El Banco Santander ha puesto en pie de guerra a los inversores internacionales con su oferta de canje de deuda subordinada, ya que ofrece unas condiciones mucho peores que las de mercado. Eso ha supuesto un duro golpe para la imagen del banco en un momento tan delicado como el actual. Además, ha contribuido a incrementar la desconfianza de los mercados en España, según distintas fuentes del mercado.
En una nota sobre esta oferta, Merrill Lynch la califica como "menos que generosa" y asegura que "hemos detectado una enorme consternación entre los inversores". Pero su indignación va incluso más lejos: "El espectáculo de un banco europeo tan grande incumpliendo su obligación de amortizar sus bonos subordinados obviamente subraya la fragilidad de los argumentos de inversión".
La deuda subordinada, un híbrido entre deuda y capital, normalmente tiene un vencimiento a 10 años pero con una opción de amortizarse a los cinco; aunque es algo a discreción del banco, tradicionalmente se entendía como una obligación, que es la que ha incumplido el banco presidido por Emilio Botín, según Merrill Lynch.
El Santander ofrece a los tenedores de estos títulos canjearlos por deuda senior (normal) a un precio ligeramente superior al que cotizan en mercado. A priori, parece una opción interesante para los inversores que pueden salirse aminorando sus pérdidas actuales. Pero el problema está en los nuevos bonos ofrecidos, que pagan un interés de midswap (equivalente al euribor) más 150 puntos básicos... cuando la deuda similar del banco cotiza actualmente con un diferencial de entre 350 y 400 puntos básicos.
Según los cálculos de Merrill Lynch, eso supone una reducción del valor de la deuda de 7 puntos porcentuales, es decir, que en vez del 100% de su valor habría que considerar el 93% del mismo. Aun así, el banco de inversión controlado por Bank of America considera que es preferible acudir al canje que quedarse con una deuda que va a languidecer en el mercado durante muchos años: los nuevos bonos tienen un vencimiento más corto (2015), son más líquidos, no se verán afectados por los posibles problemas de capital de la entidad y se puede ganar si el mercado se normaliza en algún momento.
Otras fuentes del mercado añaden que, aunque la nueva deuda no esté en los niveles que exige el mercado, ofrece un tipo de interés muy superior al de la subordinada, que fue emitida en plena burbuja de crédito cuando los diferenciales eran mínimos. Es decir, que eso ya supone un atractivo para el canje.
Mala imagen del Santander... y de España
Sin embargo, esta indignación generalizada va a provocar que muchos inversores no acudan a la oferta, según un gestor de fondos, ya que preferirán aguantar 5 ó 7 años y entonces recuperar el nominal de su inversión. "Tiene mucho sentido para el Santander: dado que la subordinada no va a contar para el cómputo de capital en Basilea III, tratan de deshacerse de ella y obtener un beneficio que sí contará como core capital", explica. "Pero no puede hacerlo a este precio, debía haber ofrecido algo más en línea con la situación actual del mercado".
"Es algo propio de los ricos, que pueden poner las condiciones que quieran. Pero el Santander no está en esa situación porque tiene que pedir mucho dinero al mercado", añade otro experto. "Con esta operación, va a cargarse la confianza del mercado en el Santander", añade.
El problema es que no se trata sólo de la imagen del banco, sino la del conjunto de nuestro sistema financiero y de España en general: "En un momento como el actual, lo peor que podemos hacer es que un banco español se ponga en contra al mercado. Con los enormes vencimientos de deuda pública y privada en 2012 y la prima de riesgo disparada, es muy poco inteligente", concluye una de las fuentes citadas,
http://www.cotizalia.com/en-exclusiva/2011/11/18/santander-solivianta-a-los-inversores-con-su-poco-generosa-oferta-de-canje-de-deuda-74570/
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