viernes, 13 de noviembre de 2015

La ‘salida’ de la crisis

Comillas: no se ha salido, claro, pero se dice que sí porque se quiere creer. Se habrá salido de la crisis cuando el PIB aumente, cuando el desempleo caiga (¿aunque sea el denominado nivel Nairu?, pues… ¡las cosas que hay que aceptar!), cuando se perciban ganancias del poder adquisitivo, cuando el subempleo deje de existir, cuando dejen de haber desahucios, cuando dejen de recordarnos machaconamente que sobre nuestras cabezas pende la espada de Damocles del déficit, cuando la deuda se reduzca, cuando el número de personas excluidas descienda,… Y eso, así, todo junto, pienso que no va a suceder nunca. Jamás. Ya no porque todo esto es propio de una época que ya se ha ido.


Lo que ha sucedido es una cosa muy simple que puede resumirse en el binomio ‘limpieza-acostumbramiento’. Estalló la crisis y una sombra de duda y miedo se expandió. Cerraron un montón de empresas, el desempleo se disparó, los impagos subieron como un cohete, al igual que la deuda publica, y el déficit, y todo ello con un decorado de niveles monstruosos de deuda privada. Dudas y miedos.
Luego, ya saben: anfetas, abaratamiento y facilitación del despido, salarios a la baja, recortes de gasto público, subidas de impuestos, … la Sociedad 1/3. Dejando al margen a ese 0,1% de la población que está en Elysium, los 2/3 restantes se fueron adaptando al inicio de la Nueva Normalidad, y lo más importante: quisieron creer, por lo que empezaron a soñar.
La calificada como ‘salida’ es una llegada a un mundo low cost, depreciado; en el que el primer 1/3 dice que esto, aunque no sea aquello, ya vale, y el segundo ya le está bien como está (pero a ese segundo 1/3 pertenecen los 50 m empleados que dos superbancos europeos han dicho, hace una semana, que van a despedir). Nadie se mueve, nadie dice nada, nadie protesta por nada, porque nada es seguro y nada está definido. La mayor aspiración es quedarse como se está a pesar de que se sepa que las condiciones laborales que se tienen así se van a quedar: ¿Cuántas veces en el último año han oído ‘Somos afortunados’  en boca de personas que hace diez hubieran dicho que sus actuales condiciones eran una puta mierda?.
Ahora se está entendiendo qué es la ‘devaluación interna’. Es bajar costes para ganar lo que es imposible ganar vía precios. La devaluación interna es reducir salarios, aumentar el desempleo, subemplear trabajo, sí, pero también robotizar producciones, automatizar procesos, implementar la producción agregativa. Y eso no va a cambiar no va a volver a ser como antes porque es imposible: faltan recursos, sobra trabajo.
Salir de la crisis es estabilizar, liquidar la volatilidad, eliminar la incertidumbre, pero eso puede lograrse al nivel del piso 25 o del 6º sótano, y pienso que ya nos hallamos en el 2º. O sea que sí, que de la crisis se saldrá –aún no a pesar de lo que proclamen y quieran hacer creer los políticos– pero, ¿se pueden imaginar como serán las cosas cuando oficialmente se diga que ‘Definitivamente ya hemos salido de la crisis’?. 
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

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