Copio el título de un texto de la periodista Gabriela Cañas que en su
Pág. 33 publicó El País del 15.10.2012 porque lo encuentro genial para
sintetizar lo que viene a continuación; algo brutalmente descorazonador,
pero ciertísimo. El texto, léanlo, sin dudarlo.
El artículo pone sobre la mesa una realidad que se está manifestando
desde que el binomio ‘Reagan – Thatchet’ iniciaran la fase en la que el
comenzó el declive del estado de bienestar en el que el planeta había
estado viviendo desde principios de los años 50 y cuyas dos principales
manifestación están siendo el desmontaje del modelo de protección social
y la concentración que de la renta, es decir, del producto generado, en
pocas manos (cada vez en menos) se está produciendo.
Hay en el texto, en relación a España, un párrafo muy clarificador:
“La coyuntura económica y, sobre todo, las políticas imperantes están
dando al traste con uno de los logros más importantes de la democracia
española, que logró situar a España entre los países de mayor desarrollo
humano del planeta, un índice que tiene en cuenta el acceso general de
la población a la riqueza, la educación y la sanidad”. Y más adelante
introduce el fenómeno del desempleo creciente así como la dicotomía
entre los recortes del modelo de protección social que se están
produciendo mientras se inyectan los miles de millones que sean
pertinentes en el sistema bancario. El resultado de todo esto es una
creciente desigualdad que puede llegar a afectar incluso al crecimiento
económico.
Lo acertado del análisis invita a ir más allá: ¿por qué hasta finales
de los 70 se procuraba practicar una política de redistribución de la
renta tanto vía fiscal -alta imposición directa- como de gasto -amplio
modelo de protección social- y luego se fue desmontando progresivamente
hasta llegar adonde ahora estamos?. Pues porque progresivamente el
factor trabajo fue siendo menos necesario y porque el coste de la
protección social fue siendo más elevado, pasando a dibujarse unas
expectativas -financieras- que antes no existían y que permitían obtener
unos beneficios espectaculares a la vez que posibilitaban el control
efectivo, a distancia y limpio de lo que convenía de la forma más
conveniente. Cojamos a España como ejemplo.
España, toda España, durante unos años fue necesaria para hacer
negocio, primero en ella y después con ella; y la ciudadanía española
fue necesaria para, primero fabricar partes de la estructura que
posibilitaba ese negocio y, después para contribuir al mismo. A cambio
de ello esa ciudadanía obtuvo cosas, pero esa época acabó: ya no se
puede hacer negocios ni en ni con España, ni, en consecuencia, su
ciudadanía es necesaria para llevar a término tales negocios.
Y el corolario más evidente de esto es el aumento imparable del
desempleo … independientemente de los niveles a que se sitúen los
salarios; un volumen, el del paro, creciente porque la demanda de
trabajo es decreciente, y eso que la tasa de actividad española es menor
(59%) que la de otras economías (70 / 75); si fuse mayor, ¿dónde se
situaría la tasa de desempleo de España?.
25% de desempleo y subiendo a no se sabe cuanto. ¿Qué lectura tiene tal
tendencia?. Una simple: que hay una cantidad de horas de trabajo que ya
no son necesarias, es decir de personas activas o potencialmente
activas que el proceso económico no necesita para generar PIB.
Alguien podría decir: ‘Algo así ya se vivió en el 93 y se salió’. No,
en el 93 se produjo el fin de una concatenación de hechos atípicos
-Expo, Olimpiadas, …- que ocasionaron un parón, un parón del que salió a
base de un crédito creciente que se tradujo en una actividad en aumento
y que tuvo como consecuencia mayores recaudaciones fiscales y una
demanda de trabajo en permanente expansión. En una palabra, tras el 93
había expectativas que se tradujeron en PIB vía el ladrillo, en consumo y
en endeudamiento. Nada de eso es ya posible porque todas esas vías
están agotadas y España en su conjunto no puede improvisar nuevas vías
de crecimiento que absorban ese desempleo existente y generen nuevos
empleos para la nueva población activa. En resumen, o en España sobra
población activa o España puede irse acostumbrando a tener muy elevadas
tasas de desempleo del factor trabajo y muy elevadas cotas de pobreza.
