En el otro artículo de estas páginas comento la importancia que está teniendo el cierre de cortos en las últimas subidas de las bolsas, que está llevando a Wall Street a marcar máximo histórico tras máximo histórico. Pero hay otro factor de suma importancia que justifica las alzas: La entrada de los inversores particulares de forma masiva en los fondos de gestión pasiva.
Según los últimos datos publicados, en lo que va de año se han inyectado 83.000 millones de dólares en este tipo de fondos, mientras que se ve una retirada de 15.000 millones de dólares en fondos de gestión activa.
“Los inversores están normalizando sus compras en fondos de renta variable. Es el retorno a la normalidad”, afirma en una entrevista en Bloomberg Nikolaos Panigirtzoglou, estratega de U.S. Bank.
Después de años de despreciar esta clase de activos a favor de los ingresos fijos, añade Sid Verma y Oliver Renick en Bloomberg, los inversores minoristas están incrementando la demanda de acciones en medio de una escalada en la toma de riesgos y proyecciones de crecimiento económico.
Las estimaciones hablan que en 2017 los fondos de gestión pasiva podrían absorber un total de 440.000 millones de dólares de dinero nuevo. Esta sería una cantidad casi seis veces mayor que el volumen del año pasado.
Por otro lado, los inversores institucionales están disminuyendo su exposición a las acciones, otra señal de que los flujos de estrategias pasivas están probablemente dominadas por inversores minoristas.
En el mercado se conoce como “dinero tonto” a las posiciones de los inversores particulares (no estoy de acuerdo con esta definición como ya he explicado en otros artículos), y “dinero inteligente” al de los inversores institucionales. Bien, pues uno de los procesos que marcan la formación de un techo mayor en los mercados de valores, es lo que se conoce como el traspaso de posiciones de manos fuertes o dinero inteligente a manos débiles o dinero tonto. Es decir, la venta de las acciones de los inversores institucionales a los inversores particulares.
Esta tendencia alcista ha sido conocida como “la más odiada de la historia”, pues en gran parte de la subida que se inició en 2009 y que ha llevado a los indicadores americanos a multiplicarse por varias veces, no han tomado parte los inversores particulares. Estos se sentían atemorizados por las últimas crisis financieras y por las fuertes caídas anteriores de las bolsas.
Ahora sin embargo, y con una tendencia alcista que se ha convertido en una de las más duraderas y rentables de la historia, los inversores particulares están deshaciendo sus posiciones en renta fija y llevándolas a la renta variable. Esto debería preocuparnos.
Todos los techos mayores de mercado de la historia, no hablamos de los crash bruscos y de corta duración, se han visto acompañados de un proceso de distribución de papel que podría estar sucediendo en estos momentos. Este tipo de techos tarda tiempo en desarrollarse, pero cuando se completan, la tendencia bajista posterior es de una gran magnitud. Téngalo en cuenta.
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