Apenas hace unos meses el afamado premio Nobel Paul Krugman tenía
esperanzas sobre Europa. A finales del otoño pasado, Europa parecía
estar al borde de la crisis financiera, pero el Banco Central Europeo
acudió al rescate del continente. Se ofreció a los bancos de Europa
líneas abiertas de crédito, siempre y cuando pusieran a los bonos de los
gobiernos europeos como garantía, lo que apoyó directamente a los
bancos e indirectamente a los gobiernos, a poner fin al pánico.
La pregunta que se manejaba el mercado entonces era si esa valiente y
efectiva actuación sería el comienzo de una reflexión más amplia, y si
los líderes europeos utilizarían el margen proporcionado por el banco
central para reconsiderar las políticas que habían provocado esa crisis.
"Pero no lo hicieron", dice Krugman. “En su lugar, los líderes
redoblaron su esfuerzo por aplicar las políticas que habían fracasado
hasta entonces. Y cada vez es más y más difícil creer que algo vaya a
hacer que cambien de rumbo.”
Tenga en cuenta el estado de las cosas en España, que es ahora el
epicentro de la crisis. No es cuestión de recesión, España se encuentra
en una completa depresión, con la tasa general de desempleo en el 23,6
por ciento, comparable a la de Estados Unidos en lo más profundo de la
Gran Depresión, y una tasa de desempleo juvenil superior al 50 por
ciento. Esto no puede seguir así - y la comprensión de que no puede
seguir es lo que está elevando los costes de la financiación española.
En cierto modo, no importa cómo España ha llegado a este punto - pero
vale la pena decir que España no fue el país fiscalmente despilfarrador
que quieren inculcar los grandes políticos europeos, especialmente
Alemania. En la víspera de la crisis, España tenía una deuda baja y un
superávit presupuestario. Por desgracia, también tenía una enorme
burbuja inmobiliaria, una burbuja hecha posible en gran parte por los
enormes préstamos realizados por los bancos alemanes a sus homólogos
españoles. Cuando la burbuja estalló, la economía española se quedó en
la estacada, los problemas fiscales de España son una consecuencia de su
depresión, no su causa.
"Sin embargo, la receta que viene de Berlín y Frankfurt es, lo han adivinado, todavía más austeridad fiscal", dice Krugman.
Esto es una locura. Europa ha tenido varios años de experiencia con los
duros programas de austeridad, y los resultados son exactamente lo que
los estudiosos de la historia dijeron que iba a pasar: este tipo de
medidas empujan a las ya deprimidas economías aún más hacia la
depresión. Y debido a que los inversores tienen como referencia a la
economía para evaluar su capacidad para pagar la deuda, los programas de
austeridad ni siquiera han ayudado a reducir los costos de
endeudamiento.
¿Cuál es la alternativa? Se pregunta Paul Krugman.
Pues bien, en la década de 1930 - una época que la Europa moderna está
comenzando a replicar cada vez más fielmente - la condición esencial
para la recuperación fue la salida del patrón oro. El movimiento ahora
sería equivalente a la salida del euro, y la restauración de las monedas
nacionales. Usted puede decir que esto es inconcebible, y de hecho
sería un acontecimiento sumamente perjudicial, tanto económica como
políticamente. No obstante, continuar en el curso actual, imponiendo
medidas de austeridad cada vez más duras a los países que ya están
sufriendo una Depresión, es realmente inconcebible.
Así que si los líderes europeos realmente quieren salvar el euro
deberían estar buscando un curso alternativo. Y esa alternativa es
bastante clara. El continente necesita políticas monetarias más
expansivas, en la forma de una voluntad - una voluntad anunciada - por
parte del Banco Central Europeo en aceptar algo más que una inflación
algo más elevada. Europa necesita políticas fiscales más expansivas, en
la forma de presupuestos en Alemania que compensen la austeridad en
España y en otros países periféricos con problemas. Incluso con estas
políticas, las naciones periféricas se enfrentarían a muchos años de
tiempos difíciles. Pero al menos habría alguna esperanza de
recuperación.
Sin embargo, lo que estamos viendo es una completa inflexibilidad. En
marzo, los líderes europeos firmaron un pacto fiscal que creían iba a
solucionar todos los problemas. Mientras tanto, los principales
funcionarios del banco central están haciendo énfasis en la voluntad del
banco de elevar las tasas ante el más mínimo indicio de una mayor
inflación.
Por lo tanto, es difícil evitar un sentimiento de desesperación. En
lugar de admitir que se han equivocado, los líderes europeos parecen
decididos a empujar su economía - y la de su sociedad - desde un
acantilado. Y todo el mundo va a pagar el precio.
Fuentes: Paul Krugman
No hay comentarios:
Publicar un comentario