El visto bueno por el Tribunal Supremo USA a la reforma sanitaria que
en USA ha levantado tanta polvareda es, en términos suecos e incluso
españoles, de risa: simplemente obliga a que todo ciudadano tenga un
seguro mínimo, financiable total o parcialmente por el Estado, en una
entidad aseguradora -privada- y que esta no pueda discriminar a nadie.
Insisto, al margen de las mil y una triquiñuelas legales que ahora se
pondrán en marcha, el acceso a la sanidad en USA para los no-ricos
seguirá siendo muy, muy limitado. Lo que llama la atención es el momento
en el que se ha producido la declaración de constitucionalidad de la
reforma.
Hasta la presidencia de Roosevelt la protección social
en-alguna-forma-pública de la población USA era nula. En plena Depresión
Roosevelt jugó una carta muy inteligente: a cambio de que apoyaran sus
medidas ofreció a los sindicatos la instauración de un sistema nacional
de pensiones de jubilación, pero nadie dijo ni pío sobre un sistema
público de asistencia sanitaria. Roosevelt sacó adelante sus medidas,
los sindicatos se apuntaron un punto, la ciudadanía se puso muy contenta
porque aunque mínimamente (la cuantía de las pensiones en USA es muy
baja: hoy hay personas que se están desjubilando porque no llegan a fin
de mes con la suma de su pensión más su plan de pensiones) imposibilidad
de trabajar dejó de equivaler a miseria, y los capitalistas protestaron
un poco pero enseguida se callaron porque vieron que ‘pensión’
equivalía a ‘más consumo’. Y lo más importante: la medida fue instaurada
en un momento económico-social terrible.
Ahora, en otra crisis sistémica como aquella y abocada la economía USA a
una situación muy problemática por su dependencia de financiación
exterior y por su escasísimo crecimiento que se traduce en que el 50% de
su desempleo sea de larga duración (USA necesitaría crecer al 5% anual
durante 5 años para volver a una tasa de paro semejante a la que tenía
en el 2006 según un estudio de Goldman Sachs), una Administración saca
adelante una legislación social y paliativa como aquella que sacó
Roosevelt 80 años atrás. La pregunta es, ¿sale adelante esta legislación
para intentar paliar los efectos de la catástrofe social que se
avecina?. (¿Fue esta la razón que llevó al fracaso el intento de Bill
Clinton de instaurar una sanidad pública en 1992?: entonces el mundo ya
apuntaba a que iba a ir muy bien).
Aunque en lo cualitativo las dos normativas tienen puntos en común
entre ambas existe una diferencia esencial: los verdaderos efectos de la
puesta en marcha de un sistema de pensiones estatal se verían en el
medio y largo plazo, como se puso de manifiesto tras la II GM. La
cobertura sanitaria para toda/o ciudadana/o USA va a tener unos efectos
inmediatos, afectando desde ya a aquellas personas que han perdido su
cobertura sanitaria al perder su trabajo y al seguir desempleados (en
USA hasta ahora -las cosas están cambiando a fin de ahorrar costes- era
muy habitual que las compañías ofreciesen a sus trabajadores el pago de
un seguro médico como parte de la remuneración).
Desde siempre la sanidad en USA fue planteada como una forma de
negocio, primero porque nadie en ninguna parte del planeta se la planteó
como otra cosa, y cuando en Europa se fue implementando la cobertura
sanitaria universal en USA se siguió con su esquema tachando al europeo
de ‘sistema comunista que abocaba a la persona a la pérdida de su
libertad’; de hecho es la línea que adoptó el Partido Republicano desde
que la Administración Obama comenzó a hablar del tema.
Una línea que recuerda la justificación que se dieron a las Combination
Acts de 1799 y 1800 para posibilitar y facilitar la persecución del
asociacionismo obrero: libertad para todos, y si algún obrero no está de
acuerdo con que le exploten, que se vaya a otra parte, que para eso es
libre.
USA: siempre se tiende a copiarla, al menos así ha sido hasta ahora,
pero, normalmente, en lo malo. El pasado Jueves 28 quedó aprobada en el
Parlamento del reino la Reforma Laboral: una empresa que durante tres
trimestres haya tenido menores beneficios podrá despedir, un
departamento público que a lo largo de tres meses haya contado con una
menor dotación presupuestaria podrá despedir; sin riñas ni trifulcas: es
legal. (La Sra. Ministra de Trabajo dijo que la RL beneficiaría a
jóvenes y a parados). Se parece a lo que sucede en USA.
Lo que no se ha parecido nunca ha sido el tiempo medio que un
trabajador USA tardaba, hasta el estallido de esta crisis sistémica, en
encontrar trabajo: veinte semanas.
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Muy buena la estrategia del Gobierno del reino: si ninguno de sus
miembros define qué es 'rescate' ni qué entienden por 'rescate',
oficialmente España nunca pedirá un rescate ni sera rescatada. Como "El
ángel exterminador" (Luis Buñuel, 1962), pero al revés. Es muy buena,
pero no sirve.
España es un conjunto de entes desequilibrados agrupados en tres
niveles, desequilibrio que afecta tanto a los entes por niveles como a
los niveles entre si. Y por encima de todo la ausencia de crecimiento,
mejor dicho: el decrecimiento confirmado para este año y previsto por
todo el mundo para el siguiente, por lo menos. Es decir, España no crece
para alimentar a su Administración Central, a sus Administraciones
Regionales y a sus Administraciones locales, lo más peor es que entre
los elementos de cada una se dan desequilibrios de crecimiento enormes
que se intentan compensar mediante leyes y normas que escapan a
cualquier racionalidad económica y que obligan a que sean aceptadas
decisiones que no se sostienen desde la lógica.
Si España va a seguir decreciendo, el desempleo aumentando, la
recaudación fiscal y los ingresos de todos esos entes bajando, si la
población va a continuar siendo la que es, si la oferta de trabajo va a
ser hoy y mañana mayor que la demanda, la salida evidente es el
empobrecimiento imparable, la degradación social, las palabras vacías de
políticos (independientemente de su color) sin soluciones debido a que
las soluciones no son políticas, y el retroceso a lugares que se
consideraban superados, y, encima, manteniendo artificialmente
desequilibrios internos. ¡IN-SOS-TE-NI-BLE!. (E inaguantable).
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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