¿De qué nos extrañamos tanto?. Lo de diseñar una nueva Europa no tiene nada de nuevo: es volver a finales de los 90, cuando se elaboraban listas de los países que iban a estar en el euro: ya lo hemos dicho: los PIIGS no estaban en ninguna.
También es volver a principios de los 2000 cuando se acuñó el concepto de ‘la Europa de geometría variable’, y el de ‘la Europa a dos velocidades’; aunque, en realidad ya no es lo mismo: entonces la economía planetaria estaba yendo a más, de forma bastante ficticia -crédito, más crédito, muchísimo más crédito-, pero ningún problema había aparecido aún en la distancia (vista en perspectiva ‘la crisis de las puntocom’ fue un mal chiste), hoy esa economía mundial acumula una deuda impagable, unas porquerías inconmensurables, y se halla en fase de caída: está yendo a menos.
Ya, ya: a toro pasado es muy sencillo (aunque los que entonces lo advertimos tenemos algún derecho a comentarlo ahora), pero si entonces se hubiese implementado en Europa un perfil en geometría variable y la multivelocidad, no sólo dos velocidades, las cosas hoy sería bastante diferentes, aunque sí: ni remotamente se hubiese crecido lo que se ha crecido, ni España hubiese ido bien ni más que bien, no. Además sucede otra cosa.
Entonces, cuando el Euro se formó, estos que han ¿reeditado?, ¿reinventado?, ¿resucitado?, la geometría variable: Alemania (+ Austria) y Francia estaban bastante mejor de lo que están ahora, tanto su economía real como su economía financiera, y ahora no es así: ¿cuál es el estado real de sus entidades financieras?, ¿y el de sus aparatos productivos?, ¿qué va a suceder cuando quienes compran a Alemania no puedan mantener ese estándar de demanda?, ¿y qué a Francia cuando no pueda continuar manteniendo esa triple-A que está en el centro de su razón de ser?.
¿Salida?, sí: no hay otra, pero no es posible otra. Europa es una unidad de entes muy diferentes, pero Europa no debe romperse porque todos y cada uno de esos entes perderían, sin embargo es insostenible que esos entes continúen juntos de la manera que han estado juntos hasta ahora. Antes podía decirse que habían países, economías, que eran más potentes y otras que lo eran menos, hoy ni siquiera eso es real.
Hoy existen esos entes que se pueden seguir denominando ‘Italia’, ‘Francia’, ‘Dinamarca’, pero toda Italia, toda Francia, toda Dinamarca no tiene posibilidades idénticas porque no toda Italia, ni toda Francia, ni toda Dinamarca son homogéneas.
Pienso que aunque la coordinación y la colaboración es megaesencia, ya no es posible ir ‘todos juntos, a la vez y a más’, por ello lo que se ha explicado hasta ahora del ‘núcleo duro’ tampoco es realista. Al igual que no lo es dictar medidas nacionales: a Italia le van a leer la cartilla, y le van a monitorizar hasta cuando se suena su población, pero será erróneo: Milán está a mil años luz de Nápoles, esa es la realidad fea de la que nadie habla.
Geometría variable, multivelocidad, pero antes es preciso poner en orden las cosas: los MiB llegaron a Italia el día 9, y revisaron, y dictaron, y advirtieron. Fue una escenografía: ninguna falta hacía que fuesen, pero en ocasiones los símbolos son importantes. Italia, como país, ha perdido la soberanía: sus presupuestos van a ser los de otros: la intervención. Nunca antes había sucedido en tiempos de paz, desde el fin de la II Guerra Mundial la intervención en un país occidental (lo del FMI en The UK en los 70 fue otra película): Italia: fundadora del Mercado Común, miembro originario de la OTAN, y del club de nombre G – 8, ahora intervenida, exigida.
Y no, no lo ha sido por la CE y por el BCE, sino por ‘los mercados’: lo que antes se llamaba ‘el poder económico’ y que está anticipando el mañana.
Y sí, es la tercera parte después de la primera que fueron los rescates a las buenas y de la segunda que fue el calvario de Grecia. Ahora ya no es tiempo de pomadas, si no de cirugía.
Y también, es cada día un poco más, cada día una pizca más a fin de que las ciudadanías se vayan dando cuenta de lo que está sucediendo, de lo que sucede, a fin de que ven por sí mismas lo que llega, de que acepten lo que va a venir. Y no, ya saben: pienso que no es que las cosas se hayan torcido, llevan años muy mal y la tendencia es a peor, lo que ha cambiado es que desde Agosto eso se está empezando a decir.
Y efectivamente, il Signore Berlusconi se ha ido pero hasta que no se reconozca con todas sus consecuencias que existen dos italias totalmente distintas y con estructuras, realidades y expectativas diferentes, el problema de Italia, pienso, no se solucionará.
¿USA?, ¿China?; primero ha sido Europa, luego, pienso, irá saliendo lo de los demás.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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