Hace unos días recibí un mail. “Desde septiembre de 2012 vivo en (nombre de una ciudad alemana), donde llegué con una beca Erasmus. Después decidí quedarme y desde octubre de 2013 tengo un trabajo algo precario (repartidor de pizzas a media jornada) en el que me pagaban 6 € brutos por hora (propinas aparte).
Digo “me pagaban” porque por aquellas fechas hubo elecciones y Merkel consiguió renovar su mandato pactando con el SPD (la famosa gran coalición) y una de las consecuencias de ese pacto fue instaurar un salario mínimo de 8,5 € brutos /hora, a partir del 1 de Enero de 2015. A finales de 2014 eran muchos (liberales y democristianos) los que criticaban esta medida, argumentando que poner un salario mínimo pondría en peligro la creación de empleo y reduciría la contratación. Tan sólo un año y medio después, ya ha visto usted que el paro ha alcanzado un mínimo histórico. Pero de lo que en su día decía la derecha, pocos parecen acordarse.
Y sí, es cierto que en Alemania mucha gente vive de los minijobs. Le puedo contar anécdotas muy ilustrativas de amigos míos que viven al límite. Pero desde que se ha instaurado el sueldo mínimo, el total de “minijobers” ha bajado un 2,4% en 2015 respecto a 2014, quedándose en 6,69 millones de trabajadores, como puede usted comprobar en este enlace (lamento que sólo esté disponible en alemán)
En mi caso, la instauración del sueldo mínimo ha supuesto lo siguiente: En 2014 trabajé un total de 1.622,82 horas, por las que percibí 10.380,13 € brutos. En 2015 hice 1.473,83 horas, y percibí 13.380,82 € brutos (los datos que le doy son en ambos casos con vacaciones incluidas). Es decir, trabajé 148,99 horas menos y gané 3.000,69 € más”.
Mi respuesta fue:
“¿Es posible que la creación del salario mínimo haya hecho que empleos categorizados como minijobs hayan dejado de serlo? Lo que no entiendo es que trabaje menos horas. ¿Ha aumentado la productividad y hace falta trabajar menos tiempo? ¿Ha caído la actividad en su sector? ¿Han aumentado el precio de las pizzas y se ha contratado a más trabajadores? …”
Y la suya:
“Verá, un minijob es un tipo de contrato que se caracteriza por dos cosas: A) la mala es que se gana un máximo de 450 € mensuales, independientemente de lo que se pague por hora trabajada. B) la “buena” es que lo que se gana está libre de impuestos.
Al fijarse esa cuantía máxima de 450 €, un trabajador puede tener dos minijobs siempre y cuando la suma de los dos no supere ese límite; otra cosa es tener un minijob y un trabajo normal a jornada completa por el cual sí se pagan impuestos, esto sí está permitido.
En el sector de la hostelería es muy habitual ser contratado como minijober, aunque en realidad se trabajen más horas que excedan el límite de los 450 €. En este caso el empleador paga 450 € en nómina, y el resto en negro. De este modo no se pagan impuestos y las desventajas son obvias para el trabajador, puesto que ha de pagarse la totalidad del seguro médico de su bolsillo (unos 160 € mensuales). Pero la gente llega aquí muy desesperada, sin conocer el idioma, y termina aceptándolo.
Ahora le explico porque en 2015 trabajé menos horas:
1. En noviembre de 2014 los precios subieron mucho, de media era todo un euro más caro. Al principio se notó una bajada en los pedidos que se compensó en parte con la subida de los precios. Sin embargo con el tiempo la gente olvidó la subida de precios y ahora pide tanto como antes (he de decir también que (nombre de un distrito de la ciudad referida), el distrito donde trabajo, tiene algunas de las zonas más ricas de la ciudad, no sé cómo habrá sido en otros barrios más pobres).
2. La primera mitad del 2015 el propietario de la franquicia se puso muy nervioso con el tema del salario mínimo y decidió “optimizar” en costes de personal. Lo pagamos todos, pero especialmente los minijobers. ¿Por qué? A) Los empleados a media jornada somos unos pocos, los minijobers son legión. B) Los empleados a media jornada han de hacer según su contrato un mínimo de 120 horas mensuales (no hay máximo, yo he llegado a hacer 166 horas) mientras que los minijobers tienen un límite máximo (los 450 €) pero no un mínimo (he visto nóminas de 20 € mensuales... y esa gente oficialmente no está en el paro).
Esta “optimización” significa que: a veces (me ha pasado dos veces en tres años), si uno tiene que empezar a trabajar a las seis y no hay faena, el jefe le dice que se espere hasta que la haya. Suele ser máximo media hora, obviamente sin cobrar. O si hay que hacer pausa para comer, te vas hora y media o dos horas, en lugar de una hora. Otras veces, el jefe pregunta al minijober si quiere tener la tarde libre. Normalmente son chicos de entre 17 y 20 años y se van a casa encantados. Entonces nos quedamos tres haciendo el trabajo de cinco, y eso se traduce en más dinero por hora trabajada, porque las propinas que esos dos trabajadores no se llevan, nos las llevamos los que nos quedamos (las propinas son otro tema; sumándolas a lo que el empleador me paga, en 2015 me sale de media a 11,50 € netos por hora trabajada. Insisto, no sé cómo será en otros distritos)
3. Otro factor es que ahora el sueldo mínimo es algo más atractivo en comparación con los 6 € brutos/ hora anteriores a 2015. Y hay más gente que quiere trabajar de repartidor que antes, cuando no era tan fácil encontrar mano de obra (tenga usted en cuenta que repartimos en moto o en bici eléctrica y el invierno en (la zona donde se halla esa ciudad) es durísimo. Pero también las adversidades meteorológicas nos benefician, porque los días de sol son escasos y la gente aprovecha entonces para salir o ir a los restaurantes en lugar de pedir comida a domicilio)”
A lo que respondí:
“Muy clarificador y muy bien explicado. El problema es que con 450 € en Alemania no se puede hacer nada, pero nada de nada. Me impresionó enormemente cuando leí que el 50% de la población de Berlín, cuando se despierta cada día, no sabrá si podrá hacer dos comidas ese día. Eso es la bomba, a eso una esos 6 M de personas con minijobs; la verdad es que no entiendo como no hay más protestas sociales.
Pienso que Alemania está sucediendo como en todas partes: una dualización de la sociedad con el consiguiente aumento de la pobreza y la desigualdad”.
Para meditar, ¿verdad?.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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