No a Fiat, pero ya nos hemos referido a casos como el de la 
constructora italiana de automóviles y otro tipo de vehículos. En todos 
se da la misma característica: esas compañías tienen un poder inmenso 
porque son Hacedoras de PIB y Generadoras de empleo, y exigen, y exigen,
 y exigen.
 En el caso de Fiat exige ‘ayudas’ del Gobierno italiano, y este se las 
da o le pone ruedas a la planta de Turin (20.000 trabajadores) y se la 
lleva a Brasil, país en el que va a montar una fábrica que el Gobierno 
subvenciona, de una u otra manera, en el 85%.
 ¿Por qué sucede esto?. Básicamente por cinco razones. Una: porque en el
 planeta existe un exceso de capacidad productiva de automóviles: el 18%
 según el CEO de la propia Fiat. Otra: porque la demanda es inferior a 
la oferta debido a que el acceso al crédito está vetado para la mayoría 
de la población, y, por ejemplo en España, el 80% de los automóviles se 
venden a crédito. Otra más: porque mantener un automóvil y hacer todas 
las cosas que un automóvil permite hacer: salir, ir, venir, … es 
problemático en unos momentos de desempleo creciente y de rentas medias a
 la baja, factores que no influyen en Ferrari: en el 2011 vendió un 8% 
más, pero si a los potenciales clientes de los autos diseñados y 
fabricados por Fiat. Y aún otra: porque la necesidad de desplazamiento 
ha caído con la crisis y con el nuevo modelo va a seguir disminuyendo. 
Finalmente: tener un auto, para la inmensa mayoría de los propietarios 
de uno, supone la subutilización de los elementos que lo integran, algo 
injustificable en base a la escasez de recursos existente.
 ¿Qué sucede?, pues que los Gobiernos, acuciados por una masa de 
desempleados o de ocupados con pocos números para dejar de estarlo, 
están dispuestos a escuchar a grandes Hacedores de PIB y a gigantescos 
Generadores de empleo que, a su vez, no saben qué hacer con la capacidad
 productiva que tienen. Mr. Sergio Marchionne, el CEO de Fiat, manifestó
 que Italia había regresado a niveles de venta de autos propios de los 
años 60. Y en estas llega Brasil, que ya tiene en casa instalado un 
problema de bigotes: un crecimiento conseguido a base de 
superendeudamiento, y para ‘llegar a mañana’ ofrece a Fiat, o a 
cualquiera, lo que quiera para que monte en el país cualquier cosa que 
haga mantener un poco el crecimiento y cree unos cuantos puestos de 
trabajo.
 Es un triángulo diabólico, ya: existe un superexceso de capacidad 
productiva de todo, un megaexceso de endeudamiento de todos, y un 
generalizado defecto de recursos. Y todo ello teniendo en cuenta que 
cada vez hace falta menos factor trabajo para producir la cantidad que 
haga falta de lo que haga falta.
 Nada extraño teniendo en cuenta que nos hallamos en una crisis sistémica.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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