y abarata el despido, si se llega a reducir los niveles salariales, los costes de las empresas se reducirán, por lo que éstas podrán pagar más fácilmente otros impuestos y lo tendrán más fácil para conseguir una competitividad que les permita exportar algo más reforzando lo anterior.
Y también, pienso, le dirán a España que reduzca los importes que paga en pensiones, y que baje las cuotas que las empresas pagan en seguridad social, y que atrase la edad de jubilación, y que exija muchos más años que ahora para acceder a la totalidad de la pensión, y que tome toda la vida laboral para calcular la pensión individual. Más de lo mismo: reducción del gasto público para liberar fondos y para reducir el gasto de las empresas.
Y luego, ¿qué?.
De entrada España será más precaria, más pobre, más limitada. El problema de España es de ingresos, no de gastos; de falta de crecimiento. España, como todas las economías, tiene que adaptarse a un entorno de escasez, tiene que optimizar lo que tiene; tiene que organizar mejor aquello de lo que dispone; pero eso no va a resolver carencias estructurales de la economía española que se han ido consolidando tras siglos de evolución de su modelo socio-cultural-productivo.
Para España lo raro, lo extraordinario, han sido los años vividos entre 1992 y el 2007. Entre esos años a España llegaron varias oleadas que la proyectaron hacia un escenario inimaginable unos años atrás. Fueron los excedentes europeos de liquidez que inundaron España, los efectos de la publicidad de los Juegos Olímpicos y de la Expo, el Año Gaudí, la Capitalidad Cultural de Madrid, el que un montón de europeos deseasen disponer de una vivienda en España. España estuvo de moda, y eso la benefició, mucho, pero eso acabó. Y ahora España cuenta con lo que verdaderamente tiene, y es muy poco.
Por eso a España le dicen que suba impuestos, que recorte gasto público que endurezca una reforma laboral que le obligaron a adoptar, que recorte pensiones. Por eso: porque España ha perdido su capacidad de decidir.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

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