El corolario de todo esto: la desigualdad social.
Volvemos al principio. La desigualdad social, para que no se produzca o
para que se reduzca, es esencial que se quiera evitar o reducir a fin
de implementar los instrumentos para que así sea; y dos de esos
instrumentos son: que exista demanda de trabajo y que haya un sistema
fiscal redistributivo. El crecimiento económico, al margen de que ya no
se busca que sea permanentemente creciente, cada vez precisa de una
menor cantidad de factor trabajo, y el sistema fiscal cada vez es menos
redistributivo porque cada vez es menos necesario redistribuir: ni van a
haber motines ni asonadas por ello, ni el consumo masivo de estas
gentes de reducido -en realidad- poder adquisitivo es ya preciso, ni se
busca que el modelo de protección social atienda a un creciente número
de personas … porque sobra población activa, y como crecientemente
sofisticados procedimientos asistenciales son crecientemente costosos …
La paz social se mantendrá, mínimamente subsidiada, con marihuana
legal, con un programa de food stamp, y con la represión precisa, pero
así no se reduce la desigualdad ni la pobreza.
Mientras estaba escribiendo lo anterior me llegó el mail de un lector. Este:
“Me llamo (…) y estoy estudiando Sociología en (nombre de una
universidad española). Quisiera plantearle una duda que me surgió el
otro día mientras charlaba con unos amigos. La cuestión es que yo
defendía que actualmente la clase media española, entendida cómo el
estrato social que no padece apuros económicos (corríjame si me
equivoco), está ya desparecida o bien en vías de desaparición. Mis
argumentos para defender esta postura son los que siguen:
- La polarización económica que sufrimos desde el auge del
neoliberalismo de Margaret Thatcher y Ronald Reagan en los años 80. Me
refiero al fenómeno que explica que las clases altas cada vez son más
ricas y las bajas cada vez más pobres.
- La devaluación interna a la cual se ven sometidos los países que
poseen grandes cantidades de deuda y déficit, lo que provoca junto con
la subida de precios e impuestos una situación de estanflación que
produce a su vez una disminución del poder adquisitivo.
Cómo ejemplo, les explicaba (a mis amigos) la situación de la vivienda.
Les explicaba cómo hemos pasado de pagar una casa con 10 o 15 años de
salario a hacerlo en 40, pero intuyo que en este tema hay dos factores
clave que son la burbuja inmobiliaria y la entrada al euro.
Con todo esto, me gustaría que me explicara, si es tan amable, qué
entiende usted por clase media y si ésta ha desaparecido o lo va a hacer
y sus motivos”.
Mi respuesta fue:
“Si: esas razones son ciertas, pero falta una: la clase media (CM) ya ha dejado de ser necesaria.
La CM era -aún es- un grupo de población que se encargaba masivamente
de la generación de PIB desde el lado de la oferta produciéndolo, y
desde el lado de la demanda consumiéndolo. Además cumplía una función
política al impedir que ideas no convenientes se extendieran ya que si
lo hicieran podían perder lo que creían conseguido (falso: se lo habían
concedido) y participando en el ritual de las elecciones en las que
periódicamente se elegían unos órganos denominados Gobiernos entre un
catálogo de políticos.
Entre principios de los 50 y finales de los 70 el esquema funcionó,
pero se vino abajo cuando en los 80 empezó a ser cada vez menos
necesario el factor trabajo, y se está acabando de derrumbar ahora
cuando ha agotado la capacidad de endeudamiento -que también se le
concedió- y no puede pagar lo que debe; a eso añada que maximizar la
producción ni es posible: los recursos ya se saben finitos, ni es
deseable: los consumidores potenciales están cayendo a plomo. Y si se
suma que ya no hay ideas no convenientes que puedan expandirse, tenemos
el cuadro completo. La CM está desapareciendo porque ya no es necesaria,
y la clase obrera, como productora básica dejo de existir cuando se
mutó a CM”.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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