La primera andanada de grueso calibre fue el pasado día 6:
 “Se ha actuado de forma condescendiente”, en el BdE:  http://economia.elpais.com/economia/2013/01/05/actualidad/1357419212_751016.html. A partir de aquí, más, y más, y mucho más.
 Siendo terrible es muy curioso. Es terrible que el cuerpo de 
inspectores del BdE acuse al BdE de lo que le acusa, y es curioso porque
 ellos son partes del BdE. Luego como no creo que el cuerpo de 
inspectores se esté acusando a sí mismo, a quienes acusa son a entes que
 se hallan por encima de ellos.
 La denuncia: “Se miró hacia otro lado”, es decir, se permitieron 
actuaciones que violaban la norma, actuaciones incorrectas, actuaciones 
que han contribuido al marasmo en el que ha entrado el sistema 
bancario-cajil español.
 Bien, las preguntas, obviamente, son obvias: ¿quiénes lo permitieron?, ¿por qué se permitió?.
 A partir de aquí van a leer una historia, una narración del tipo de 
esas en cuyo final figura una adenda que dice: ‘Cualquier parecido con 
la realidad es fruto de la casualidad ya que el texto no pretende 
reflejar situaciones ni actuaciones de personajes ni a personajes mismos
 de la vida real’.
 A mediados de los años 90, con España en una situación recesiva y 
átona, y con el mundo saliendo de la recesión del 91, un grupo de 
personas que, directa o indirectamente, controla el 65% de PIB del 
planeta estaban manteniendo una conferencia vía satélite (con su 
satélite).  Llegaron a varias conclusiones sobre cómo reactivar la 
economía mundial, una de esas conclusiones fue crear un boom 
inmobiliario canalizando hacia el negocio hipotecario parte de los 
excedentes de liquidez existentes en diversos puntos del mundo. Ello 
tendría dos consecuencias: haría crecer el PIB de las zonas en las que 
ese boom se produjese, y generaría un sustancial negocio financiero a 
partir de las diversas combinaciones que con las hipotecas y sus seguros
 se pudieran producir. Ese grupo de personas dio las instrucciones 
pertinentes a sus ayudantes y estos se pusieron a la tarea.
 España fue uno de los lugares elegidos para crear un boom inmobiliario.
 Razones históricas, culturales, sociales y personales lo favorecían. En
 el año 1998 el Gobierno promulga una nueva Ley del Suelo dándose el 
pistoletazo de salida a una época esplendorosa en la que la economía 
española creció como nunca lo había hecho. Pero para ello fue 
imprescindible que se fueran implementando las leyes, las normativas, y 
los acuerdos necesarios para que nada entorpeciera el avance de tal 
boom. Evidentemente, una posible fuente de entorpecimientos podía ser la
 actuación del regulador bancario español.
 Una mañana de Julio del 2002, a alguien del BdE le hacen entrega de un 
pequeño paquete en su despacho. Lo abre y en su interior sólo hay un 
objeto: un teléfono móvil que empieza a emitir una señal de aviso de 
llamada en cuanto esa persona lo toma en sus manos. Pulsa la tecla de 
respuesta, lo acerca a uno de sus oídos y oye una voz. Esa voz le dice 
que comunique a quien corresponda que ninguna traba debe haber a los 
movimientos financieros que ya se están produciendo y que se seguirán 
produciendo, tampoco a la tipología de tales movimientos, ni tan 
siquiera a las actuaciones que las entidades bancarias irán realizando 
en el futuro. Cuando acaba de relatar las instrucciones, la voz dice al 
empleado del BdE que deposite el teléfono sobre una superficie dura y en
 un lugar alejado de papeles y objetos inflamables y que para ello 
dispone de diez segundos. El funcionario lo hace y del teléfono comienza
 a salir un humo gris.
 El receptor de la llamada informa y los informados informan a su vez. 
Alguien realiza un par de llamadas a Berlín, a Londres, a Tokio y a NYC 
en las que se confirma la esencia de lo dicho por la voz, y a partir de 
aquí empieza el supermilagro español de principios del milenio.
 El resto de la historia es conocida.
 Lo dicho: cualquier parecido con la realidad es fruto de la casualidad 
ya que el texto no pretende reflejar situaciones ni actuaciones de 
personajes ni personajes mismos de la vida real.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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