Todo este follón de los impuestos sobre ingresos y beneficios eludidos, evadidos, defraudados, pienso que desaparecería si la imposición sobre ellos se sustituyese por un impuesto sobre el gasto proporcional –y progresivo– al valor de aquello en lo que se gasta e incluyendo impuestos negativos para los bienes de primera necesidad.
Hoy las TICs, la evolución de la logística, el Internet de las cosas, permiten trazar cualquier transacción tanto monetaria como de movimiento de bienes y servicios. Esto, complementándolo con la eliminación del dinero metálico, contribuiría a la eliminación del cualquier tipo de fraude: de-cual-quie-ra.
¿El objetivo político es que ‘los ricos y las empresas paguen’? Con un impuesto único sobre el gasto pagarían, seguro, y no podrían escaparse. Pero, ¿por qué han de tributar los ingresos por el mero hecho de haberlos obtenido, independientemente del fin que se les vaya a dar?.
Y, claro, cosas como lo que sucedida en Panamá y ‘sabida recientemente’ (?????, serían imposibles.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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