lunes, 11 de marzo de 2013

España necesita imperiosamente reducir su deuda bruta



A finales de 2012 James Glassman, economista jefe de JP Morgan señalaba, "Los EE.UU. se enfrentan a problemas similares a nivel estatal y local que en Grecia. Hacemos promesas a la gente sin pensar en cómo vamos a cumplirlas, y cuando estamos en crisis nos damos cuenta que tenemos que volver a replanteárnoslas”.
A principios de este mes de noviembre, los economistas David Greenlaw, de Morgan Stanley; James Hamilton, de la Universidad de California; Peter Hooper, del Deutsche Bank; y el ex gobernador de la Fed Frederic Mishkin, ahora en la Universidad de Columbia, encontraron una fuerte relación entre los costos de endeudamiento de un país, y su deuda bruta y neta. En sus cálculos, el aumento en los niveles de deuda en un 1% del PIB, aumentaba los costos de endeudamiento en 4,5 puntos básicos. La relación con la balanza por cuenta corriente también era muy significativa. Disminuyendo la balanza en 1% del PIB, los costes de endeudamiento aumentaban en 18 puntos básicos.
Estos analistas consideraban que esta correlación se podría extender a todas las economías desarrolladas, considerando que los países con grandes deudas como EE.UU., Japón y países de Europa, estaban en gran peligro.
De cualquier forma existe una diferencia entre ellos. Para EE.UU. por ejemplo, que se financia con su propia moneda, estos analistas consideraban que si no se reducía el déficit presupuestario para 2018, el país entraría en una crisis de tipo griego, y no tendría otro remedio que hundir el dólar. Para ello, se provocaría una alta inflación con la ayuda de la cual, la Reserva Federal podría recurrir al llamado 'default encubierto'. Los países desarrollados rara vez recurren a impagos. Su versión de la lucha contra la crisis de la deuda son las políticas de los bancos centrales proinflacionistas, es decir, la impresión de dinero. La llamada 'monetización' de la deuda es una forma velada de incumplimiento. En EE.UU. un permanente déficit del presupuesto federal y la falta de voluntad de los políticos para desarrollar un plan para reducir el déficit pueden convertirse en la razón principal de la monetización. Pero hay países que simplemente no tienen esta posibilidad.
Matthew O’Brien en The Atlantic, realizó un interesante estudio sobre la evolución de las tasas de financiación en los principales países occidentales según aumentaba su deuda. El estudio mostraba la situación de los países no euro (en rojo en los gráficos adjuntos), los países centrales de la zona euro (en verde) y los países PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España en azul), antes de la crisis (2000-2007) y después (2008-2011)
Este analista descubrió mediante regresiones que la subida del endeudamiento en los países desarrollados no eurozona durante el periodo 2000-2011, no tenía un efecto significativo en los costes de financiación. Por cada 1% que subía la deuda con respecto al PIB, los costes financieros subían 1,3 puntos básicos.
Pero la situación era muy diferente para los países PIIGS. Los estudios mostraban que había una relación estadística significativa entre la subida del ratio deuda/PIB y los costes financieros. Por cada 1% que subía la deuda respecto al PIB, los costes financieros subían en 8,4 puntos básicos, pero si le uníamos un incremento del déficit por cuenta corriente del 1%, cosa que está sucediendo, los costes de financiación subían ¡91 puntos básicos!
La conclusión de estos estudios muestra que no hay ninguna evidencia que los EE.UU. u otros países desarrollados, tengan su deuda o costes financieros fuera de control. Por el contrario, los países europeos de la periferia, tienen un problema de deuda verdaderamente serio. Sus costes financieros cayeron en 2012 no porque redujeron su deuda, sino por la promesa del BCE de que haría lo necesario para salvar el euro. Si la reducción de deuda no se produce, los datos muestran que su coste financiero volverá a subir y mucho. Y ya sabemos lo que provocó eso en pleno auge de la crisis financiera.

lacartadelabolsa

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