"Una inmensa ola de fuego arrasó ayer los mercados de commodities. El crash de estos mercados emanada del último esquema de jugar con fuego con un 100% de probabilidades de quemarse. Pero a los escasos participantes actuales en los mercados, la mayor parte de ellos máquinas manejadas por economistas y licenciados en otras materias recién salidos de las Facultades, les importa un bledo, porque el juego de las máquinas en Bolsa es otro, hasta que deja de serlo, como sucedió ayer con el oro. De tal modo, que lo que hoy es un becerro de oro a la mañana siguiente es un muñeco de chocolate. La Bolsa, como otros mercados, juegan con fuego, porque los dos pilares básicos del funcionamiento ordenado de los precios fallan: no hay crecimiento económico y, además, las políticas monetarias hacen agua por todas partes ¡Ya veremos cómo y cuándo salen los bancos centrales de este inmenso charco alimentado con trillones de dólares y de yuanes! Crecer al ritmo necesario para generar empleo. Esa es la clave. En tiempos de propaganda espesa como la niebla, como sucede ahora, se dice que un país sale de la recesión con crecimiento mínimos del 0,1% o 0,2% y los medios elevan lo que es una anécdota, un apunte numérico raquítico, a categoría superior. La salida de la recesión, cuando salgamos, no significará que la economía vaya a crecer con ganas, con suficientes garras para acometer los desafíos y, entre estos, generar empleo. Ya lo estamos viendo en USA, Japón y China. Es el crecimiento económico vigoroso el que anima las cuentas de resultados de las empresas y estas a contratar trabajadores, que se van a mostrar dispuestos a consumir. Es el crecimiento necesario para que esto suceda lo que da validez a los movimientos bursátiles", me dice el director financiero de una de las más importantes gestoras de fondos nacionales.
En este debate, José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España, decía hace unos días cosas tan interesantes como: Admito que yo no veo el escenario macro a corto plazo, ni en España ni en la zona Euro, de forma tan positiva. Soy de los que creen que el paso del tiempo no es la solución a todos los problemas. Que la Crisis no es cíclica; su recuperación, si finalmente hay un rebote cíclico (que no descarto) será de escasa magnitud y profundidad. De hecho, me he preguntado a mi mismo en muchas ocasiones qué es lo que puede llevar a una recuperación económica en los próximos meses. Por un lado, sin duda, el sector exterior ayuda.
Pero el fuerte ajuste observado en la balanza exterior no tengo nada claro que sea extrapolable. Especialmente en las importaciones, si finalmente esta mejora se materializa. Más allá de la dependencia de nuestras ventas sobre las compras (algunos dinámicos sectores exportadores son mero ensamblajes de piezas importadas o con un componente elevado de compras al exterior), están las dudas sobre la recuperación de nuestros socios comerciales y las que mantengo sobre el esperado dinamismo del comercio mundial tras el estancamiento del año pasado. Bien, esperemos acontecimientos pero no demos por hecho que los resultados recientes pueden extrapolarse al futuro. Naturalmente, el consumo privado es clave para una recuperación sostenida.
Pero, ¿sobre qué base? Quizás, simplemente es que los economistas que esperan un buen comportamiento a futuro de este componente de la demanda realmente lo que esperan es que no siga drenando crecimiento. Y esta misma hipótesis se puede extender a la construcción: ¿ha finalizado su ajuste? No hablo de una recuperación, más bien de que deje de caer. Pero la verdadera clave es la inversión empresarial. Muchos aludirán que responder a esta cuestión depende del flujo de financiación. Permítanme que discrepe, pero no de forma total. Claro que la financiación es necesaria. Pero lo es mucho más la confianza y tener unas perspectivas claras de crecimiento. Y aquí por fuerza nos tiene que ayudar la inversión directa del exterior. Soy testigo de que muchas empresas comienzan a analizar la situación de España. Pero por el momento, poco más. Y en este punto entra la incierta Crisis del Euro. Como ven, el futuro no sólo está en nuestras manos o de nuestros gobernantes nacionales. Y sigue siendo un futuro incierto.
Siempre nos quedarán los bancos centrales. Claro, esta es la clave a corto plazo. Una respuesta que se reafirma en si misma tras el anuncio del BOJ. Como si fuera la solución a los ajustes y problemas económicos. Los mercados han acabado la semana con subidas, con máximos si miramos las bolsas mundiales. De hecho, la corrección del viernes es sólo eso: una corrección mientras no ocurra lo contrario. Aquí está la clave para la evolución a corto plazo de las bolsas mundiales.
Y se trata de que su subida se retroalimente, de forma que los pesimistas o los escépticos (este es mi caso, al menos a corto plazo) tengan que admitir su error. El resto, que los datos económicos no muestren un mayor deterioro al esperado. En este punto tendremos al FMI y al G20 durante la semana. También depende de que los excesos de los mercados no se escapen de las manos. Aquí naturalmente tenemos que hablar de las divisas. Y por último, la relativa bonanza de (algunos) activos de riesgo también depende de que los imponderables sigan siendo riesgos no materializados. ¿El resto de los activos? Materias primas congeladas o con caídas limitadas y metales preciosos, presionados a corto plazo por los negros augurios de los países en dificultades pero con reservas en oro. El Mundo, además de complicado, es injusto para los activos de riesgo que no entran ahora en las quinielas de los inversores. Y mientras la irracionalidad domina el escenario de los mercados a corto plazo, su profundidad también se reduce. Sean prudentes.
Nos vemos en Twitter @MoisesssRomero
Moisés Romero
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