No, por favor, no vean ni una brizna de ironía en el título que encabeza estas líneas. Si hasta la existencia del país tenía mucho de ejercicio funambulista (quienes hayan ido visitando Grecia a intervalos de diez años en el pasado desde que la II Guerra Mundial acabó lo entenderán), a partir de ahora, pienso, se ha abierto para ella, literalmente, una puerta hacia ninguna parte.
Un acuerdo ha sido firmado, cierto; se ha evitado una quiebra, verdad; pero, sigo pensando, lo único que se ha hecho es dar una patada hacia el futuro: ‘Los que vengan ya se lo encontrarán’. Todo hubiera sido posible y aceptado con tal de no formular la pregunta que se halla en el centro del debate: ¿tiene hoy sentido que exista Grecia tal y como la conocemos?. ¡Ojo!: hoy, no en los tiempos de la Guerra Fría, tampoco en la fase de las tensiones en Chipre, ni en los tiempos de los negocios fáciles con deuda-a-pagar-cuando-llegue-el-momento-ya-veremos-como; no entonces, sino ahora.
Pactos, acuerdos, quitas, recortes, y discursos, muchos discursos. Pero sin entrar en el centro: Grecia decrece: en cinco años va a crecer el -18%, es decir, por mucho que su población se miserice, por mucha población griega que emigre (¿adónde y para hacer qué?: Grecia no es Irlanda), el país no va a poder atender su día a día, entonces, ¿cómo demonios va a poder devolver los rescates que le han hecho y pagar la deuda antigua aunque se le haya quitado el 53% de su valor?.
La conciencia del problemón griego principió en Agosto del año pasado, cuando comenzó a asumirse el cáncer que tenía insertado el sistema. La consciencia. Lean lo que sigue, son testimonios de gentes que viven en primera persona lo que está sucediendo.
“La gente, con razón, piensa que la crisis es lo que estamos viviendo ahora: rebajas de salarios, pensiones e ingresos. Por desgracia, esto no es la crisis, sino un difícil intento por protegernos contra la crisis”. (Evangelos Venizelos, Ministro de Economía de Grecia en una conferencia de prensa. L. Doncel / Agencias, “Grecia baraja la posibilidad de una quiebra ordenada con quitas del 50%”. El País 24.09.2011).
“Es evidente que ni este año ni el siguiente vamos a crecer. Y nadie sabe cuándo vamos a salir del túnel. Todo el mundo es muy pesimista. Cada día se ven más tiendas cerradas. Más gente pierde sus empleos. Y el Gobierno trata de exprimir demasiado a los contribuyentes que ya no pueden más”. (Gkikas Jardoúvalis, economista que dirigió la oficina económica del ex Primer Ministro Kostas Simitis a principios de los 2000, comentando la situación económica. Agencias / L. Doncel, “Grecia admite que no cumplirá el déficit previsto y acelera los recortes”. El País 03.10.2011).
“Esto no es ninguna negociación. Europa y el Fondo Monetario Internacional son la misma cosa, solo quieren romper nuestra resistencia”. (Yiannis Maravelakis, manifestante en Atenas contra la privatización de la compañía pública de electricidad. Amanda Mars, “Grecia acepta los recortes para evitar la bancarrota”. El País 10.02.2012).
“Es un acuerdo sin sentido político ni económico con unas medidas draconianas que agravan la recesión y van en contra del objetivo que se persigue y erosiona nuestra soberanía. (…) Levanta la inmunidad sobre los activos y ahora, si hay un impago, los acreedores tienen derechos sobre los activos del Banco de Grecia, incluso del oro”. (Louka Katsell, exministra de Trabajo y de Economía de Grecia en gobiernos del PASOK, y parlamentaria expulsada por votar en contra del paquete de recortes exigidos por la UE para liberar el paquete de ayuda al país. Amanda Mars, “El escepticismo y la batalla política se adueñan de Grecia tras el rescate”. El País 22.02.2012).
“En un mal acuerdo, como el anterior, y fallará, como el anterior”. (Constadne Michalos, presidente de la Cámara de Comercio de Atenas, comentando el paquete de rescate y comparándolo con el de Mayo de 2010. Misma fuente anterior).
Lo que se le ha hecho firmar a Grecia el pasado Lunes es un acuerdo para vencidos, pero, además, es una utopía psicodélica. Es para vencidos porque exige el empobrecimiento programado de la ciudadanía griega y la pérdida de la soberanía efectiva del país, y es un viaje psicodélico porque lleva a un lugar imposible ya que imposible es que Grecia pague lo que le han dicho que puede pagar. ¿Los desórdenes sociales?, es lo menos importante: el poder represivo de un Estado que cuente con carta blanca para actuar como sea conveniente puede llegar a ser muy disuasorio.
‘Pero Grecia debía un montón, y había mentido, y allí defrauda todo el mundo’, dice el del fondo. Cierto, pero dejando al margen los motivos que llevaron a todo eso lo que está claro es que se ha diseñado un plan incumplible, y lo que vaya quedando de Grecia va a ser insuficiente para atenderlo.
‘¿Cruzarse de brazos y no hacer nada?’, vuelve a decir el del fondo. Evidentemente no. Es curioso, tanto hablar de la ‘Globalización’ en los 80 y es ahora cuando se está viendo lo que la Globalización es: el efecto mariposa: el 0,4% de la economía mundial mueve las alas en el Mediterráneo y en el resto del planeta se desatan tempestades financieras. Cruzarse de brazos evidentemente, no.
Pienso que lo primero que habría que hacer es plantearse si Grecia como tal puede seguir existiendo. Si la respuesta es negativa el territorio nacional debería reorganizase y reorientarse su funcionalidad. Si la respuesta es positiva debería realizarse una auditoría de activos y posibilidades y el país debería moverse en esa línea. ¿Quién debería hacer eso?, expertos internacionales con participación de expertos griegos. ¿Qué debería hacerse con la deuda?, tacharse de los libros con un lápiz rojo, la deuda y todo lo que de ella cuelga, como los CDSs. Posiblemente se llegaría a la conclusión de que, ni con las intervenciones pertinentes, Grecia no genera el suficiente PIB como para atender a toda su población ni necesita a toda la población con la que ahora cuenta para generar el PIB que es capaz de generar, eso tendría que afrontarse y su atención podría llevar a redistribuciones geográficas.
Y todo, todo puede ser objeto de discusión, pero hay dos cosas inmutables. Una: Grecia es imposible que pague lo que debe; otra: en Europa, en el planeta, hay más grecias y tampoco pueden continuar haciendo como hasta ahora han hecho. ‘¡Qué fuerte!’, apunta el del fondo; cierto, pero recuerden que esta es una crisis sistémica; ¿qué se pensaban que una crisis sistémica era?.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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