A pesar de su reducido importe, el ‘asunto de Chipre’ es muy, muy gordo porque afecta a:
1) la confianza en general hacia todo: dirigentes políticos, sistemas bancarios, seguridad jurídica, …: nada está a salvo de nada;
2) la deuda pública a través de los links entre esta y el sistema bancario: ¿cuánta deuda del país XXXX tienen los bancos de ese país?. La deuda de ese país es peligrosa porque lo es la economía de ese país, luego los bancos de ese país que tienen un porrón de deuda de ese país se hallan en un estado peligroso;
3) los dineros con los que la gente sabe que puede disponer: al haberse tomado sin permiso una parte del saldo de cada depositante las diferentes ciudadanías (de momento de países de la UEM) ignoran si les va a suceder a ellas y en qué medida puede sucederles.
4) al derecho de propiedad: una de las características de nuestro sistema económico, no sólo de nuestro modelo; señal de que se están modificando las reglas: los principios filosóficos, por los que el sistema se rige.
5) la hegemonía de los Estados y sus Gobiernos: se puede contar lo que se quiera, pero lo que pasó en la reunión del Eurogrupo en la noche del Viernes 15 al Sábado 16 fue que un grupo de personas dijeron: ‘Esto se tiene que hacer así o se tiene que hacer de la misma manera, y quienes no estén de acuerdo, se callan’. Puede gustar más o menos, pero la verdad es que los Gobiernos elegidos democráticamente ya pertenecen a la Historia: ahora se ha de hacer lo conveniente -lo que conviene-, y punto.
6) al hecho de que nada está ya al margen de ser tomado, utilizado, dispuesto, por quienes deciden en aras de la necesidad, de la supervivencia. No es una expropiación: va más allá; en una expropiación, tras una norma legal que se apoya en un dictamen, se expropian, por ejemplo, unos terrenos para construir una carretera; en Chipre se han arrancado de las manos de sus dueños unos fondos para contribuir a algo sobre lo que nada se preguntó.
7) al marco legal. Las leyes son papeles que posibilitan actuaciones, papeles que tienen que ser discutidos por representantes de sus destinatarios elegidos por estos, al menos eso es lo que dice la teoría; pero con respecto a Chipre eso ha dejado de ser así, y si en Chipre ha dejado de ser así, ¿por qué no puede dejar de serlo en otros lugares?.
Ha sido un tema de necesidad macroeconómica europea, vale, pero la/el ciudadana/o medio la moraleja que tiene que sacar del ‘asunto de Chipre’, pienso, es muy simple: la ficción de que existían normas inmutables y garantías inalienables ha saltado por los aires. Todo ha pasado a ser flexible, adaptable, por lo que no es necesario derogar ni promulgar ninguna grandilocuente ley: se hace porque es preciso ya que nos hallamos en un momento crucial; si esa ciudadana y si ese ciudadano lo entienden bien y si les gusta también; y si les afecta negativamente, pues ya saben.
Sugerencia: tomen nota: los tiros no es que vayan a ir por ahí: ya están yendo por ahí.
(Y si se les ocurre ir corriendo a su banco a vaciar su cuenta, piénsenselo: esos poderes disponen de una batería de medidas para evitar que eso pueda suceder, por ejemplo, prohibir, en pos de la estabilidad del sistema, pagos en efectivo de más de X euros y movimientos mensuales en las cuentas, salvo autorización, por un importe superior a Z veces el salario mínimo. Y les aseguro que algo así sería muy fácil de implementar y aún más fácil de controlar).
(Corrección. Decía el pasado Lunes en el texto de título "Chipre: la otra cara", en el sexto párrafo: "Bien, veamos España. En España con cada punto de impuesto de esas características se pueden obtener, más o menos, 1,2 mM€", En realidad debe decir 12 mM€).
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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