En muchas ocasiones los analistas y gestores de mercado nos complicamos demasiado en nuestra labor. Intentamos explicar los movimientos pasados y predecir los futuros utilizando complicadas herramientas técnicas y fundamentales, por lo que a veces se nos pasa la explicación más sencilla, y en muchas ocasiones, la más acertada. Les pondré un claro ejemplo:
Se han dado múltiples razones para explicar estos siete años de mercado alcista en la renta variable estadounidense. Razones macro y microeconómicas, de posicionamiento estratégico, de independencia energética, ventajas geopolíticas, ciclos lunares y presidenciales…podríamos seguir. Ahora bien, a la vista de los datos de flujos esta tendencia alcista se ha producido básicamente porque las empresas han utilizado su enorme nivel de liquidez para comprar acciones propias.
Como vemos en el siguiente gráfico de HSBC, la demanda real de acciones en el periodo 2008-2015 ha sido liderada por la recompra de acciones con mucha claridad, seguida de la compra de ETFs. Por el contrario las familias y los fondos de pensiones han sido netamente vendedores en este mercado alcista.
Las empresas básicamente lo que han hecho es, dados los tipos de interés en mínimos históricos, emitir deuda y con lo recaudado parte lo han utilizado en financiar su negocio y parte en comprar acciones de sus compañías. Con esto conseguían dos cosas, sostener el precio de sus títulos a niveles altos para utilizarlas en operaciones corporativas o ampliaciones de capital, y por otra incrementar el beneficio por acción si amortizaban parte de esas acciones adquiridas.
Esto da peso a aquellos que argumentan que la subida en los mercados de valores ha tenido muy poco que ver con la mejora de los beneficios empresariales -de hecho están en recesión. Estos mismos analistas advierten que una subida de tipos más pronunciada romperá este círculo emisión de deuda-recompra de acciones, lo que podría provocar un fuerte deterioro en el precio de las acciones.
Por otro lado, es llamativa la fuerte venta en este periodo de dos de los grandes partícipes de los mercados emergentes: Los inversores particulares y los fondos de pensiones.
Los inversores particulares han vendido entre 2008-2015 un total de 1 billón de dólares netos en acciones del mercado americano. Una cantidad similar ha sido la vendida por los fondos de pensiones.
En suma, todo ese papel de fondos e inversores particulares lo han comprado por un lado las propias empresas interesadas en mantener el precio de sus acciones alto, y por otro los fondos indexados que han aprovechado el auge de este instrumento inversor. Un escenario muy poco saludable.
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