martes, 14 de mayo de 2013

Historia de una ciudad


Hace unos días estuve en una ciudad, y me contaron una historia.
Resulta que hace unos sesenta años esa ciudad tuvo la posibilidad de crear un polígono industrial a fin de dar una posible salida a unas actividades que ya empezaban a estar de capa caída.
Pero la corona de tierras que dominaba esa ciudad estaba en manos de tres familias, tres familias que desde hacía siglos dominaban esa ciudad desde la sombra; y esas familias se opusieron durante décadas a que se construyese ese polígono industrial.
Esas tierras no eran objeto de ningún uso por parte de esas tres familias, ni eran cultivadas, ni se utilizaban para pastos, ninguna actividad era llevada a cabo en ellas, ni tan siquiera estaban a la espera de una recalificación urbanística. De hecho nadie conoce el motivo de tal oposición, aunque en los rincones oscuros se especula.
Esa ciudad vio como los años iban pasando sin poder construir su polígono industrial, y viendo cómo se iban perdiendo oportunidades de negocio que se iban a otras latitudes. La ciudad fue declinando, y aunque con el tiempo se acabaron instalando industrias en sus aledaños, la actual crisis ha acabado de limitar sus posibilidades.
Absurdo, ¿verdad?. Pensarán que no tiene sentido. Bueno, es un hecho, al igual que lo es que el país en el que esta ciudad se halla ni luce un pasado muy brillante ni le espera un futuro muy prometedor.
Y no, no es un invento escrito en un día en el que no sabía de qué hablar.
(En esa ciudad me contaron otra historia. Me la contó una mujer joven que por motivos familiares tuvo que dejar su profesión: la empresa en la que trabajaba a plena satisfacción se trasladó a otro país, le ofrecieron el mismo puesto que tenía en ese otro país, con amplias posibilidades de mejora. Lo han adivinado: no aceptó, pero lo más significativo fue la respuesta que me dio:
‘Si en vez de a mí el ofrecimiento se lo hubiesen hecho a (nombre de su marido) nos hubiéramos ido al día siguiente; pero yo no veo a (nombre de su marido) haciendo de marujo’.
El futuro es de la mujer, seguro, pero para ello muchas cosas van a tener que cambiar, entre ellas la actitud profesional de las propias mujeres, y de los hombres).
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

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