Resumimos y luego ampliamos. Pienso que vamos hacia un escenario en el
que habrá mucho menos de lo que ahora hay por lo que habrá que diseñar
un conjunto de procesos que garanticen poder aguantar en ese entorno, un
entorno en el que habrá dos niveles, dos círculos desiguales y
excéntricos: Insiders y Outsiders, que se necesitarán poco entre sí y
coexistirán menos; división no motivada por la ideología sino por la
escasez y la necesidad. Evidentemente, ese conjunto de procesos lleva
tiempo siendo diseñado.
Demanda de trabajo a la baja; rentas decrecientes; pensiones, sanidad, educación, subsidios de desempleo: protección social en retroceso; gasto público en descenso. La actividad no remonta lo que sería preciso para volver a lo-de-antes porque lo que lo propició se ha ido: desperdicio de recursos y deuda exponencialmente creciente. La actividad está cayendo, sobrevive la imprescindible, y la que puede ser más productiva: invirtiendo: tecnificando rutinas, no, aunque se haga, esquilmando salarios.
En un escenario postglobal ningún sistema fiscal conocido es posible. Por mucho que crezcan, los impuestos no serán capaces de financiar unos gastos más que crecientes; por lo que los servicios, por muchos que se recorten y recorten, cada vez van a poder ser menos financiados por esos impuestos. En consecuencia se da la vuelta al razonamiento: reducción de contribuciones fiscales y reducción de servicios prestados. Y se justifica: lo primero para ganar competitividad, lo segundo para garantizar su sostenibilidad.
***
Mientras estaba escribiendo estas líneas me llegó un mail. (No lo reproduzco porque se halla plagado de referencias personales). Fundamentalmente quien me escribía me decía tres cosas: me pedía sugerencias para preservar sus ahorros; me hablaba de su situación personal: muy elevada formación pero en desempleo tras más de dos décadas trabajando en puestos de responsabilidad y asumido que si vuelve a encontrar un empleo su remuneración caerá el 40%; y me exponía que ‘se siente estafada con el sistema’ debido a que ‘siempre se había portado bien’ y sin embargo no percibirá pensión alguna o una muy escasa.
Mi respuesta fue:
“Ud. me pide que le de una receta para conservar sus ahorros intactos, y eso no puedo hacerlo porque no existe tal receta. Si en vez de hablarme de 140 m € me hablase de 140 M € sería más fácil, y ya entenderá porqué.
Ud. como el 99,9999% de la población no tiene ninguna influencia sobre su entorno y está sujeta a lo que le digan que tiene que hacer porque no tiene opciones ni medios para oponerse. Piense que, en el límite, siempre puede ser prohibido cualquier pago en metálico o, incluso, eliminado el dinero metálico, por lo que, al final, no hay alternativa a mantener sus ahorros en una entidad financiera. Sugerencias: no tenga cuentas con saldos mayores a 50 m €, y tenga a mano una cantidad para funcionar unos días por si se produjese algún tipo de tensión, como en Chipre (aunque recuerde que los cajeros no dejaron de suministrar numerario en ningún momento a fin de evitar un pánico).
Lo que sí es superfundamental es que vuelva a integrarse en un entorno laboral, aunque sea a costa de perder el 40% de ingresos tal y como apunta: si se sale, la dificultad de volver a entrar crece más que proporcionalmente al tiempo que se tarde en volver.
Y por favor, no diga eso de que siempre se ha portado bien: suena a culpabilidad, y ni Ud. ni nadie es culpable de lo sucedido: simplemente el modelo se agotó y todos estábamos dentro, y todos fuimos responsables de su agotamiento porque no otra cosa podía hacerse, aunque hacerlo supusiera que se agotase, sí”.
***
¿El mundo en el 2025?. Escasez. Marginalidad. Supervivencia. Casi todo parco para casi todos. Límites en todo. Alternativas prácticamente inexistentes. No será por nada ideológico: simplemente habrá muy poco.
