Los estudiantes protestan en elegantes avenidas de Barcelona, los
salarios del sector público sufren su segundo recorte en tres años y
crece el resentimiento contra el Gobierno central y los beneficiarios de
los rescates bancarios.
Éstas son las repercusiones diarias de la crisis de deuda de la zona
euro. Como el resto de España, Barcelona tiene por delante varios años
difíciles, mientras l país se adapta a vivir dentro de sus posibilidades
tras la explosión de una burbuja inmobiliaria financiada con deuda que
ha puesto de rodillas a gran parte del sector bancario.
Sin embargo, a no ser que las proyecciones más pesimistas del coste de
rescatar a los bancos demuestren ser acertadas, todo indica que España
se enfrenta a una corrosión, no a un hundimiento.
Grecia se arriesga repentinamente al riesgo de no poder pagar
importaciones vitales si no puede formar un nuevo Gobierno que se atenga
a las cláusulas de un rescate internacional. Pero España es más
representativa de la generalmente insidiosa y desmoralizadora naturaleza
de la crisis: la austeridad está minando la confianza en políticos de
toda la zona euro y deshilachando el tejido social a medida que se
comparten las facturas de años de mala gestión económica.
"El problema es social ¿Qué vamos a hacer cuando tenemos un paro del 25
por ciento? Es dramático", dijo Joan Ramón Rovira, jefe de estudios
económicos en la Cámara de Comercio de Barcelona.
A pesar de que uno de cada cuatro trabajadores españoles está en el
paro, la protección por desempleo se está deteriorando. En la capital
catalana, se están cerrando áreas en hospitales, está aumentando la
ratio de alumnos por clase y están subiendo las tasas universitarias.
El resultado es un endurecimiento de las actitudes, a medida que varios
grupos luchan por preservar sus derechos. La crisis también ha
incrementado las tensiones políticas con Madrid, a medida que los
independentistas catalanes recelan cada vez más de ayudar a financiar el
Gobierno central, que ellos consideran les trata con desdén.
"España es una mochila demasiado pesada para que sigamos llevándola.
Nos está costando nuestro desarrollo", dijo Joan María Piqué, portavoz
del presidente catalán, Artur Mas.
CRECEN EXPORTACIONES, CAEN LOS PRECIOS INMOBILIARIOS
Rovira es optimista sobre las posibilidades de que España salga
adelante. Presenta cifras que muestran cómo están aumentando las
exportaciones desde Cataluña, que representa el 20 por ciento de la
economía nacional y genera alrededor del 30 por ciento de sus
exportaciones.
Las exportaciones españolas crecieron un 11 por ciento el año pasado, a
medida que recuperó gradualmente la competitividad perdida cuando los
salarios se dispararon tras la introducción del euro en 1999. El
Gobierno prevé que el actual déficit de cuenta corriente se reduzca a
menos del 1 por ciento del PIB este año desde un máximo del 10 por
ciento en 2007.
Joerg Kraemer, economista jefe de Commerzbank en Fráncfort, estimó que
España había recuperado la mitad del deterioro previo a la crisis en
costes laborables relativos, una tendencia que debería continuar por las
recientes reformas que flexibilizan salarios y contratación.
La prioridad ahora, según el consejero de Economía catalán, Andreu Mas-Colell, es que las compañías de la región ganen músculo.
"El punto destacado de nuestra economía son las exportaciones", dijo en
una entrevista. "Pero nuestras firmas son demasiado pequeñas. En una
economía orientada a la exportación, el tamaño es importante. Estamos
demasiado fragmentados".
Frente al avance en el reequilibrio económico externo, España se está
rezagando a la hora de reducir su déficit presupuestario y se está
viendo castigada por los inversores.
La rentabilidad del bono español a 10 años superaba el lunes el 6 por
ciento, un nivel insostenible a largo plazo, ante la preocupación de que
Madrid tenga que gastar decenas de miles de millones de euros para
frenar el deterioro de su sistema bancario.
Los bancos españoles tienen más de 180.000 millones de euros de activos
inmobiliarios problemáticos en sus balances, y los analistas
consultados temen que la situación empeore si la recesión provoca más
impagos corporativos e hipotecarios.
El Gobierno español trató de reforzar la confianza de los inversores el
viernes ordenando a los bancos provisionar 30.000 millones de euros
adicionales por activos "sanos" (no problemáticos) vinculados al
ladrillo, dos días después de anunciar la nacionalización de Bankia.
Pero los mercados financieros no se mostraron impresionados.
Se trata del cuarto intento de saneamiento bancario, y Edward Hugh, un
economista independiente en Cataluña que dice que el Gobierno ha sido
demasiado lento a la hora de hacer frente a la situación, duda de que
sea el último.
"La cuestión clave es dónde va a estar el suelo de los activos
inmobiliarios. Hasta que lo sepamos, todo son conjeturas", declaró.
Los precios de las viviendas han caído alrededor de un 25 por ciento
desde 2007 y un sondeo de Reuters publicado el viernes apuntó a una
caída adicional de más de un 15 por ciento en 2012-2013.
La previsión de Morgan Stanley es que los bancos necesitarán 25.000
millones de euros en capital. Royal Bank of Scotland prevé un déficit de
68.000 millones de euros en los próximos tres años.
