El inicio de la Depresión puede expresarse de una forma muy simple: se
dieron a la vez una crisis de sobreproducción y otra de subconsumo; con
los instrumentos de política económica entonces disponibles la crisis
-sistémica- estaba servida. Ahora, de otras maneras, está sucediendo
algo que se le parece muchísimo.
Hasta que en Francia empezó a plantearse la posibilidad de que M.
Françoise Hollande ganase las elecciones presidenciales el camino, con
protestas de los PIIGS incluidas, era único: la limpieza, la reducción
del déficit, el desapalancamiento. La fórmula no era discutida: no
gastar lo que no se tiene y recortar y subir impuestos a fin de enjugar
el saldo negativo existente y pagar lo que se debe. Desde que parece
claro que en Francia habrá cambio de presidente están empezando a salir
voces contrarias al plan en marcha. Y siempre es lo mismo: se pone como
ejemplo la recuperación que está habiendo en USA.
Pasado mañana hablaremos de USA con más detalle, pero vaya por delante
que Europa no puede hacer lo mismo que USA porque a USA le sostiene el
resto del mundo y a Europa no le sostiene nadie; de lo que se deduce que
USA va a tener unos problemas de pánico cuando ese resto del mundo no
pueda seguir sosteniéndole, pero eso es otra historia. Europa, decíamos,
sólo cuenta con ella misma y con lo que pueda intercambiar por ahí;
poco más.
Por tanto, pienso que en Europa no debe poner en marcha una política
generalizada de más gasto porque perdería la credibilidad que tiene, y,
además, no puede hacerlo porque la capacidad de endeudamiento de Europa y
de las empresas, de las entidades financieras y de las familias
europeas está agotada: a-go-ta-da (la de USA también, pero recordemos:
le sostienen).
M. Hollande ahora que está en campaña dice muchas cosas (recordemos al
actual presidente del Gobierno del reino: ‘No van a subir los
impuestos’), cuando esté residiendo en el Palais de l'Élysée, si llega a
estarlo, veremos que dice cuando le muestren números que ahora no está
autorizado a ver.
Lo que es totalmente absurdo es pretender que, en medio de una crisis
sistémica, un país reduzca su déficit ocho puntos en cuatro años, y es
absurdo porque no se puede a no ser que se recurran a métodos hoy no
admitidos. Se puede vender la idea, utilizarla como herramienta
propagandística, pero no se puede conseguir porque es imposible; y
claro, cuando se quieren recoger los frutos de lo que se puso en marcha a
partir del supuesto de que tal cosa se conseguiría, sucede lo que
sucede: crecientes precios a pagar para que te compren la deuda pública,
desconfianza absoluta de que esa economía vaya a poder pagar lo que
debe y exigencia creciente de recortes de gasto y subidas de impuestos.
Todo ello lo que deriva es en mala gaita, peleas entre los socios y
empobrecimiento rampante de los-que-siempre-pagan: la gleba, el pueblo,
la ciudadanía: los nombres cambian pero el hecho de ser los que pagan
permanece.
Si quieren, lo que viene, llámenlo una vía alternativa, tanto da.
Pienso que, a la vez, a-la-vez, a partir de ya deberían darse cuatro
pasos: 1) en este batiburrillo actual hay algo se tiene dejar muy claro,
2) es imprescindible llegar a un acuerdo y cumplirlo, 3) es menester
hacer un pronunciamiento y 4) es inaplazable abordar tres tareas.
Lo que hay que dejar claro: que a nadie se la va a echar del euro y que
nadie se va a ir del euro porque a nadie le conviene que nada de eso
ocurra.
El acuerdo: realizar planes de reducción del déficit a medida para cada
país miembro del euro (fíjense en que digo ‘miembro del euro’, los
demás de la UE ya veremos después que pasa con ellos). Planes: ‘tienes
que hacer esto y no hacer lo otro; y lo tienes que hacer sí o sí,
¿vale?’. A medida: no son iguales las recetas que debe aplicar España,
Grecia o Francia para reducir su déficit. Alemania, pienso, aunque atina
en el final al que debe llegarse y tiene muchos recursos, carece de
ideas para salir lo menos tocados que sea posible de este atolladero.
El pronunciamiento: no hay un año único de llegada para todos ni al 3%,
ni al porcentaje que sea; la cifra y el año ya se decidieron a
principios de Febrero: el -0,5% en el 2020. Hay que tomar eso como
referencia y aplicar esos planes a medida para cada país para llegar
ahí.
Las tareas (recuerden: tienen que hacerse a la vez y en todos los
miembros del área euro): a) llevar a cabo un exhaustivo análisis del
gasto: lo que se gasta, ¿se está gastando bien?, b) hacer una lista con
todos los activos que tienen en sus balances todas las entidades
financieras y anotar al lado el valor por los que están contabilizados y
el valor real que ahora tienen en la calle, y c) confeccionar una lista
de todo lo que debe cada país y a quién se lo debe, y otra lista en
cada país que recoja quien debe qué a quien.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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