Recibo un mail de una lectora:
“Le sigo desde que lo descubrí en un video en youtube hablando de su libro "El crash del 2010", y leo todos los días sus apuntes en La Carta de la Bolsa. Me parece que todo lo que cuenta es muy real.
Soy miembro del personal sanitario del (nombre de un hospital radicado en España) con contratos temporales desde (un año, hace mucho) y plaza en propiedad desde (otro año, hace bastante), y mi pareja trabaja como operario en la factoría de (nombre de una ensambladora de automóviles) desde (hace muy mucho).
Uno de los políticos de nuestra comunidad nos ha sorprendido a todos con sus declaraciones: defiende el reparto del trabajo en la Administración para combatir el paro (el ejecutivo propone que los nuevos contratos sean a tiempo parcial para que haya más personas trabajando).
Al día siguiente toda la oposición política y los sindicatos han rechazado la idea con el argumento de que equivale al reparto de la miseria y de que solo va a servir para maquillar los datos del paro.
En un desayuno organizado hoy por (nombre de un periódico español) este político se muestra decepcionado por la reacción a su plan, y ha dicho algo así como que debemos modernizar la Administración Pública y acometer las reformas que la hagan eficiente y mejoren la productividad y la competitividad.
Para no ser menos, hoy nos hemos desayunado con que el Comité de Empresa de (nombre de la empresa automovilística referida) también solicita el reparto del trabajo (calculan 200 puestos por cada 10 días laborables).
¿Tiene algo que ver el reparto del trabajo con la modernización de la Administración Pública, y la mejora de la productividad, competitividad y eficiencia? ¿O se trata más bien de medidas políticas de corte populista dirigidas a contener la desesperación de la población desempleada, y a disminuir como sea las terribles cifras de paro? ¿Los políticos saben realmente algo de economía?”
Mi respuesta fue:
“El reparto del tiempo de trabajo -ese es el objetivo: el trabajo es para cada tarea uno- no funciona. Es cierto: se está volviendo a hablar del tema, pero es una falacia por un doble motivo.
El reparto del tiempo de trabajo fue planteado en Francia en los años 90, y se demostró que salvo en contadísimas ocasiones, no funciona porque la productividad cae y el consumo se deteriora. La teoría es muy bonita, simplifico: si una persona trabaja ocho horas y pasa a trabajar 5,28 horas, de cada dos a las que eso se aplique se podrá contratar a un parado por 5,28 y, encima, sobrarán unos minutos. A quien contrata no le cuesta más, el paro se reduce, se produce un ahorro en gasto público al caer las prestaciones por desempleo, y aumentan los ingresos públicos al ingresar el Estado y los entes locales más por impuestos. Pero eso es la teoría.
En la práctica lo que sucede es que el tiempo efectivo de trabajo cae, la organización de la producción debe rediseñarse para que participen más personas, e incluso puede que las instalaciones y los equipos productivos. Lo que supone una caída de la productividad por hora efectivamente trabajada. Pero, además, una caída del tiempo de trabajo deberá venir acompañada de una disminución de los salarios, lo que supone menores posibilidades de consumo, lo que se traducirá en el aumento del consumo de bienes y servicios de menos valor añadido, es decir, de menor calidad.
El contrato de trabajo a tiempo parcial existe desde hace décadas. ¿Por qué en España no afecta ni siquiera al 10% de la población ocupada y en los Países Bajos lo hace casi el 50%?. Pues porque estos tienen unos niveles tan elevados de productividad y de renta personal disponible que permiten a las empresas manejarse en ese entorno y a la ciudadanía renunciar a parte de sus ingresos a fin de disponer de tiempo. En España, en cambio, el modelo productivo precisa, en numerosas actividades, de personas durante el período tiempo que las necesita, actividades muchas de las cuales son de bajo valor, por lo que remuneran con bajos salarios a sus trabajadores: en España el salario real medio es la mitad que en UK. (Es decir, el contrato ‘ideal’ para gran parte de la economía española es el temporal: no es por casualidad que en la fase del ‘España va bien’ la tasa de temporalidad llegase al 33%).
Evidentemente, el reparto del tiempo de trabajo puede imponerse por ley, pero será un nuevo parche. La tasa de desempleo descenderá, sí, pero la ya reducida productividad por hora efectivamente trabajada española aún bajará más, el trabajador medio se empobrecerá más, y la recaudación no aumentará porque habrá menos para consumir, por lo que la caída de gasto público no servirá para nada. A las empresas, por el lado de los costes, tampoco les ayudará ya que para ellas la masa salarial no se reducirá. Claro que la promulgación de la ley que implante el reparto del tiempo de trabajo puede acompañarle otra por la que se reduzcan los salarios nominales”.
Oiremos más cosas como esta. Y algunas se impondrán, por el Artículo 29, sí.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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