El fuerte crecimiento económico en los países emergentes, independientemente que ayer el gobierno chino rebajar su estimación de crecimiento para el 2012 a tan “solo un 7,5%”, no solo tiene la derivada de una presión alcista en los precios de la energía, que es básicamente en lo que se centra el mercado, sino que otras materias primas, entre las que se encuentran las agroalimentarias, seguirán siendo las protagonistas en los próximos años. El importante desequilibrio existente entre una demanda creciente y una oferta limitada por la decreciente disponibilidad de las tierras cultivables, seguirá presionando los precios de las materias primas agroalimentarias al alza.
La FAO proyecta un crecimiento de la población mundial hasta los 9.000 millones de personas en 2050. Casi todo este crecimiento será en los países en desarrollo. Esta creciente población requerirá un incremento del 70% en la producción global de alimentos.
Recientemente, el popular inversor Niels Jensen, recomendaba la compra de tierras de cultivo, por ser un activo que tenderá al alza en los próximos años. Jelsen dice:
Le haré una pregunta, ¿qué activo británico ha ofrecido los retornos más atractivos en la última década? ¿Las propiedades en el centro de Londres? No, la respuesta es la tierra cultivable, cuyo valor se ha más que triplicado en la ultima década. Y esto no solo un hecho en el Reino Unido, sino por todas partes. Lo mismo ha sucedido en el Norte de Europa, y en el Norte de América, dónde el valor de las tierras cultivables subió un 22% de media sólo el último año.
Lo más sorprendente de este hecho, añade Jensen, es que las tierras cultivables prácticamente no tienen exposición en las carteras de los inversores institucionales, a pesar de los rendimientos sumamente atractivos que ofrecen, y más si lo comparamos con los bienes raíces comerciales. Los fondos de pensiones se muestran muy felices comprando edificio de oficinas, y obteniendo un retorno del 4,5% o como mucho del 6%. Sin embargo, pocos se han aventurado a comprar tierras de cultivo donde los rendimientos pueden ser más altos del 10%, si la explotación es suficientemente grande y se gestiona profesionalmente. Jensen se refiere a la posibilidad de alquiler de estas tierras cultivables, al igual que se alquilan los edificios de oficinas.
Jensen señala también que las tierras agrícolas deberían ser la principal apuesta de las personas que apuestan por un crecimiento de los países emergentes, y del “boom de la proteína” que está por venir, ya que como vemos en el siguiente gráfico adjunto, hay una relación directa entre la subida de la gente en el escalafón socio-económico, y su consumo de carne.
Según las estimaciones de Morgan Stanley, el 70% de la producción de maíz actual en China y alrededor del 14% de trigo, se dirige ya hacia la alimentación de la industria ganadera. A medida que China cada vez más carne, necesitará exportar cada vez más estos cereales, y países como Argentina, los EE.UU., Rusia o Australia, se verán beneficiados del “hambre de proteína de los chinos”.
Es difícil para un inversor nacional plantearse la posibilidad de comprar un terreno cultivable en Argentina. No tanto para los fondos de inversión, o fondos de pensiones, que estoy de acuerdo con Jelsen, ya deberían haberse planteado esta posibilidad.
Para los inversores particulares, existen ahora mismo en el mercado multitud de fondos cotizados que invierten en empresas agroalimentarias, o en materias primas agroalimentarias. Este puede ser un buen sustitutivo a comprar una tierra cultivable.
lacartadelabolsa
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