lunes, 22 de julio de 2013

España y su factor trabajo

Una imagen vale más que mil palabras, pero mejor si son dos.
A continuación dos gráficos sobre el mercado de trabajo español. En el primero la evolución de la tasa de actividad (población entre 16 y 65 años que se manifiesta dispuesta a trabajar) y de la tasa de desempleo (población desocupada sobre población activa. En el segundo la evolución de las poblaciones activas, ocupadas y desempleadas. En ambos el período contemplado es entre el primer trimestre del 2009 y el primer trimestre del 2013. Y de ambos la fuente de las series a partir de las que se han construido estos gráficos es el INE. ¿Qué puede deducirse de ambas imágenes?. Se lo adelanto: cosas tristes.


La tasa de actividad española (eje izquierdo) es reducida, mucho en relación a otras economías europeas: la española supera en los mejores momentos el 60% mientras que la danesa ronda el 80%; pero, además es oscilante, lo que se pone de manifiesto en el carácter cíclico de numerosos subsectores económicos en España. Se perciben los efectos del Plan E (Enero 2009 – Mayo 2010) y sus ecos, pero noten el hundimiento final.
La tasa de desempleo (eje derecho) es decidida e inexorablemente creciente. Ligeras oscilaciones fruto del Plan E y de la estacionalidad de unas actividades características no ocultan una tendencia permanentemente al alza. Ahora bien, ¿pueden si quiera imaginar que niveles podría alcanzar la tasa de paro en España si fuese más elevada la tasa de actividad?.


El número de personas que integran la población activa (eje izquierdo) puede considerarse estancado a lo largo del período de tiempo considerado con una apreciable caída al final del mismo como consecuencia de las decrecientes expectativas del mercado de trabajo tal y como pone de manifiesto el hundimiento de la población ocupada (eje izquierdo) y el exponencial aumento de la desempleada (eje derecho).
En resumen. La economía española está escamoteando desempleo camuflándolo con una tasa de actividad muy reducida: el paro no es mayor porque parte de la población susceptible de ser activa no quiere identificarse como tal porque sabe que no hallaría empleo.
Por otra parte. Una reducida tasa de actividad con una descendente tasa de ocupación lo que pone de manifiesto es la imposibilidad de la economía española, no sólo para absorber población desempleada, sino para ocupar a los nuevos miembros de la población activa que anualmente se van incorporando al mercado de trabajo y que queda reflejado en el altísimo desempleo juvenil (56%) y en la creciente salida de jóvenes profesionales hacia el exterior.
A partir de aquí deduzcan el impacto de todo esto sobre el consumo, la recaudación impositiva, el gasto público y los ingresos de la Seguridad Social. Y de tales deducciones ya puede inferirse lo que va a venir a continuación: ‘reforma’ de las prestaciones por desempleo
Les había adelantado que lo que se deducía de ambos gráficos era triste.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

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