Ambrose Evans-Pritchard refleja muy bien en The Telegraph, la enorme
incertidumbre que se cierne actualmente sobre la economía francesa. Este
analista señala que el ejército de fantasmas al acecho que anunciaba
Sarkozy en su cínica campaña, es simplemente un invento. Todos los
temores de un giro a la izquierda en Francia ya estaban en precio desde
hace semanas.
La verdad es que el índice francés CAC-40 ha tenido un comportamiento
peor en un 20% al índice alemán DAX desde el último agosto, en una clara
divergencia producida por el miedo, en dos índices que suelen
comportarse al unísono. El diferencial del bono a 10 años francés con
respecto al bund alemán ha aumento en 90 puntos básicos.
Esta separación de los caminos es anterior a la “amenaza de Hollande”.
Va más allá de los temores de rebajas de rating, o miedo al contagio por
la exposición de 710.000 millones de dólares de los bancos franceses a
los activos de Italia, España, Grecia, Irlanda y Portugal. En realidad,
lo que refleja este peor comportamiento, es la sensación que Francia se
desliza hacia un grave problema, aferrándose a un ruinoso modelo social,
en una unión monetaria teutona y en un mundo comercial chino.
Los economistas franceses dicen que el momento más peligroso vendrá
este verano cuando la contracción económica llegue a Francia,
independientemente de quien fuera elegido.
“Es absolutamente necesario recortar el gasto público y controlar la
deuda”, afirma Marc Touati de Global Equities en París. “Pronto quedará
claro que estamos en una profunda recesión. Si el gobierno no actúa
rápido, los tipos de interés se dispararán y tendremos una catástrofe en
septiembre”.
La tensión fiscal por toda la euro zona es un grave error político.
Francia carece de credibilidad para apostar por el crecimiento bajo las
limitaciones de la unión monetaria, añade Touati, que culpa al BCE por
empeorar el sistema, empujando a toda la euro zona, por la aplicación de
una ciega ideología, dentro de una profunda recesión.
El gestor estrella Edouard Carmignac se muestra crítico en el mismo sentido.
La opinión de Ambrose Evans es ligeramente diferente. Él cree que el
régimen deflacionista en Alemania –en las actuales circunstancias- es la
mayor amenaza para las sociedades greco-latinas. A veces hay que pasar
por un trauma catártico para liberarse, añade Evans.
Sophie van Stralen, de la consultoría de fondos Asterias, afirma que
habrá que vigilar con especial atención la subasta de deuda del 16 de
mayo en comparación con la del 3 de mayo.
“Nosotros creemos que Hollande no tiene elección. Tendrá que
incrementar impuestos y recortar gastos, de lo contrario, los mercados
entrarían en pánico y tendríamos un desastre”, señala Stralen. “La fecha
crucial será la presentación de los presupuestos en julio”.
París tiene una atmósfera extraña en estos días, señala Evans. Es
difícil conseguir una mesa en los bares de Saint-Germain, pero la gente
tiene un sentimiento de aprensión.
Saben que la austeridad apenas ha comenzado. La prensa está llena de
historias que apuntan a que la mayor burbuja en el sector inmobiliario
francés de la historia ha empezado a desinflarse. Tal vez esto es lo que
se sentía en mayo del 31.
Alemania tomó medidas con la reforma laboral Hartz IV hace ocho años.
Francia tendrá que tomar medidas en un momento menos apropiado,
intentando recuperar el 20% de desventaja competitiva que presenta su
mercado laboral respecto una austera Alemania.
No es fácil prever como Francia puede sacar esto adelante. Poco se ha
hecho, más allá de la derogación de la semana de 35 horas. La rigidez
laboral de Francia está entre la más alta de los países de la OCDE. El
Estado francés supone un 55% del PIB.
La cuenta corriente del país ha pasado de un superávit del 3% del PIB, a
un déficit del 2% en doce años. Las exportaciones francesas a la UEM se
han reducido del 17% al 13%.
La situación empeora muy rápidamente, y los ciudadanos franceses se están dando cuenta de ello.
Escribía Barry Eichengreen en Goleen Fetters, el libro favorito sobre
la Gran Depresión de Evans, que “ tras los sucesos de 1936 las
conversaciones en francés eran cada vez más comunes en la ciudad de
Londres, dado que cada vez eran más los ciudadanos franceses que abrían
cuentas bancarias en libras esterlinas”
Hay señales de que eso está sucediendo de nuevo, dice Louis Cooper de
BGC Partners. Si los italianos fueron los mayores compradores
extranjeros de propiedades de alto valor en Londres el último año, los
franceses están ahora ocupando su lugar.
“Las propiedades en Londres son como los bonos alemanes –un lugar seguro en donde colocar tu dinero”, señala Cooper.
El historiador Nicolás Baverez, ha afirmado que los franceses están en
un estado de mal humor nacionalista, idealizando un pasado mítico y
retirándose detrás de una nueva Línea Maginot. Europa se ha convertido
en un excelente chivo expiatorio.
“Estoy convencido de que Francia será el próximo centro de la crisis de la zona euro”
lacartadelabolsa
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