Hace unos días una amiga me remitió un mail. Esta amiga es especial por su profesión: se halla en un puesto directivo en una organización desde el que puede ver muchas cosas, cosas que suceden a su alrededor y con las que interactúa pero siempre desde una posición de escucha y sugerencia mucho más que de ejecución. Es una persona que desde su puesto vivió el boom, su inicio y su declive, y que está viviendo esta crisis desde la primera línea con la ventaja de que tiene acceso a todos los sectores. Su mail era respuesta a uno que le había remitido y en el que le preguntaba por como veían la situación las empresas con quienes trataba, y el suyo es un mail con más preguntas que aclaraciones.
“Se quejaban antes y se quejan ahora. Y se preparan este año para lo peor.
Esto se desborda. Las medidas del gobierno, ¿crees que son positivas o negativas?, o mejor dicho, ¿acertadas o no?
Y la gente está muy, muy desmotivada, con la situación, con el sistema… Y los jóvenes que terminan sus estudios? Qué panorama se encuentran…?
En fin…
¿Qué lectura haces de todo lo que sucede?”
Le respondí:
“Las medidas del Gobierno no sirven para nada, ni las del Gobierno de España ni las de ningún otro Gobierno: esta crisis es postglobal y sólo con coordinación absoluta se podrá salir de ella. El modelo está agotado, y para implementar uno nuevo hace falta coordinación.
La desmotivación es consecuencia de la falta de expectativas, y eso va a seguir así porque lo que ha sido el motor del crecimiento: el endeudamiento, está agotado, por lo que no se puede seguir por donde se iba: hay que ir a otra cosa: hacerse más pequeño, pero eso tiene consecuencias, ya.
Los jóvenes … tremendo. Ante ellos se extiende la precariedad, ir a salto de mata a no ser que sean auténticas/os megacracks y tengan contactos.
¿La lectura que hago?, pues que estamos en una transición hacia otro modelo y que, además, se da en la fase de declive del sistema, por lo que cuando salgamos no estaremos mejor que antes, sino peor.
Hasta ahora hemos actuado pensando que la Economía era la ciencia que administraba la abundancia, a partir de ahora tenemos que actuar sabiendo que es la ciencia que administra la escasez. Es otra filosofía”.
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La nueva cantinela: ‘flexibilización de los objetivos de déficit’. El razonamiento es simple: como los déficits de los Estados son grandes -monstruosos en algunos casos: el del reino-, si se hacen amputaciones de gasto en consonancia a las reducciones a las que los países se han comprometido, y subidas de impuestos en la línea de apoyar las amputaciones, la actividad económica caerá más y el círculo se tornará más vicioso (más depresivo sería más exacto decir).
Es curioso como ‘los que mandan’, tengan esos que mandan el color político que tengan, se hacen venir las cosas para que salga lo que a ellas/os les interesa. Esta recaída en la recesión, se dice -se dice, pero no es cierto: es la segunda parte de la misma crisis, ya saben- ha venido dada por los recortes que se han efectuado a fin de reducir los déficits. Incorrecto, incorrecto: esta segunda fase de la crisis se debe a lo que se arrastraba de la primera y a los planes E, deducciones de impuestos varias, y estímulos, avales y rescates efectuados que dispararon el déficit; en España sabemos mucho de eso: el déficit superó el 11% en el 2009.
Todo aquello no sirvió más que para que se generasen unas absurdas expectativas: ¿recuerdan ‘los brotes verdes’? y para que unos cuantos se llenasen los bolsillos debido a la deuda que, como inversión, fueron comprando. Proceso que ha llegado al paroxismo con la inyección efectuada por el BCE a finales del 2011 y que se repetirá con la que realizará a finales de Febrero. Ya, ya: en el 2009 no tocaba el inicio del derrumbe, ahora ya estamos en ello, y para aliviar eso la ‘flexibilización de los objetivos de déficit’.
Pero esa flexibilización olvida (porque quiere olvidarlo) todo lo que ya se debe: lo que debe todo el mundo, también la nueva deuda que se va acumulando a la deuda que ya existe, deuda que, excepto en el caso griego, nadie ha dicho que vaya a ser quitada, luego es deuda que habrá que pagar. Y aquí viene el problema.
La actividad se está ralentizando y así va a continuar porque la capacidad de endeudamiento se halla agotada y porque en el que aún es nuestro modelo los sueños están fabricados con crédito. Y quienes han de darlo están a verlas venir, y quienes lo precisan están a verlas llegar. A eso añadan que ya no se pueden desperdiciar recursos porque son escasos, por lo que hay que utilizarlos de forma eficiente, y el-que-aún-es-nuestro-modelo es, por diseño, muy malgastador.
La flexibilización, pienso, no es más que otro parche, otro llegar a mañana, a no ser que vaya acompañado de otras cosas de las que, de momento, nadie habla. De un diseño de modelo nuevo, de un nuevo manual de uso, de una solución definitiva para la deuda-total-de-todos, de un cambio de chip en los cerebros de las ciudadanías. ¿Flexibilización a secas?, lo único que debe tomarse extra seco en el Martini.
(Muy bueno el texto, por clarificador, que El País publicó ayer en su Pág. 23: “El peligroso triángulo del dinero”. Deducciones: el BCE ‘regala’ el dinero a la banca española, tanto a la que tiene con qué responder (porque no se cuestiona el valor con que ha contabilizado sus activos), como a la que no tiene con qué responder (porque el Estado le avala a cambio de una comisión). Al igual que lo que sucede en el resto de Europa las entidades financieras compran deuda pública y van pagando lo que deben, pero no prestan ni a su madre porque, como ya han leído aquí, a quienes podrían prestar han agotado totalmente su capacidad de endeudamiento y una posible ampliación es imposible porque supondría volver a lo de antes: la creencia de que los recursos (y el crédito lo es) son inagotables.
De momento se está ganando tiempo para, pienso, ir diseñando el sistema financiero del próximo modelo, pero seguir con las anfetas que dan en la barra del BCE tiene un límite que no es, pienso, el peligro de una situación inflacionaria: el desempleo del factor trabajo, el exceso existente de capacidad productiva, la caída de la renta media y el agotamiento de la capacidad de endeudamiento, reducirán el consumo de todo en todas partes, y hasta que se limpie todo el escenario será deflacionario y eso mantendrá los precios bajos. El peligro, pienso, viene por la tardanza en implementar el nuevo modelo que ha de ser propio de una situación de mucho menor PIB y de expectativas de crecimiento limitadas, de rentas reducidas y de consumo contenido: cuanto más se tarde más costará afrontar la realidad de que la mayoría de la deuda total es impagable, lo que incide en que esa banca española no pueda afrontar esos avales que todos le hemos prestado. Complicadísimo, ya).
[Fe de Erratas. Me comenta un amable lector al respecto del texto del día 23: “USA debe a Francia 440,2 y no 440 por lo que la suma B (Suma de lo que al país acreedor le deben los países indicados, CmM euros) es de 1.468,9 y no 1.468,7].
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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