“Ain't gonna need to tell the truth, tell no lie
Everything you think, do and say
Is in the pill you took today”
“In The Year 2525” (Rick Evans, 1964; Zager and Evans, 1969).
@sninobecerra
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
Demanda de trabajo a la baja; rentas decrecientes; pensiones, sanidad, educación, subsidios de desempleo: protección social en retroceso; gasto público en descenso. La actividad no remonta lo que sería preciso para volver a lo-de-antes porque lo que lo propició se ha ido: desperdicio de recursos y deuda exponencialmente creciente. La actividad está cayendo, sobrevive la imprescindible, y la que puede ser más productiva: invirtiendo: tecnificando rutinas, no, aunque se haga, esquilmando salarios.
En un escenario postglobal ningún sistema fiscal conocido es posible. Por mucho que crezcan, los impuestos no serán capaces de financiar unos gastos más que crecientes; por lo que los servicios, por muchos que se recorten y recorten, cada vez van a poder ser menos financiados por esos impuestos. En consecuencia se da la vuelta al razonamiento: reducción de contribuciones fiscales y reducción de servicios prestados. Y se justifica: lo primero para ganar competitividad, lo segundo para garantizar su sostenibilidad.
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Mientras estaba escribiendo estas líneas me llegó un mail. (No lo reproduzco porque se halla plagado de referencias personales). Fundamentalmente quien me escribía me decía tres cosas: me pedía sugerencias para preservar sus ahorros; me hablaba de su situación personal: muy elevada formación pero en desempleo tras más de dos décadas trabajando en puestos de responsabilidad y asumido que si vuelve a encontrar un empleo su remuneración caerá el 40%; y me exponía que ‘se siente estafada con el sistema’ debido a que ‘siempre se había portado bien’ y sin embargo no percibirá pensión alguna o una muy escasa.
Mi respuesta fue:
“Ud. me pide que le de una receta para conservar sus ahorros intactos, y eso no puedo hacerlo porque no existe tal receta. Si en vez de hablarme de 140 m € me hablase de 140 M € sería más fácil, y ya entenderá porqué.
Ud. como el 99,9999% de la población no tiene ninguna influencia sobre su entorno y está sujeta a lo que le digan que tiene que hacer porque no tiene opciones ni medios para oponerse. Piense que, en el límite, siempre puede ser prohibido cualquier pago en metálico o, incluso, eliminado el dinero metálico, por lo que, al final, no hay alternativa a mantener sus ahorros en una entidad financiera. Sugerencias: no tenga cuentas con saldos mayores a 50 m €, y tenga a mano una cantidad para funcionar unos días por si se produjese algún tipo de tensión, como en Chipre (aunque recuerde que los cajeros no dejaron de suministrar numerario en ningún momento a fin de evitar un pánico).
Lo que sí es superfundamental es que vuelva a integrarse en un entorno laboral, aunque sea a costa de perder el 40% de ingresos tal y como apunta: si se sale, la dificultad de volver a entrar crece más que proporcionalmente al tiempo que se tarde en volver.
Y por favor, no diga eso de que siempre se ha portado bien: suena a culpabilidad, y ni Ud. ni nadie es culpable de lo sucedido: simplemente el modelo se agotó y todos estábamos dentro, y todos fuimos responsables de su agotamiento porque no otra cosa podía hacerse, aunque hacerlo supusiera que se agotase, sí”.
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¿El mundo en el 2025?. Escasez. Marginalidad. Supervivencia. Casi todo parco para casi todos. Límites en todo. Alternativas prácticamente inexistentes. No será por nada ideológico: simplemente habrá muy poco.
“Ain't gonna need to tell the truth, tell no lie
Everything you think, do and say
Is in the pill you took today”
“In The Year 2525” (Rick Evans, 1964; Zager and Evans, 1969).
@sninobecerra
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
Magnífica entrada, de acuerdo en casi todo. Un saludo desde Valladolid.
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