martes, 21 de agosto de 2012

Tras Olímpicos, británicos enfrentan austeridad hasta el 2020


Después de la fiesta viene la resaca: los oros olímpicos de Londres pronto serán un lejano recuerdo mientras Gran Bretaña regresa a la realidad de su desastre económico y años de más ajustes.
Los Juegos Olímpicos levantaron el ánimo del país, pero el Gobierno tiene pocas alternativas para evitar un plan de austeridad que podría durar por el resto de esta década, aunque algunos académicos y economistas creen que podrían necesitarse políticas aún más radicales.
"Francamente, las Olimpiadas ayudan a tapar con papel el hecho de que estamos al borde de una depresión", dijo Simon Lee, catedrático de política de la University of Hull. "Si la economía va en caída libre, entonces los políticos desesperados por ser reelectos descubrirán que pueden hacer cosas mucho más radicales por el interés nacional", agregó.
Pocos economistas comparten la creencia de Lee de que Gran Bretaña sufrirá una depresión similar a la de la década de 1930. Sin embargo, tomará años sanar las cicatrices de la economía tras la crisis financiera global, las turbulencias de la zona euro y el intento por recortar un gigantesco déficit presupuestario.
"A diferencia de los deportistas olímpicos que nos han maravillado en los últimos días, nuestra economía aún no ha llegado a su plena forma", dijo la semana pasada el gobernador del Banco de Inglaterra (BoE, por su sigla en inglés), Mervyn King.
"La recuperación y vuelta al equilibrio de nuestra economía será un proceso largo y lento", agregó, advirtiendo que Gran Bretaña podría necesitar al menos dos años más para volver a los niveles de producción que había logrado antes de la llegada de la crisis financiera cuatro años atrás.
El último gran descalabro económico de Gran Bretaña, la inflación y huelgas de la década de 1970, llevó a Margaret Thatcher al poder y a una década de dolorosos cambios.
Ideas que ahora parecen radicales, aunque algunas son muy diferentes de las reformas adoptadas por Thatcher, han sido reflotadas para volver a levantar al país. Varias personas creen que algunos tabúes tendrán que ser quebrados para resolver los problemas de Gran Bretaña.
Para el Banco de Inglaterra, que ya bombeó grandes sumas al sistema financiero al comprar bonos gubernamentales en manos de bancos comerciales, esto podría significar comprar préstamos e hipotecas con dinero recién impreso a acreedores.
Para el Gobierno, podría significar dar vuelta la ideología de Thatcher de libre mercado con medidas como la nacionalización del Royal Bank of Scotland.
DURO MENSAJE
El Banco de Inglaterra evalúa si la crisis destruyó parte de la capacidad de la economía de crecer sin aumentar la inflación.
Si esto es correcto, el mensaje es duro: podría haber menos espacio para que el banco central bombee dinero fácil a la economía en el futuro. Al mismo tiempo, una mayor parte del agujero en las finanzas públicas sería estructural, lo que necesitaría un arreglo permanente, en vez de un problema temporal que desaparezca cuando el crecimiento vuelva.
Esto permitiría incluso menos gasto gubernamental. El primer ministro David Cameron ya advirtió que la austeridad, que en un inicio duraría sólo cinco años, podría extenderse hasta el 2020.
El ministro de Finanzas George Osborne lanzó una serie de medidas para lograr que el crédito fluya e impulsar la inversión de infraestructura sin gastar de forma directa el dinero de los contribuyentes. Pero el público duda cada vez más de que la coalición de Conservadores y Liberales Demócratas pueda lograr que el país se mueva.
Pese al impulso de los Juegos Olímpicos, el ánimo económico entre los 62 millones de personas en Gran Bretaña se ha mantenido en niveles mínimos durante gran parte de los últimos cuatro años. Encontrar una cura económica sigue siendo la máxima prioridad de los británicos, dijo Gideon Skinner de la firma encuestadora Ipsos MORI.
La economía se ha encogido durante los últimos nueve meses y ahora produce un 4,5 por ciento menos que antes de la crisis. La deuda del Gobierno está muy por sobre los 1.000 millones de libras y se espera que suba por sobre el 90 por ciento del PIB, incluso con las medidas de austeridad.
Varios británicos han experimentado el peor ajuste en sus niveles de vida desde la época más oscura de la década de 1970.
Una caída del 20 por ciento en el valor de la libra desde el 2007, un aumento en el impuesto a las ventas y el alza en los costos de las materias primas y el petróleo elevaron los precios al consumidor, aminorando los magros aumentos salariales y golpeando a los más pobres.
Incluso los que ganan un ingreso mediano no contarán con un 7 por ciento de su poder de gasto a fines de año, en comparación con los niveles previos a la crisis, según estimaciones del Institute for Fiscal Studies. (Reporte adicional de Sophie Kirby; Editado en español por Javier Leira)

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