No hace mucho un empresario español me dijo que las cosas le iban bien. Es el propietario de una pyme, es suya, no tiene socios; en la empresa trabajan él, su esposa y quince empleados más. En los años del ‘España va bien’ le fue de maravilla; luego cayó a un pozo más negro que la antracita; ahora está contento: ‘Este Enero ha sido mucho mejor que el del año pasado’, me dijo. ¿Qué ha hecho para llegar a donde está?. Esto:
Hasta Mayo del 2010 fue trampeando con un zapato y una alpargata, tirando de ahorros, cubriendo gastos malamente, y siempre esperando que ‘mañana las cosas fuesen mejor’, pero cuando las cosas se pusieron rematadamente mal a partir de Mayo del 2010 empezó a actuar.
De entrada echó a la calle a la mitad de la plantilla, redujo pluses y complementos a la mayoría de los trabajadores y congeló salarios; con eso ya redujo los costes de forma apreciable.
A continuación empezó a seleccionar clientes y al 35% les dijo que su cultura empresarial y la de ellos no eran compatibles, evidentemente eran clientes problemáticos sobre todo en el apartado de pagos. Dejó de trabajar con ellos y punto.
Lo que vino después fue dar una orientación radicalmente diferente al destino de sus ventas: de estar mayoritariamente volcado en el mercado español pasó a vender en Europa, en economías potentes, el 85% de lo que fabricaba con unas condiciones económicas muy claras: primeras operaciones: 50% por adelantado y 50% a la entrega del pedido; cuando ya existe confianza mutua: 50% a la firma del pedido con descuento del 3% y el resto a 60 días, pero ofrece un descuento adicional del 3% si el pago es contra entrega de material.
Prácticamente se autofinancia, y su nivel de endeudamiento es muy bajo y lo está reduciendo a marchas forzadas.
Este empresario ha salido de su crisis, pero veamos el nuevo decorado en el que se mueve. Se ha hecho mucho más pequeño de lo que era, por lo que ha reducido radicalmente la población activa que ocupaba, y ni en sueños se plantea crecer más y ocupar a más trabajadores, de hecho hay pedidos de buenos clientes que está rechazando por no poder cumplir plazos de entrega: para él la seriedad es sagrada. Sus trabajadores, los que le quedan, tienen sus remuneraciones totales congeladas desde hace cinco años y no se plantea cuando las va a aumentar; evidentemente, ellos, sus empleados, no le han hecho la más mínima sugerencia de revisarlas.
¿Ven lo que ha pasado?. Esta empresa ha superado la crisis (él mismo siempre dice ‘de momento’: aún no ha superado el miedo) pero desde la oferta genera mucho menos PIB que antes y su política ha llevado a que genere mucho menos desde la demanda. Ha ganado en eficiencia, pero su peso en la economía ha caído, y ni se plantea que vuelva a aumentar.
Pienso que este puede ser el prototipo de la ‘recuperación española’; una recuperación sesgada por actividades y zonas, a la baja, no creadora de empleo, con menores ingresos pero seguros, con menores gastos por consumos y menores salarios pagados a menos trabajadores. Una recuperación que contribuya al creciente desempleo estructural que se está instalando en España y en una enquistada precariedad de ingresos. Y en un canje de facturación por seguridad.
El Señor Presidente del Gobierno estaría satisfecho con esta empresa: para ella sí ‘la crisis ya es historia’. Aunque en el último estudio sobre el Clima Social de España publicado el pasado 8 de Febrero más de 8 de cada 10 españoles crean que la situación económica del reino es mala.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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