Dirán que soy un ingenuo pero, sinceramente, pienso que los directivos de las marcas automovilísticas no son unos gangsters desalmados que han ido a robar y a estafar al desvalido consumidor engañándole con apaños de software y trucajes varios que acababan emitiendo más de lo que pregonaban y ofreciendo unas prestaciones que, caso de haber cumplido con las emisiones prometidas no hubieran logrado. Efectivamente los consumidores de los vehículos apañados han sufrido un engaño, pero tal y como lo interpreto el engaño no era el fin sino que ha sido la consecuencia.
De la lectura de cosas como estas: http://economia.elpais.com/economia/2016/04/22/actualidad/1461326214_040766.html , http://economia.elpais.com/economia/2016/04/21/actualidad/1461258340_526774.html y http://economia.elpais.com/economia/2016/04/22/actualidad/1461313003_089450.html lo que deduzco es se han prometido, por parte de todos, cosas que era imposible cumplir … a los precios de venta a los que se estaban ofreciendo la mayoría de los vehículos.
Los legisladores han elaborado y los ejecutivos han promulgado unas leyes maravillosas anticontaminación y de emisiones que han de cumplir los vehículos dotados con motor de explosión –aunque muy mejorables– y draconianas por sus exigencias … para los precios que un miembro de la clase media puede pagar por un vehículo automóvil de clase media … y no tan media.
Lo que, pienso han hecho las marcas hasta ahora detectadas ha sido dar la vuelta a la ecuación: con mi organización y mi tecnología –que es ultrapuntera– el modelo X, que está destinado a las personas de renta R, tiene que ser vendido a, por ejemplo, 20m €, a ese precio se puede vender, y mi competencia venden a ese precio un vehículo similar. Pero si he de cumplir toda esta maravillosa normativa antiemisiones el precio tendrá que ser 25m €, y las prestaciones serán menores, y a ese precio y con esas prestaciones voy a vender muchos menos autos porque esa clase media y no tan media no va a poder pagarlo; luego … camuflo la normativa y no subo el precio. Y la competencia que hizo lo mismo realizó el mismo razonamiento.
Es decir, si las cosas fueron como he imaginado que fueron, se produjeron en cascada una cadena de trampas al solitario, y los consumidores recibieron el resultado (aunque se beneficiaron de unas prestaciones reales que no hubiesen tenido pagando lo que pagaron).
Lo que me baila en todo este razonamiento es la postura de los legisladores y de los ejecutivos europeos. ¿Nadie les dijo, ningún experto le comunicó, que esas normativas iban a encarecer enormemente los precios de unos vehículos que estaban concebidos para la clase media? ¿Nadie les advirtió de que sus leyes podrían tener consecuencias muy negativas para las economías de las marcas automovilísticas? ¿No se extrañaron de que, en los seguimientos de cumplimiento y una vez esas normativas en marcha, los precios finales de los vehículos afectados no hubiesen sufrido un incremento espectacular?.
Que los engaños hasta ahora detectados se han producido es innegable, pero aunque sólo sea como ejercicio sería interesante calcular cuales hubiesen sido las ventas de autos si las normas en cuestión se hubiesen aplicado a rajatabla, y cuales hubieran sido las consecuencias económicas para las economías de los países, porque no nos olvidemos de que las automovilísticas son … ‘hacedoras de PIB’ (y de empleo).
(Claro fijándonos en VW y viéndolo así …http://www.economiadigital.es/es/notices/2016/04/el-fraude-de-las-emisiones-hunde-a-volkswagen-en-los-numeros-rojos-83349.php)
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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