Roubini Global Economics espera pérdidas que vayan de 130.000 a 300.000
millones de euros y confiere una probabilidad de un 60 por ciento a la
necesidad de un rescate soberano seguido, en 2015, por una
reestructuración de la deuda de España.
Pero el economista jefe de un banco local, que pidió el anonimato
porque el Gobierno aún no había detallado la última reforma financiera,
dijo que las provisiones adicionales exigidas por el mercado tenían
sentido sólo si España seguía en recesión varios años.
"Si es necesario restablecer la credibilidad y reducir la prima de
riesgo sobre nuestros bonos, entonces quizás tengamos que hacerlo. Pero
creo que los mercados están excediéndose", declaró.
DISPUTAS REGIONALES
La urgencia de estabilizar el saldo de deuda de rápido crecimiento de
España está poniendo el foco de atención en sus 17 comunidades
autónomas, que suponen alrededor de la mitad del gasto de las
administraciones públicas y cuya deuda casi se ha duplicado en los
últimos tres años.
Las regiones supusieron el año pasado el 55 por ciento del total del
déficit de las administraciones públicas del 8,5 por ciento del PIB,
según JP Morgan, y Madrid ha aprobado una ley que amenaza con hacerse
con el control directo de sus presupuestos si no frenan su gasto.
Vistas desde Barcelona, sin embargo, las cosas no son tan simples
Cataluña y otras regiones son responsables de la gestión de servicios
públicos, pero Madrid retiene la mayoría de las competencias
regulatorias y de impuestos y gastos. Esta es una receta para el
desacuerdo cuando la situación económica es difícil: los ingresos
fiscales caen en picado, pero la demanda para sanidad y educación no.
Como consecuencia de ello, Barcelona se encuentra a menudo yendo gorra
en mano a Madrid para cubrir su déficit de efectivo pese a que Cataluña,
la región más rica de España, transfiere más del 8 por ciento de su PIB
cada año en impuestos netos al Gobierno central.
Al mismo tiempo, el partido nacionalista de centroderecha Convergencia i
Unió (CiU), en el gobierno en Cataluña, dice que Madrid ha retenido
inversiones prometidas en pos de lo que ve como una evidente agenda de
centralizar el poder y asfixia a Cataluña.
"Entendemos que España está pasando por una crisis y se necesitan
reformas. Todos estamos en el mismo barco", dijo Mas-Colell. "Lo que nos
irrita es que la crisis podría utilizarse como una oportunidad para
limitar nuestro autogobierno o para no cumplir compromisos hechos en el
pasado".
Cataluña quiere negociar un nuevo pacto fiscal que le dé más autonomía.
Pero, con una deuda que se acerca el 22 por ciento de la producción
regional, su baza política parece débil.
Mientras tanto, está haciendo más recortes. El gasto en sanidad caerá
un 4,8 por ciento este año tras una reducción de un 6,5 por ciento en
2011. Los salarios públicos regionales se han reducido un 5 por ciento
además de un recorte similar a nivel nacional en 2010. Se ha paralizado
un programa de construcción de colegios y los catalanes pronto empezarán
a contribuir al coste de las recetas.
"Estamos jugándonosla, pero creemos que nuestros votantes entenderán las limitaciones con las que vivimos", dijo Mas-Colell.
SENSACIÓN DE INJUSTICIA
Conversaciones en Barcelona sugieren que la gente entiende la necesidad
de apretarse el cinturón. Es importante destacar que los fuertes lazos
familiares constituyen una especie de red de seguridad para los
desempleados. Pero hay una sensación de que los sacrificios no se están
compartiendo de forma justa.
Felipe Aranguren, de 59 años, que trabaja cuando puede como sociólogo,
arremete contra los bancos "podridos" de España y quiere que se suban
los impuestos a los ricos para que paguen un programa de obras públicas
tipo "New Deal".
Lleva un pin con una estrella negra, símbolo del anarquismo, en la
solapa, pero Aranguren no cree que abandonar el euro e ir por libre
aliviaría la difícil situación de España.
"Económicamente hablando, no podemos hacer nada en España porque todo
se decide en Bruselas. Pero salir de Europa sería sólo un problema más",
dijo.
Joan Colom, un economista de la Universidad de Barcelona, dijo que su
departamento se había visto obligado a prescindir de un montón de
profesores jóvenes y a reducir la investigación.
Se mostró optimista sobre las posibilidades de que España salga de la
crisis, pero criticó la estrategia centrada en la austeridad. "Vamos a
pagar un coste, seguro, y podría ser más alto de lo necesario", dijo
Colom, un ex responsable del Tribunal de Cuentas de Cataluña.
La estudiante de Psicología Celia Nisare Bleda, de 19 años, teme que
los estudiantes de familias más pobres se lleven la peor parte de los
recortes a la educación. Con uno de cada dos jóvenes españoles sin
trabajo, sospecha que ni siquiera una licenciatura sea suficiente para
conseguir un trabajo en España con un salario decente.
Muchos estudiantes se van al extranjero en busca de un futuro mejor.
Ella haría lo mismo si fuera necesario. "Con los salarios que vayamos a
ganar seguramente, no hay posibilidades de tener una buena vida. Vamos a
vivir toda nuestra vida como estudiantes", dijo Nisare Bleda.
Alan Wheatley
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