¿Huelga general?, ¿manifestaciones?. Absolutamente inútiles para revertir las medidas adoptadas e invertir las tendencias existentes. A no ser que ser que su fin sea sacar adrenalina, desahogar tensiones acumuladas, eliminar energía contenida que nuestra sedentaria vida dificulta eliminar, nada de nada: gastar recursos en balde y que también reciban palos otros trabajadores: los antidisturbios, a los que también han recortado su sanidad, y su remuneración, y las escuelas de sus hijos, y a los que puede que acaben instalando un contador en el brazo a fin de pagarles en función de los porrazos que propinen. ¿Cómo se puede enfocar la lucha contra estas políticas destructoras del modelo de protección social?, de ninguna manera: es inevitable.
Hoy la situación, adaptando las circunstancias a los tiempos y siendo muy imaginativos, se podría parecer a la existente en 1820, 1830, o 1848. Los libros de Historia cuentan que sucedió y como acabaron. Sobre todo la del 48 (y su corolario colateral evolucionado: La Commune) fueron consecuencia de la evolución de una situación que ya estaba en el aire: la explotación de la clase obrera ya estaba dejando de ser rentable, por lo que había que empezar a darle cosas a los currantes de a pie, aunque dentro de un orden y de forma reglamentada.
Hoy existen elementos, y más van a existir, para que se montase una revolución. El pueblo, en general, y el factor trabajo: los trabajadores, en particular, van a perder casi todo lo ganado, perdón: todo lo que le ha sido concedido, en este último siglo. Por un lado el objetivo ya no es producir cada vez más; por otro la crecientemente sofisticada, barata y fácil de usar tecnología permite, a cada día que pasa, que se necesite menos factor trabajo para producir la cantidad de aquello que sea preciso (y esperen a que se generalicen las impresoras de sólidos); por otro más, como existe un mega excedente de oferta de trabajo, el precio de este está en caída libre y las condiciones laborales ya van por el sexto sótano.
Cualitativamente ya casi se están dando los elementos para montar un sarao como el que se montó en París en el 71 aunque en realidad la que se va a liar se parezca más a lo que desencadenó la masacre de Peterloo del 19. Lo que sucede es que ni hoy existe algo parecido a aquella burguesía -General Electric o el HSBC, aunque son sus tataranietos, no tienen ya ninguno de sus genes-, ni las clases populares hoy están tan desesperadas como aquellas que en París o en Manchester fueron hacinadas en aquellos siete arrondissements o machacadas en St Peter's Field.
Es decir, la evolución de la dinámica histórica ha hecho entender a los descendientes remotos de aquella burguesía explotadora y clasista que algo hay que dar a fin de que la gente sea consciente de que algo tiene que perder; si a eso se añade el levantamiento de otra Prohibición, como en el 33, y la versión actual del circo romano, tenemos una situación más o menos controlada con alguna carrera y algún aporreamiento para que no se diga que la gente está amuermada.
Al contrario de lo que proclama el denominado ‘movimiento obrero’ nada obtuvo la clase obrera a partir de 1880: se lo dieron porque era más rentable que aquellas gentes ganaran unas monedas más a la vez que ya no hacía ninguna falta que trabajasen catorce horas al día siete días a la semana; pero hoy nada hay que dar a los nuevos proletarios porque, a diferencia de entonces, la mayoría ya no son necesarios.
Y sí, es la situación idónea para montar un proceso revolucionario, pero ni se da un caldo social que favorezca tal proceso: años de ‘si lo quieres lo tienes’ amodorran los instintos reivindicativos), ni el nivel de carencias reales ha llegado a lo que entonces se daba: en 1870 el paro supero el 40% en el área de París y las gentes iban a las puertas de las cocinas de las casas señoriales en busca de las sobras de los banquetes, a eso, a lo de ir a las cocinas, ni hemos llegado ni llegaremos, aunque cada vez más necesitados acudan al anochecer a rebuscar en los containers de las grandes superficies. Es decir, a diferencia de entonces, el clima político-social no es el propicio para recrear hechos como los sucedidos en Chicago en Haymarket Square.
Pienso que tirar cuatro piedras y cortar cuatro calles hoy no sirve absolutamente para nada al margen de que, sigo pensando, ‘las fuerzas del orden’ han sido investidas con una absoluta licencia para disolver; junto a eso la prevención electrónica va a ser total, omnipresente, absoluta, justificada, claro está, por la búsqueda del mantenimiento de la seguridad.
Tirar cuatro piedras y cortar cuatro calles no sirve porque ya no interesa dar nada a quienes no sean necesarios más allá de un mínimo de seguridad, por lo que de producirse la protesta será reprimida ya que el tiempo juega en contra de la necesidad de cambio. Entonces, ¿no vale la pena protestar?. Pienso que sí, pero de otras maneras, usando otras vías, utilizando otros instrumentos.
¿Huelga general?. Sinceramente, no veo la utilidad para quien la hace en un escenario de capacidad productiva ociosa, de stocks no vendidos y de excedente de población activa.
Al respecto del asunto, la Sra. Vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría dijo el pasado día 9 en el Parlamento “La huelga no es la solución. Un país donde 5,3 millones de personas no pueden trabajar necesita muchas reformas como esta, meditada, profunda y seria”. (El País 10.03.2012, Pág. 1). El problema es que ni esta ni otra reforma laboral puede reducir la tasa de desempleo porque ninguna ley puede crear demanda privada de trabajo: al tiempo.
(La Sra. Vicepresidenta no lo hizo, pero otros sí lo hacen: hablar de lo bien que van las cosas del empleo en USA. Vamos a ver si quedan claras esas cosas. A 29 de Febrero del año en curso, en USA, el desempleo afectaba al 8,3% de la población activa y el subempleo, eso que en España no se mide oficialmente, al 5,26%; además, el 1,68% de la población que podía trabajar y que había trabajado pero no desde hace tiempo, había dejado de buscar empleo porque no lo encontraba. En total 23 millones de personas susceptibles de ser activas se hallan en USA desempleadas o subempleadas en contra de su voluntad. Y, casi, casi, lo peor: el 50% del paro lo es de larga duración, lo que quiere decir que han agotado la percepción por desempleo.
¿Cómo puede hablar alguien de lo bien que van las cosas del empleo en USA cuando el Presidente de la FED se mostró hace un par de semanas hondamente preocupado por el desempleo de larga duración manifestando que es un problema de extrema gravedad, y cuando alguien como Goldman Sachs dice que USA debe crecer a como mínimo el 5% durante 5 años para que su empleo vuelva a una situación como la existente antes de la manifestación de la crisis?. Misterios misteriosos.
Para tener en cuenta: el 15% de la población USA utilizó para alimentarse en alguna medida el Diciembre pasado el programa Food Stamps).
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
En España, la filosofía de Huelga va intrínseca con la vagancia de muchos trabajadores, para muchos no es más que un día libre más. Me gustaría ver alguna huelga de sobreproducción por aquí... pero nada, no hay manera.
ResponderEliminarUn saludo y felicidades por el artículo.