jueves, 2 de octubre de 2014

Mr. Draghi. Salarios y productividad.

Mr. Draghi. Salarios y productividad.
Lo que dijo Mr. Draghi en Jackson Hole el pasado Agosto y lo que dijo ayer en Frankfort constituyen adelantos bastante claros de cómo va a ser, pienso, el próximo modelo.
Dice Mr. Draghi que hay que bajar impuestos y que la inversión pública tiene que aumentar. No entremos a discutir si tiene o no razón, sigamos por ahí. Para conseguir ambas cosas y dando por supuesto que esa inversión pública deberá ser en cosas necesarias, la única vía posible es recortando gasto público, particularmente el modelo de protección social.

Las cotizaciones sociales que pagan las empresas no son impuestos, pero como si lo seriesen. Luego también tendrán que bajar, lo que afectará a las pensiones que se tendrán que ver reducidas.
Ya con lo que llevamos dicho se ve que el consumo se resentirá, y como el consumo caerá el exceso de capacidad productiva que hoy existe se acusará más, lo que favorecerá que sea eliminado; lo que hará que los precios continúen muy bajos y muy estables.
Disminución de la oferta y reducciones y cierres de empresas no necesarias lleva a un mayor excedente de factor trabajo, una situación para la que se puede muy bien justificar la necesidad de mayor flexibilidad en las contrataciones, despidos y fijación de salarios, favoreciéndose el reparto del tiempo de trabajo y de los salarios en los casos en que sea posible, lo que generalizará la figura del contrato por obra y servicio en cualquiera de sus manifestaciones.
Con menor gasto público que afrontar la disminución de impuestos gana en significado; los Estados se empequeñecen y las corporaciones sustituyen en diversas instancias a los Estados, por ejemplo en la protección social de sus empleados: profesionales fijos, esenciales e insustituibles. Y en el caso de que por alguna circunstancia fuese preciso aumentar los ingresos públicos bastaría con incrementar los impuestos lo que haría subir los precios y reduciría el consumo de aquellos bienes que fuese necesario reducir, como la energía.
Las deudas, a fin de que no molestasen, podrían ser convertidas en perpetuas con un interés simbólico, y el dinero metálico eliminado y sustituido por medios de pago electrónicos. Razonar la conveniencia de ambas medidas de cara a la opinión pública es verdaderamente sencillo.
La resultante de todo esto es una economía mundial más reducida, oligopolizada, extremadamente estable, en el que la política monetaria juega un papel marginal y en el que conceptos como ‘Estado’, ‘clase media’, ‘mercado de trabajo’ o ‘modelo de protección social’, si continúan existiendo, tendrían un significado radicalmente diferente. Entonces ya estaríamos en el nuevo modelo.
En este razonamiento las compras de activos, la barra libre y la bajada de tipos de ayer sería una herramienta más para completar el puzzle.
(Publicado 05.09.2014)

En relación al reciente informe de la OCDE en el que se analizan una serie de parámetros relacionados con el empleo y que ya comentamos aquí (http://www.oecd.org/newsroom/jobs-recovery-to-remain-weak-in-2015.htm), uno de los aspectos que más en España se ha destacado ha sido el deterioro salarial que el país ha experimentado en los últimos siete años: recuerden: el 2% en términos medios pero que en algunos casos, como en el de los empleados públicos, puede alcanzar el 32% si se añaden los recortes de días de fiesta que han experimentado.
A raíz del recorte salarial se han oído diversas voces que vinculaban tales recortes salariales con una ganancia de productividad experimentada por la economía española lo que ha ayudado a mejorar la competitividad de España y, por tanto, sus exportaciones. Y en realidad las cosas no han sido así porque la productividad no tiene nada que ver con los salarios, ni estos con aquella. Veamos.
La medida exacta de la productividad es la de unidades de producto elaboradas en una hora de trabajo efectiva, pudiendo ser expresado ese número en valor. Imaginemos ahora una situación en la que una empresa elabore 1.000 unidades en una hora y que para ello necesite 100 trabajadores; esta claro que la productividad de esa empresa será de 10.
Cuando se dice ‘aumentos de productividad’ automáticamente se piensa en algo: producir más en la misma cantidad de tiempo; si se fuerza el pensamiento se puede decir: producir más unidades en menos tiempo; pero prácticamente nunca nadie piensa en producir menos en muchísimo menos tiempo. Ese seria el caso de nuestro ejemplo: que la empresa decidiese fabricar 500 unidades a la hora con 10 trabajadores.
Reparen en que en ningún momento henos hablado de salarios, es posible que el coste laboral de la hora en el primer caso fuese de 20 euros y en segundo siguiese siendo el mismo, con el consiguiente ahorro en factor trabajo que la empresa obtendría. Esa mayor productividad la empresa podría utilizarla en reducir su precio de venta, repartirla en beneficios, aumentar salarios o las tres cosas a la vez.
Claro, la única forma de pasar de una productividad de 10 con 100 trabajadores a una de 50 con 10 es invirtiendo en tecnología productiva y en organización para mejorar el proceso productivo, lo que redunda en un menor consumo de factores productivos.
Bien. Y en España, ¿qué ha pasado?. En España, básicamente han sucedido dos cosas: han cerrado bastantes empresas y las que no han cerrado han prescindido de muchísimos trabajadores, empezando por los temporales. Muchas de las que no han cerrado han reducido su capacidad productiva, y como han despedido mucho han mejorado su masa salarial. Paralelamente, la última reforma laboral ha reducido costes laborales al abaratar los despidos y junto a eso ha facilitado tales despidos. Y a la vez, el exceso de oferta de trabajo en relación a la demanda de trabajo existente ha forzado los salarios a la baja.
Las empresas se han beneficiado de las tres vías apuntadas porque han reducido sus costes de producción, pero la productividad por ocupado en España en la inmensa mayoría de los casos no ha mejorado porque no se ha invertido para reducir el consumo de factores productivos y porque el número de horas de trabajo ha caído mientras que el número de personas empleadas ha aumentado.
España ha ganado competitividad de la llamada ‘forma sucia’: ha reducido producción, ha reducido empleo, ha ocupado a más personas más precariamente en sectores de bajo valor añadido, ha reducido salarios y ha facilitado y abaratado los despidos. Y encima, de cara a las exportaciones, la vía de reducir salarios ya está agotada: es una de las conclusiones del informe de la OCDE.
La verdad, no se quien puede sentirse orgulloso de algo así.
(Publicado 06.09.2014)
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

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