Es evidente como los últimos datos conocidos apuntan a una nueva aceleración de la demanda doméstica en los últimos meses del año. Y quizás, el más evidente es el comportamiento del consumo privado.....
¿Cómo es posible? De hecho, con la renta disponible creciendo a ritmos cercanos al 2.5/3 % y la tasa de ahorro en niveles promedio del 9.5 % parece un tanto llamativo que los hogares se vuelquen a consumir. Y estoy también considerando el proceso de reducción de deuda (-17 % desde niveles altos), visible y necesario.
No, parece razonable esperar que las familias españolas mantengan un crecimiento del consumo privado superior al del propio crecimiento económico. Aunque la combinación de mejora en las condiciones financieras, la caída de los precios del crudo y el perfil expansivo fiscal ayuden. Y ayudan probablemente mucho.
Como vemos en el cuadro anterior, no es sólo el consumo privado el que lidera el crecimiento: la aceleración de la inversión (6.5 %) es importante para explicar el aumento de la demanda doméstica (3.9 %), lo que se traduce a su vez en una aportación negativa del sector exterior de algo más de medio punto.
La economía española tiene dos grades desequilibrios pendientes: el desempleo y la deuda. Parte de esta deuda se deriva de la acumulada por las familias (80 % del PIB, 10 puntos por debajo del máximo de 2011; en niveles de 2006) durante la Gran Moderación. La continuidad en el desapalancamiento es evidente, de forma que reduzca incertidumbres a medio y largo plazo al mismo tiempo que favorezca un crecimiento más sostenido de la economía. Por otro lado, la mejora del desempleo exige un elevado crecimiento económico más allá de la mayor sensibilidad del empleo al crecimiento obtenido a través de la Reforma del Mercado de trabajo. Necesita consumo privado, dado su peso en el crecimiento, la lenta recuperación de la inversión y la propia debilidad del crecimiento mundial.
¿Cómo compaginar ambos objetivos en el tiempo? En definitiva, esta pregunta esconde la necesidad de aceptar el crecimiento cíclico actual de la economía favorecido por factores temporales y excepcionales. Difíciles, por tanto, de mantener en el tiempo. ¿La respuesta? Más reformas y más flexibilidad económica, más certeza y confianza en el futuro. Y especialmente a nivel político.
José Luis Martínez Campuzano
Estratega de Citi en España
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