"Las políticas monetarias expansivas, cuando se prolongan en el 
tiempo y se constata, como sucede ahora, que sólo se quedan en los 
mercados financieros y apenas actúan en los problemas de fondo de la 
economía real, terminan creando enormes burbujas en las Bolsas. 
Los 
mejores gurus coinciden en que la flexibilización de la Fed, con 
sucesivas medidas cuantitativas, arrojando trillones de dólares a los 
mercados, ha ayudado a uno de los rebotes del S&P 500 más fuertes de
 la historia, que lo ha hecho estirarse, como si de un chicle irrompible
 se tratara,  desde los 666 puntos en marzo de 2009 hasta los 1.340 
puntos actuales. Con las actas de la Reserva Federal que conocimos el 
miércoles, muchos actores en el mercado han salido de estampida y otros 
tantos no saben qué hacer,. qué dirección tomar ¿Ha terminado la música?
 Ya no oyen la música. Muy pocos bailan. La subida que los índices de 
Wall Street han acumulado en los últimos años, hasta llegar a tapar, con
 sus números, sólo con sus números, todo el enorme abismo creado con la 
Crisis Financiera ha estado basada, en gran parte, por el factor 
monetario. Un mercado técnico en manos de los hedge funds, durante gran 
parte de este trayecto al que, en su parte final, se han unido, como 
siempre, los inversores particulares ¿Y ahora qué? ¿Volverá el director 
de orquesta? ¿Llegan los osos a Wall Street?" se pregunta uno de los 
grandes gestores de la Bolsa española, que recomienda el siguiente 
enlace.
 Pero antes observen la relación Bolsa vs QE ¿Claro, no?
 A principios de esta semana BRETT ARENDS señalaba en The Wall Street Journal 
 que los  inversionistas se están dejando persuadir. El Investment 
Company Institute (ICI), que representa a la industria de fondos mutuos,
 informa que en las últimas semanas el inversionista particular ha 
comenzado a regresar a la bolsa de valores. Los fondos que invierten en 
acciones estadounidenses han registrado ingresos netos, después de años 
de retiros de efectivo. Pero no se sabe si se debe a que los 
inversionistas están creyendo los argumentos de Wall Street. Lo más 
probable es que el inversionista promedio simplemente no puede 
resistirse a un mercado alcista.
 Los datos del ICI muestran que en los últimos años los inversionistas 
regresaron al mercado sólo después de un período alcista, como a 
mediados de 2009 y a principios de 2011. A largo plazo, muchos 
inversionistas particulares tienden a comprar después de que el mercado 
sube y venden una vez que se desploma.
 Hay muchos motivos para abordar este mercado con precaución, una vez más.
 Aunque la economía ciertamente parece estar recuperándose, buena parte 
de esto ya está reflejado en los mayores precios de las acciones. Pese a
 que las acciones estadounidenses parezcan económicas en comparación con
 las ganancias actuales, eso podría una ilusión. Los economistas señalan
 que las utilidades han sido artificialmente infladas, tanto por las 
medidas de la Reserva Federal de EE.UU. de reducir las tasas de interés 
como por los enormes déficits presupuestarios de Washington. Los 
déficits proporcionan una inyección a corto plazo, que impulsa la 
demanda de los productos de las empresas, mientras que las bajas tasas 
de interés han permitido a las compañías pedir prestado a tasas 
subsidiadas.
 Cuando los precios de las acciones son sopesados con mediciones menos 
volátiles, se muestran mucho menos apetecibles. Robert Shiller, profesor
 de finanzas de la Universidad de Yale, mide las acciones contra el 
promedio de las ganancias corporativas de los últimos 10 años, para 
eliminar las fluctuaciones a corto plazo. De acuerdo con esta relación, 
el mercado se cotiza a 23 veces las ganancias, muy por encima del 
promedio histórico de 16 y un nivel que se asocia con frecuencia con los
 máximos de la bolsa.
 En el pasado, las acciones compradas a precios elevados en base a la 
relación de precios y ganancias de Shiller —u otras mediciones 
similares— y mantenidas por una década, terminan generando retornos 
débiles.
 Otros señalan incluso otra coincidencia siniestra. Mientras que los 
inversionistas particulares han regresado a la bolsa en las últimas 
semanas, las personas con información interna —como los ejecutivos de 
las empresas— han comenzado a retirar su dinero a un ritmo rápido.
 Ben Inker, director de asignación de activos de la firma de inversión 
GMO, que administra US$100.000 millones, indica que las acciones y los 
bonos de EE.UU. están fuertemente sobrevalorados en sus niveles 
actuales. En base a cálculos sencillos, su firma teme que los 
inversionistas en los principales índices de EE.UU., incluyendo el 
S&P 500, tendrían suerte si logran ganar algo en términos reales 
durante los próximos siete años.
 ¿Qué pueden hacer los inversionistas? Los bonos se ven peor que las 
acciones. El efectivo, asimismo, no está retornando nada, pero al menos 
no se caerá en una crisis.
 Inker sugiere que se atengan a las inversionistas menos peligrosas del 
momento: las empresas líderes de alta calidad de EE.UU., como Johnson 
& Johnson  o Coca-Cola,  las acciones europeas y japonesas, y 
aquellas de los mercados emergentes. En estas tres áreas, dice, uno 
puede hallar mejores valoraciones.
 Es sólo una opinión entre tantas, pero la firma de Inker fue una de las
 que predijeron las caídas que se produjeron después de 2000 y 2007, y 
además recomendó la compra masiva de acciones durante el desplome de 
2008-2009.
 Inker cree que el panorama de la inversión en la actualidad es peor que
 el de 2007, debido a que, si bien las acciones no están tan caras como 
entonces, los bonos son ahora más costosos. El analista teme que el 
portafolio estándar de 60% en acciones de EE.UU. y 40% en bonos podría 
dejar al inversionista con menos dinero, en dólares reales, ajustados 
por inflación, en los próximos siete años.
Nos vemos en Twitter @MoisesssRomero
Moisés Romero
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